Cultura
#UnaMareaDeLibros | La buhardilla propia de Marlen Haushofer
'La Buhardilla', de la escritora austríaca Marlen Haushofer, es el libro que nos trae esta semana Esther López Barceló.
Una mujer casada y madre de dos hijos es la narradora y protagonista de La buhardilla. La editorial Contraseña ha recuperado la última novela de la escritora austríaca Marlen Haushofer, traducida del alemán por Carmen Gauger y con una sugerente ilustración de cubierta de Elisa Arguilé.
En La buhardilla, Haushofer se adentra durante una semana en la inconfesable intimidad de una mujer madura. Al igual que hizo la escritora Daphne du Maurier con la mujer que soñó que volvía a Manderley, nunca conoceremos su nombre. Esa ausencia enfatiza la anulación a la que se ve sometida en su condición de esposa y madre. En la sombría cotidianeidad tan solo halla un resquicio de luz en la buhardilla, su habitación propia. Siempre que el marido se olvida de ella para enfrascarse en sus asuntos, la narradora sin nombre aprovecha para refugiarse en su guarida. Allí arriba se permite dar rienda suelta a su creatividad. Porque, además de ama de casa, perfecta compañía y madre solícita, es una ilustradora especializada en aves. Su máxima aspiración consiste en dibujar un pájaro único en el mundo, uno en el que confluya lo verosímil con lo genuino. Un ave real pero que, a la vez, no exista.
Durante la semana en la que transcurre el relato, un acontecimiento insospechado quiebra la quietud de los días. En su buzón aparece un sobre amarillo que contiene los retales de un diario escrito de su puño y letra. Será a través de su lectura que conoceremos un momento terrible de su pasado. Un hecho que lo cambió todo para siempre.
La de Haushofer es una escritura lenta que se detiene en los detalles, que deja discurrir los pensamientos de la narradora sin concesiones. La experiencia de la lectura se asemeja a la de viajar al interior del cuerpo de alguien, a quien que llegamos a conocer en profundidad más por lo que calla que por lo que se permite expresar. Porque esta mujer sin nombre ha cimentado su vida a partir de silencios: Realmente no recuerdo nada. Ciertas cosas hay que olvidarlas si una quiere vivir. Late en cada recoveco de su memoria un terrible sentimiento de traición que ha condicionado por completo la forma de afrontar su condición de esposa y madre.
Ese enigmático acontecimiento del pasado, al que alude la narradora constantemente, transcurre en un bosque. Un retiro con sabor a destierro que durará años y del que sabremos gracias a las cartas amarillas enviadas por un remitente desconocido.
Marlen Haushofer nació con el nombre de Marie Helen Frauendorfer (1920-1970), hija de una madre muy religiosa y de un guarda forestal, quienes la enviaron a estudiar a un internado a los diez años. Comenzó a estudiar filología alemana y tuvo un hijo siendo soltera con un estudiante universitario. Es evidente que ese tiempo de crianza en soledad influyó en su acervo creativo posterior. Dejó la carrera en 1941 para casarse con un dentista de apellido Haushofer. Años más tarde se divorció, pero no por mucho tiempo, pues volvieron a desposarse en 1957. A lo Elisabeth Taylor y Richard Burton. Y esta vez sí, tuvieron un hijo propio. Fue en la década de los cincuenta cuando comenzó a publicar relatos, libros infantiles y novelas, entre las que destacan El quinto año, Un puñado de vida, La puerta secreta y La buhardilla.
La pared es su novela más famosa. Fue publicada en castellano en 2020 por la editorial Volcano. En ella, la autora narra una distopía que transcurre en los espacios naturales que colorearon su infancia: esos paisajes verdes y azules de las postales austríacas. En esta obra, una mujer queda encerrada en un bosque flanqueado por un muro invisible. El resto de seres humanos que la acompañaban ha desaparecido más allá de los confines de su restringido mundo. De cómo afronta el día a día deja constancia escrita en los fragmentos de papel que encuentra en la cabaña en la que sobrevive. Son evidentes, por tanto, los ecos de La pared en La buhardilla.
Haushofer busca adentrarse en los pensamientos de una mujer alejada de las convenciones sociales que la definen y acotan, en un tiempo en que solo éramos concebidas como el complemento necesario en la vida de un hombre. La autora experimenta narrativamente con sus personajes femeninos situándolos en coyunturas extremas para poner en evidencia los mecanismos de opresión que condicionaron y condicionan nuestras vidas.
Marlen Haushofer disfrutó el reconocimiento literario a su obra aunque su carrera apenas durara unos veinte años. Recibió numerosos galardones entre los que destaca el Premio de Austria de Literatura en 1968 e incluso se creó una distinción con su nombre en Steyr, una de las ciudades austríacas en las que residió. Y en 2012 el director Julian Pölsler llevó La pared a la gran pantalla.
Murió demasiado pronto, a los cuarenta y nueve años, en 1970, a causa de un cáncer de huesos. Su obra fue cayendo en el olvido paulatinamente hasta ser prácticamente una desconocida en la literatura europea de la década siguiente. Fue el feminismo el que la rescató para reubicarla en la genealogía de escritoras necesarias que nos arrebataron del canon.
La lectura de La buhardilla marida deliciosamente con Maternidades y creación, una antología de relatos y escritos ensayísticos de escritoras contemporáneas: desde Sylvia Plath a Ursula K. Le Guin pasando por Tillie Olsen o Margaret Atwood. Una edición cuidadísima de Alba a través de la cual es posible navegar por las reflexiones de mujeres que, a lo largo del tiempo, tejieron su escritura arañando minutos al descanso, después de jornadas interminables cuidando de otros.
Mientras leía La buhardilla acudía a mi pensamiento el recuerdo de una novela de Sofia Tolstoi, quien después de criar trece hijos y pasar a limpio los textos de su esposo, aún fue capaz de escribir De quién es la culpa, una obra fundamental que denunció los límites vitales y la violencia a la que está sometida una mujer casada en un régimen patriarcal. Podríamos citar también a Emilia Pardo Bazán y Los pazos de Ulloa, o su antología de relatos alrededor de la violencia de género, recogidos por Contraseña en el volumen El encaje roto; a Dolores Medio y su novela Bibiana; o las memorias de Felicidad Blanc tituladas Espejo de sombras y editadas por Cabaret Voltaire. Este es un tema abordado ya desde la lejana Edad Media, cuando surgió por toda Europa una corriente lírica popular y anónima conocida como «la malcasada», en la que la mujer expresa la violencia cotidiana con la que su marido la tortura incesantemente.
Anidan en La buhardilla los ecos ancestrales de mujeres que han consumido sus días en una insoportable vacuidad sin siquiera reconocerse a sí mismas hasta donde abarcaba la envergadura de su dolor. Mujeres como nuestra protagonista sin nombre siguen habitando entre nosotras, algunas adheridas a nuestros libros de familia, sonrientes en nuestros álbumes de fotos y yaciendo bajo las sepulturas familiares. No están todas muertas, ni están tan lejos. Y la mayoría ni siquiera alberga la posibilidad de una buhardilla.