Sociedad
Acoso en centros que practican abortos: “Ocurre un día tras otro con la pasividad de todo el mundo”
Entrevista a José Antonio Bosch, abogado de la asociación ACAI, que agrupa a todas las clínicas acreditadas que practican abortos en España.
«Una persona que va a someterse a un aborto necesita, sobre todo, sentirse segura». Así lo resume a lamarea.com el responsable de una clínica acreditada de IVE –interrupción voluntaria del embarazo– de Barcelona en cuyas puertas sufren episodios de acoso por parte de grupos fundamentalistas desde hace unos tres meses. La suya es una de las últimas clínicas que se suman a la larga lista de aquellas que tienen a un lado y otro de su entrada a personas que insultan e intimidan a cualquiera que entre.
El problema no es nuevo. Por eso, llama la atención que todavía no se hayan tomado medidas al respecto, sobre todo porque sus dimensiones son cada vez mayores. Hasta ahora, la única vía es que las mujeres denuncien a título personal. Pero, tal y como explica José Antonio Bosch, abogado de la asociación ACAI –que agrupa a los centros IVE de España– en una entrevista con lamarea.com, «lo último que quiere una persona después de abortar es irse a poner una denuncia». En definitiva, se trata de «delitos que van quedando permanentemente impunes porque no hay manera de perseguirlos».
Hay clínicas que llevan años conviviendo con el acoso en sus puertas. Otras empiezan a vivirlo desde hace pocos meses. ¿Se está intensificando?
En España hay acoso desde que se despenalizó el aborto. Desde 2009, cuando se empieza a hablar del Proyecto de Ley de la Ley Orgánica 2/2010, este ha ido en aumento. En una zona geográfica muy definida –Madrid, Albacete y Málaga– ha sido permanente desde entonces. Se han unido otros lugares, como Cádiz, Sevilla o Córdoba, y ahora, desde hace unos meses, también lo sufren en clínicas de Catalunya. Hemos notado una intensificación, sí: cada vez hay más acoso y cada vez en más clínicas.
¿Ha cambiado el perfil de quienes acosan y el tipo de acoso?
Últimamente, llama la atención que la edad media de los acosadores ha bajado, hay gente bastante más joven. Además, a las campañas antiabortistas ‘autóctonas’ –el 28 de diciembre por el Día de los Santos Inocentes y los 40 días de cuaresma– ahora se ha unido una campaña yankee: 40 días por la vida [se trata de una organización internacional fundada en Texas que realiza campañas contra el aborto de forma coordinada].
¿Qué acciones llevan a cabo?
En las puertas de las clínicas hay personas con distintas conductas: algunas están simplemente rezando, otras reparten publicidad, a veces con datos falsos, y también las hay que gritan «asesinas» a las mujeres. Imagínate entrar en una clínica y que alguien te grite que eres una asesina. En la Clínica Dator de Madrid [una de las más afectadas por el acoso], ponen ataúdes en la puerta
Se da una situación en la que una persona que va a ejercer un derecho a una prestación reconocida por el servicio público de salud, a someterse a un acto médico, tiene que pasar por algo que altera sus constantes, le produce estrés… Se está consintiendo que se dé una prestación sanitaria con mala calidad y se está permitiendo que alguien con una determinada creencia moral que choca con la norma civil trate de imponer su moral a quienes utilizan un derecho que les es reconocido. Ocurre un día tras otro con la pasividad de todo el mundo.
Además, en plena pandemia, con los contactos personales restringidos, se están repartiendo folletos en las puertas de las clínicas.
Desde ACAI os habéis reunido con diferentes administraciones públicas y cargos políticos. También con el Defensor del Pueblo, quien, en febrero de 2020, pidió al Ministerio de Interior medidas concretas para garantizar la intimidad y la libre circulación de las mujeres que acuden a clínicas IVE.
Yo personalmente he estado con tres subdelegaciones de Gobierno, dos consejerías de Sanidad diferentes, distintas administraciones, policía… El resultado es siempre la inactividad. El hecho de que este problema solo afecte a mujeres probablemente también tiene algo que ver. El tema se ha tocado mucho, pero no avanzamos.
¿Qué medidas concretas se valoran? ¿Hay referencias a nivel internacional?
En Francia optaron por una solución fuerte: modificar el Código Penal e incluir como nuevo delito todo aquel acto que obstaculizara, impidiera, coartara o intimidara a las mujeres que iban a practicar un aborto. También la difusión de información falsa. Es una solución dura en el sentido de que convierte esta actuación en un delito. También es compleja: tienes que modificar el Código Penal.
Sin embargo, hay otras opciones más fáciles. Por ejemplo, establecer una zona de seguridad. Así no se restringe ningún derecho pero quien lo ejerza debe hacerlo a una determinada distancia, de manera que no se pueda repartir folletos o acosar en las puertas de las clínicas. Hablamos de que la calidad de la prestación se está viendo afectada cuando, antes de una intervención médica, alguien se tiene que enfrentar a un mayor estrés y agobio.
No solo se acosa a las mujeres que van a las clínicas, también a las y los profesionales. ¿Qué consecuencias tiene para ellas?
Lo que persigue ese hostigamiento es el desgaste del personal, a ver si las clínicas se cierran. Son fundamentalistas que tienen una posición moral frente al aborto pero como no han conseguido una norma que lo prohíba solo les queda hostigar. En Gran Bretaña, donde el aborto es legal desde hace más de 50 años, ahora han vuelto a las zonas de seguridad que comentaba porque estos movimientos internacionales –que vienen de Estados Unidos– han vuelto a la carga.
Me recuerda a la existencia de los piquetes informativos en cualquier huelga, es decir, informar de sus motivos y de los derechos de los trabajadores. El problema con los piquetes antiabortistas es similar al de los escraches y al de los piquetes sindicales; la CEOE quiere prohibir los piquetes, las clínicas de abortos quieren prohibir los piquetes antiaborto; ambas cosas son lógicas desde el punto de vista empresarial pero incompatibles con la libertad de expresión