Cultura

En busca de una voz propia

Reseña de 'Las niñas', el debut en la ficción de la directora Pilar Palomero, ganadora del Festival de Málaga, de varios premios en los Feroz y una de las favoritas para los Goya.

Fotograma de 'Las niñas'. JORGE FUEMBUENA

Esta reseña fue publicada en #LaMarea78. Puedes conseguirla aquí.

Cualquiera que haya ido a un colegio de monjas entre los ochenta y noventa podrá reconocer cada situación, cada plano, cada frase de Las niñas, ganadora de la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga y nominada a mejor película en los Premios Forqué. El debut en la ficción de Pilar Palomero es la historia de Celia (Andrea Fandos), una niña de Zaragoza, aparentemente huérfana de padre, que empieza a cuestionarse su pequeño mundo cuando una nueva alumna, Brisa (Zoe Arnao), llega a la escuela procedente de Barcelona.

La directora, alumna ella misma de un colegio de monjas en aquellos años, hace un emotivo retrato de una generación crecida sin respuestas adecuadas a las preguntas más básicas en una niñez en la que se mezclaban los test de la Superpop, los programas de Raffaella Carrà y la música de Chimo Bayo (o de Niños del Brasil, o de Héroes del Silencio) con una insensible educación religiosa. Ahí radica la fuerza de Las niñas, en la contundente verdad y la extrema delicadeza con la que Palomero narra esta historia íntima.

No es casualidad tampoco que su productora, Valérie Delpierre, esté detrás de títulos igualmente sutiles sobre la infancia como Verano 1993 (2017) o Uno para todos (2020). Con ambos comparte el respeto por esos pequeños seres que están descubriendo el mundo cómo pueden, reaccionando a sus primeros contactos, plenamente conscientes, con la crueldad. Esa crueldad de sus pares que ni siquiera se sabe de dónde sale pero que siempre aparece en esos años, como un doloroso rito de iniciación.  

La película descansa en el magnético rostro de Andrea Fandos y en el duelo de silencios que mantiene con su madre en la ficción, una espléndida (como siempre) Natalia de Molina. Si en la primera secuencia esa niña es aún un lienzo en blanco, una personalidad afásica constreñida por la dictadura monjil, en la última hallará su propia voz. Palomero cierra así, magistralmente, el círculo de un relato que es pura vida.

Si te gusta este artículo, apóyanos con una donación.

¿Sabes lo que cuesta este artículo?

Publicar esta pieza ha requerido la participación de varias personas. Un artículo es siempre un trabajo de equipo en el que participan periodistas, responsables de edición de texto e imágenes, programación, redes sociales… Según la complejidad del tema, sobre todo si es un reportaje de investigación, el coste será más o menos elevado. La principal fuente de financiación de lamarea.com son las suscripciones. Si crees en el periodismo independiente, colabora.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.