Sociedad
La violencia simbólica contra el feminismo cristaliza en ataques a murales y obras
El de Ciudad Lineal, en Madrid, no ha sido el único mural feminista vandalizado en los últimos días, tampoco en los últimos años.
«La violencia contra las mujeres a menudo está dirigida contra nuestras voces y nuestras historias», escribe Rebecca Solnit en el último de sus libros editado por Capitán Swing, La madre de todas las preguntas. «Supone el rechazo de nuestras voces y de lo que significa tener una voz: el derecho a la autodeterminación, a la participación, al consentimiento o al disentimiento, a vivir y a participar, a interpretar y a narrar», continúa.
La violencia física es una forma de silenciar. Pero también, como recuerda Solnit, hay formas menos obvias: «La gente a la que se molesta y acosa online hasta que se les hace callar, a las que no se les deja hablar y a las que se interrumpe, menosprecia, humilla, rechaza». Las variables más sutiles de estas últimas son lo que a menudo se llama violencia simbólica. Pero no se puede olvidar que ese simbolismo casi siempre trasciende a lo real.
En los últimos días, en torno al 8 de marzo, por lo que este día supone –organización feminista y acción en las calles–, se ha recrudecido otra de estas formas de violencia simbólica: los ataques a murales feministas en calles, plazas e incluso centros universitarios.
El de Ciudad Lineal en Madrid, que plasma los rostros de una docena de mujeres históricamente pioneras en distintos ámbitos, no es el único vandalizado en los últimos días. Tampoco en los últimos años. Aunque su historia de resistencia viene de antes a pesar de su corta vida, ya que fue pintado en 2018.
Sin ir más lejos, el pasado enero, Vox solicitó que la obra se borrara. Una petición a la que, en un principio, se adhirieron PP y Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid. PSOE y Más Madrid votaron en contra y a estos, finalmente, se unió la formación naranja, con la vicealcaldesa Begoña Villacís a la cabeza. El mural sobrevivió a este señalamiento pero el pasado 8 de marzo amaneció con las caras de las mujeres pintadas de negro, emborronadas.
Más que un ejercicio de poder, «es una clara demostración de debilidad»
Además de como una «reacción y miedo feroz al avance del feminismo», la doctora en Sociología y coautora del libro Feminismos: una mirada desde la sociología Begoña Marugán, ve en estos ataques «una clara demostración de debilidad». Esa debilidad, dice, «tiene que ver con la necesidad de visualizar quién tiene el poder». Además, actos de este tipo «está refrendados por ideologías que no se habían hecho tan patentes, como la extrema derecha o la derecha pusilánime ante el avance de la extrema derecha». Unas palabras que definen lo que ocurrió en enero, en el debate institucional en torno al mural de Ciudad Lineal, en el que Vox tomó la iniciativa y el PP le siguió sin miramientos.
No obstante, Marugán también insiste en no quedarnos solo en estos hechos, en lo simbólico, y recuerda que la Delegación del Gobierno en Madrid también prohibió las concentraciones por el 8 de marzo. Una decisión que activistas y organizaciones remarcaron que iba contra un derecho fundamental: el de manifestarse. Sin duda, dice la socióloga, «hay miedo a las mujeres» y ante «un feminismo que ya se ve que no va a retroceder».
Otros ataques a murales y obras feministas
En enero de 2019, el mural ganador de un concurso organización a propósito del 8-M por la Asamblea Feminista de O Barbanza, en Boiro (A Coruña), recibió varias pintadas en las que se podía leer «feminista es distinto de igualad» y «Viva La Manada». Con pintura negra, se intentó tapar la ilustración que se encontraba en uno de los muros del IES A Cachada de este municipio gallego.
En Zaragoza, una instalación artística ubicada en varios puntos de la ciudad en la que podía leerse No violarás –y que formaba parte de una exposición más amplia comisariada por María Bastarós– fue también intervenida con, entre otras cosas, dibujos de banderas de España. Ocurrió en abril de 2019, aunque esta obra de Regina José Galindo ya había sido colocada en otras ciudades anteriormente.
En noviembre del año pasado, apareció destrozado el homenaje a las mujeres asesinadas por violencia machista ubicado en la Calle Alcalá de Madrid. Se trata de la obra Camino de flores, de Concha Mayordomo, formada por ramos de flores blancas con tarjetas en las que se puede leer unas iniciales, una fecha y un lugar por cada uno de los asesinatos. Cuarenta ramos en total por cada una de las víctimas de 2020.
En los últimos días, no solo se ha vandalizado el mural de Ciudad Lineal. El 5 de marzo, en Gandía, era la segunda vez que se atacaba un mural feminista ubicado en muro del antiguo cine Bulevar. Las caras de las mujeres que lo protagonizan –entre ellas María Zambrano o Violeta Parra– aparecieron cubiertas con la palabra «puta» y esvásticas.
También en Madrid, un mural de croché confeccionado por varias mujeres en Colmenarejo apareció quemado el pasado 7 de marzo. Estaba colocado en el Centro Cultural Manuel Entero y lo había elaborado la Asociación Tejiendo Colmenarejo.
En Andorra (Teruel) y Huelva también hubo ataques de este tipo el 9 de marzo. En el municipio turolense, un mural realizado por Noemí Calvo en el que se podía leer «el primer amor debería ser el amor propio» apareció tachado.
En Huelva, el mural es obra de la ilustradora y muralista Cynthia Veneno y fue realizado el 6 de marzo en el parque de Moret de la ciudad andaluza, días antes de que apareciera manchado con pintura negra y esvásticas.