Internacional

Grindavík, la vida cerca de un volcán a punto de entrar en erupción

Sus habitantes están cansados y angustiados por una situación que no sigue un ciclo determinado y que es impredecible.

Conocer si el magma saldrá en el suelo marino o en tierra firme es muy relevante para prever el tipo de erupción volcánica que podría darse. Èric Lluent

Las niñas y los niños de Grindavík, un municipio islandés de la península de Reykjanes situado a 52 kilómetros de la capital, esperan los terremotos con ilusión, especialmente los fuertes. Si un terremoto supera la magnitud 5, tienen permiso para ir a la escuela con un juguete de casa. «Este fin de semana lo pasaremos en la cabaña de veraneo que tenemos en Thingvellir para descansar de los terremotos y mi hijo me ha preguntado preocupado que qué pasará si se pierde uno fuerte, si igualmente podrá llevar el juguete a la escuela o no», explicaba el pasado viernes Kristín María Birgisdóttir, responsable de comunicación y turismo del Ayuntamiento de Grindavík. 

Por suerte para su hijo, ese lunes sí pudo llevar un juguete a la escuela porque el domingo a las dos y media del mediodía un terremoto de magnitud 5,4 sacudió todo el suroeste de la isla, sin causar daños personales. No obstante, para los adultos, la situación empieza a ser difícil. El episodio sísmico actual comenzó el pasado 24 de febrero con un terremoto de magnitud 5,7. Desde entonces se han registrado decenas de miles de movimientos con epicentro muy cerca de Grindavík. Sus habitantes están cansados y angustiados por una situación que no sigue un ciclo determinado y que es impredecible

Los terremotos están vinculados a una intrusión de magma que podría resultar en una erupción volcánica. De hecho, se han llegado a publicar informaciones falsas anunciando que la lava podría emerger en medio del pueblo. Estos rumores catastróficos sin base científica, junto con los terremotos constantes, están generando insomnio y ansiedad a muchos vecinos de Grindavík. «Me preocupa que esta situación de incertidumbre se alargue», confiesa Birgisdóttir. El pueblo donde nació, cuyo principal sector es la pesca, está acostumbrado a la dureza del mar pero no a la actividad volcánica. La última erupción en la península de Reykjanes sucedió hace ocho siglos.

El pasado 3 de marzo, los geólogos que trabajan en la Oficina Meteorológica de Islandia -que también se encarga del registro y estudio de la actividad sísmica- detectaron un tremor pulsante, un tipo de turbulencia sísmica constante también llamada ruido volcánico, que puede ser señal de una erupción volcánica inminente. Desde entonces, han pasado dos semanas y los islandeses continúan pendientes de lo que sucede en las montañas Fagradalsfjall y Borgarfjall. Una de las principales dudas que aún no ha despejado la comunidad científica es si la erupción tendrá lugar en tierra o bajo el mar, algo que dependerá del movimiento de la cámara del magma, que ha llegado desplazarse quinientos metros en un día. 

Conocer si el magma saldrá en el suelo marino o en tierra firme es muy relevante para prever el tipo de erupción volcánica que podría darse. En caso de ser una erupción subaérea, se espera que sea efusiva -fuentes y lenguas de lava con poca emisión de ceniza-, mientras que si fuera submarina, tendría lugar una erupción explosiva que produciría un mayor volúmen de ceniza. Las últimas estimaciones sitúan la posible erupción en el valle Nátthagi, a unos diez kilómetros de Grindavík y cerca de la costa sur de la península de Reykjanes. Lo único positivo para el pueblo es que una posible erupción volcánica lo situara en el mapa e impulsara su sector turístico, que, como el resto de la isla, ha sufrido un drástico frenazo debido a la actual pandemia. «Sabemos lo que pasó en 2010 con la erupción del volcán Eyjafjallajökull. De repente, todo el mundo sabía de Islandia y vinieron muchos turistas. Quizás ahora pase aquí«, reflexiona Birgisdóttir, intentando ser optimista ante una situación que, como al resto de vecinos y vecinas de Grindavík, le preocupa mucho.

Pero la preocupación da paso a la preparación y ya hay quien está trabajando en un plan para intentar desviar la corriente de lava en caso de que se dirija hacia Grindavík. Una de estas personas es Rögnvaldur ÓIafsson, jefe de policía que sirve en Protección Civil. «Estamos leyendo el terreno y observando dónde podríamos trabajar, dónde podríamos excavar canales para encauzar el flujo de lava y muros para desviarlo de las infraestructuras importantes», explica Ólafsson en la televisión pública islandesa. Este plan, en el que la acción humana cambiaría el curso natural de la erupción, toma inspiración en la reacción de los pescadores de las islas Vestmannaeyjar durante la erupción que destruyó parte de un pueblo en 1973. En aquella ocasión, utilizaron cañones para propulsar agua marina con el fin de enfriar la lengua de lava que amenazaba con cerrar para siempre la entrada del puerto. 

El éxito de esa acción y el optimismo patológico de los islandeses dan esperanza a los vecinos de Grindavík. Saben que si el volcán se convirtiera en una amenaza real para su pueblo, la comunidad y las autoridades harían todo lo posible para salvarlo. Es la máxima expresión del dicho islandés ‘Þetta reddast’ (pronunciado en castellano, ‘zeta redtas’) que significa algo así como «esto lo vamos a solucionar». No importa cuán grande sea el problema porque entre todos encontraremos una solución. Esa es la actitud con la que los islandeses viven la presente alerta por erupción volcánica a la espera de que la tierra de Reykjanes se abra ante sus ojos.

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Comentarios
  1. Otra amenaza, la nuclear,
    después de Chernobil y Fukushima, seguimos sin aprender, no escarmentamos:

    En su Revisión Integrada, el Reino Unido anunció que aumentará su límite de arsenal de armas nucleares a 260 ojivasnucleares.
    En lugar de reducir el número de armas nucleares a 180 a mediados de la década de 2020 -que todavía está lejos de ser cero-, el gobierno del Reino Unido está haciendo alarde de sus compromisos anteriores y aumentando su límite de armas nucleares en un 40%.
    Reino Unido está legalmente obligado en virtud del artículo VI del TNP a proseguir el desarme. Y, por supuesto, las armas nucleares son ilegales ahora que el tratado de #nuclearban ha entrado en vigor. Por lo tanto, el aumento de las existencias debería estar fuera de discusión. Pero crear una nueva norma requiere tiempo y presión internacional, y ahora es el momento de responsabilizar al Reino Unido de sus acciones.
    https://www.icanw.org/

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