Opinión

Fuego fatuo en Madrid

"Hace ya un año que mientras el mundo se viene abajo el Gobierno de la Comunidad de Madrid juega a vivir en una serie delirante".

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en una visita a un municipio madrileño el pasado 7 de marzo. FLICKR/COMUNIDAD DE MADRID

Nada, lo he visto solo unos segundos. A María Teresa Campos con Isabel Díaz Ayuso, digo, paseándose por la ciudad en un camión-plató acristalado diciendo animaladas. Supera mi bajito –lo reconozco– umbral de la distopía esta especie de cruce de Paseando a Miss Daisy y La Caja

A veces sentimos, aliviados, que el imperio del sálvese quien pueda llegará dentro de mucho, con una fuerza sobrenatural y que será fascinantemente atractivo en su perversidad. Pero es cutre como el solo y está aquí y ahora intentando meter cuchara todo el rato en nuestras vidas. En nuestro tiempo, bolsillo, coco y corazoncito.

Dijo Thatcher que Tony Blair fue su mejor obra. Pues no sé si está lejos Ayuso, que a falta de un macrojuicio que depure responsabilidades penales por una temeraria gestión de la pandemia, buenas son mociones de censura. Al menos que la cosa no vaya a más. 

Lo que queda por ver, si finalmente hay elecciones, es cómo puede organizarse no tanto en su contra como en nuestro favor, una sensación. La de que, si partimos de la premisa de que no podemos encontrar certezas ni calma en esta sociedad, esta turboderecha lo empeora. Paradójico porque siempre el muñeco de paja de este mundo líquido es la –comillas comillísimas– izquierda posmoderna. Como si todo lo que no es esta siguiera viviendo en el siglo XVIII. 

Está pendiente que alguien demuestre en qué sentido los derechos trans, o una sanidad pública universal que incluya tratamiento gratuito para el sufrimiento psíquico, o unas medidas anti-covid que no giren solo en torno al consumo, contribuyen a un mundo volátil de valores (¿qué valores, los que impuso y cómo lo hizo qué grupo social?) perdidos. 

Al revés. No son esos anteriores, precisamente, asuntos que preocupen a la derecha. La normal y la extrema, apuntadas en Madrid ambas al prefijo turbo. Y si le preocupan, es para que esas medidas no prosperen, para que nada moleste el curso de malestares tanto subjetivos como cuantificables, tan emocionales como materiales, y que fracturan la vida de tantas personas. 

En esa falta de consideración por las biografías golpeadas juega un papel fundamental el ruido. El sobresalto. La urgencia inventada. El girito injustificado. Un narcisismo que desprecia o desconoce todo aquello de lo que no pueda sacar provecho político. Hace ya un año que mientras el mundo se viene abajo el Gobierno de la Comunidad de Madrid juega a vivir en una serie delirante. No es una locura –acabemos ya con el uso estigmatizante de esa palabra–, es peor porque es un cálculo.

Solos nos quieren pero nos tendrán en común, decía el viejo lema. Este tipo de derecha ya se ríe de ese lema. Le somos más funcionales solos, sí, pero además de eso atolondrados, desorientados, inseguros, indecisos, tristes, jodidos. Nos quieren convencer de que no hay alternativa a eso. De que podríamos estar peor, así que cuidadito, se les entiende entre líneas perfectamente. 

Nos presentan la disyuntiva socialismo o libertad. El socialismo, que para ellos son regulaciones tan básicas como algunas descritas más arriba. Pero si llevan insistiendo tres décadas en que el socialismo es un cadáver, lo que nos están presentado este trato: o nosotros o el caos, la muerte, la nada. Es un chantaje violento y tramposo. Porque de momento, toda libertad sin seguridad colectiva y material, sin cuidados ni un mínimo bienestar emocional, es una construcción ideológica con más prestigio que utilidad. Hueca.

Jugar al victimismo pop, desde Madrid, también es obsceno. Como madrileño he sido siempre bien recibido en todas partes. Y sí, encajo bien en el estereotipo. Con el tiempo soy menos seco, menos soberbio y menos autorreferencial, pero lo he sido. También he hecho bromas sobre el agua del grifo y me he creído que en Madrid nadie te mira el DNI porque aquí da igual de dónde seas. Si eres blanco o no has visto nunca una redada racista en el centro, será. Madrides hay tantos, y tan antagónicos, que abriremos ese melón otro día. Un truco, sin embargo, sí que hay para huir del madrileñismo de calcomanía. Suele ser el que se delata gustándose entre las ruinas que dejan quienes maltratan esta ciudad dura y bella. El que desvaría sin término medio entre la chulería vacía y la autocompasión. 

Los fuegos fatuos son llamitas en el aire causadas por la inflamación de materias procedentes de sustancias en putrefacción. La explicación científica ha sido siempre contestada por leyendas mágicas. Me recuerda al Gobierno de Ayuso. Dándole un envoltorio a la mera podredumbre. “Te hemos impedido dormir para que persigas nuestros sueños”, cantan Berri Txarrak en una canción titulada Sutxakurrak, precisamente Fuegos fatuos. Pero también otra cosa más: “te han salido branquias del atosigamiento, ahora estás obligado a aprender a nadar”.

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Comentarios
  1. Que acertadísimo artículo, Ignacio.
    Además del tratamiento gratuito para el sufrimiento psíquico, la sanidad debería incluir también la boca, que tener dientes no es un lujo, así como unas gafas normales, que mucha gente no las puede pagar.
    No se pide que te paguen la vivienda, ni la luz, ni el agua.
    En la «dictadura» de la Unión Soviética, como la gente trabajaba para la colectividad, el gobierno se hacía cargo de todo, yo lo comprobé, había además Palacios de la Música, de la Literatura, de los Deportes, todos gratuítos y al servicio de la sociedad.
    Había mucha cultura. Muchísima gente de la calle, además de los idiomas más hablados, dominaba perfectamente el castellano.
    En Occidente trabajamos para la «democracia» del capital, una «democracia» que sólo nos quiere para utilizarnos, para sacar provecho de nosotros. A la que no lo saque no tiene ningún escrúpulo en deshacerse de nosotros si les molestamos pidiendo nuestros derechos.
    ——————————————————
    MENTIRAS MEDIATICAS
    Los muchos medios ligados ideológicamente a la extrema derecha, con sus directores-tertulianos incluidos, han salido a la palestra -como no podía ser de otro modo- para defender a Díaz Ayuso. Su ideario al servicio del sistema seduce a webs, emisoras y canales que son el respaldo de la lideresa del PP madrileño. No tendrá que ver, seguramente, los miles de euros que reciben de la Comunidad de Madrid en forma de publicidad institucional. Su objetivo político-empresarial es que la suma de PP y Vox dé como para conformar una mayoría absoluta en el parlamento madrileño, y que sirva de modelo exportable al resto del país. Por eso, calificativos de «valiente», «heroína», «mujer de gran valía», «dirigente de altura»… aparecen hoy en la prensa casposa del régimen. Ella los alimenta (y excita) con tuits donde escribe cosas como «socialismo o libertad», es decir, y como recordaba un comentarista, la disyuntiva es «ella o Maduro», elijan pues madrileños. A esta campaña inmunda se suma la prensa económica que aplaude las privatizaciones (empezando por la sanidad) y la bajada de impuestos a las grandes empresas para que haya menos dinero para necesidades públicas, que practicaron con entusiasmo y favores PP+C´s desde el gobierno regional. De salirle a la Falsimedia bien los planes, que se vaya despidiendo Casado y Egea.

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