Sociedad
“Sería importante que la política se interesase por la menstruación más allá de utilizar el tema en campaña”
Entrevista a Paloma Alma, autora de 'CYCLO: tu menstruación sostenible y en positivo', un libro en el que aborda la menstruación sostenible.
«Menstruar no es solo sangrar por la vagina». Quienes lo hacemos, lo sabemos. Sin embargo, la conversación pública sobre la regla está tan estancada que todavía cuesta que esta idea llegue a otros espacios, donde es probable que no haya ni siquiera una mayoría de personas que menstrúan.
La frase es de Paloma Alma, fundadora de CYCLO, un proyecto de menstruación sostenible. En su libro CYCLO: tu menstruación sostenible y en positivo (Penguin Random House, 2020), aborda lo que considera un asunto de Estado, pero también una cuestión personal que permita a quienes menstrúan reconciliarse con su propio cuerpo, sus emociones, miedos y capacidades.
Comienzas el libro haciendo referencia a una experiencia compartida por muchas mujeres –sobre todo de los 90–: nuestras principales fuentes de información sobre la regla fueron revistas como Superpop y Bravo y la visita de una representante comercial de Evax al colegio. ¿Cómo ha cambiado la educación menstrual en los últimos años?
El cambio en cómo percibimos la educación menstrual ha venido gracias a la democratización de las redes sociales. Antes, la recibíamos a través de medios en los que un editor o un director de campaña elegía cómo dar un anuncio sobre compresas o qué tipo de publicación se iba a hacer sobre la regla. Ahí empezaba el sesgo. Ahora, cualquiera con formación e interés puede abrir una cuenta o un canal en alguna red social y desde ahí se suele responder mucho mejor a las dudas y los intereses que tenemos las usuarias reales. Ahora recibimos la información de una manera mucho más directa y menos institucional.
Muchas hemos llegado a estas fuentes –y, en definitiva, a otro tipo de información– siendo ya adultas. ¿Qué consecuencias tiene la falta de información o la desinformación para nosotras?
Haber sufrido más de la cuenta. Haber odiado la regla, no haber llegado preparadas. Alguien que nunca ha mirado su ciclo, de repente tiene que saber exactamente cuándo ovula o saber cuándo es fértil porque quiere ser madre, después de 20 años menstruando.
Eso es lo que más me impacta: el sufrimiento. Asumimos de una manera muy natural que menstruar tiene que venir acompañado de dolor, de sequedad vaginal, de hongos… Yo me tiré años pensando que menstruar era eso porque es lo que veía y no conocía otra manera de vivir la menstruación.
Sobre los 22 años descubrí que si utilizas productos más sanos no tienes picores todos los meses; que las infecciones vulvovaginales pueden venir del tipo de productos que usamos y que el dolor menstrual se puede gestionar. También que se puede llegar al bienestar menstrual con una nutrición adecuada. Incluso que el apoyo psicológico puede ayudar a mujeres a enfrentar la ansiedad premenstrual. La gran consecuencia de la falta de información es que la mitad de la población menstruemos y odiemos nuestros ciclo y, por ello, estemos un poco en guerra con nosotras mismas.
En el libro también hablas de la atención médica como un obstáculo en algunas ocasiones.
Aunque cada vez hay más profesionales actualizados, la realidad es que hay sanitarios y sanitarias que no informan adecuadamente de las opciones. Todavía hay una parte muy machista, muy heteropatriarcal, en la figura del médico: un tío que lo sabe todo. Si una persona que no tiene acceso a otro tipo de información va a dar con un profesional desinformado o desactualizado que le dice que la única solución para su dolor menstrual es tomarse una píldora anticonceptiva –que lo que hace realmente es quitarte el ciclo–, se lo va a creer.
El peligro es no contar con otras fuentes de información fiables. También hay quien no sabe que tiene derecho a una segunda o tercera opinión en el ámbito sanitario o que pueden cambiar de médico. Muchas mujeres van a ginecología con dolores menstruales muy fuertes y les dicen que es lo normal, que es lo que tienen que aguantar. Si no das con alguien que sepa lo que es la endometriosis, no piensas que pueda haber otra posibilidad. Las mujeres necesitamos todas las herramientas y tomar parte en nuestra salud.
También falta información sobre productos menstruales más allá de compresas y tampones. Es sobre los que se plantea eliminar el IVA, por ejemplo, en aquello países en los que se ha hecho.
El primer partido político que puso este debate sobre la mesa fue la CUP de Manresa, en 2016. Era la primera vez que se hablaba de quitarle el IVA a los productos menstruales en España, en ese momento eran como extraterrestres. Ya no solo hablaban de quitar el IVA sino de ofrecer a las chicas que menstruaban por primera vez la opción de tener un kit de menstruación de manera gratuita que incluyera opciones como las compresas de tela, la copa y las esponjas. Las trataron de locas porque la gente no sabe que existe eso; porque la regla no termina de pasar al plano político.
¿Por qué no se habla tanto de este tipo de productos como se hace de los desechables?
Porque el dinero está en grandes empresas, multinacionales que no solo venden compresas y tampones, sino todo tipo de productos cosméticos, jabones y cremas para el picor que precisamente provocan las compresas y los tampones. Estas grandes multinacionales son las que ponen el dinero para hacer investigaciones y campañas contra el cáncer para lavarse la cara. También son las que ponen los anuncios: una empresa de copas menstruales no tiene dinero para poner un anuncio en prime time en la tele. Lo que interesa comercialmente es que una persona tenga que comprar estos productos mes a mes.
Creo que sería importante que la política se interesase de verdad por la menstruación más allá de utilizar el tema en campaña, como ya ha pasado. Llaman la atención pero, ¿dónde ha quedado esa propuesta de bajar el IVA a productos menstruales? En ningún sitio, siempre hay algo más importante. Si de verdad hablasen de este tema desde el conocimiento y sabiendo la problemática que hay detrás, estaríamos ya hablando de otras cosas, pero por el momento no es posible.
Como en el caso de la CUP, la conversación pública se suele llevar al extremo cuando alguna institución saca el tema y habla de alternativas. ¿Por qué crees que ocurre?
Uno de los motivos es que hay muchas mujeres que llevan toda su vida enfrentadas a su propia menstruación. Hay mujeres, de más edad, que se resisten a pensar que hay otra manera de vivirla. Es una manera de asumir que se han equivocado. Yo lo veo muchísimo, sobre todo en redes sociales. Muchas veces se lo toman como un ataque o un reproche en lugar de como una oportunidad de vivir de manera diferente, igual no ya ellas porque no les toca, pero sus hijas, sus sobrinas o sus nietas.
¿Los productos menstruales reutilizables pueden ayudar a acabar con la pobreza menstrual?
Antes que ofrecer productos, lo que hay que hacer es educar: explicar qué le pasa a nuestro cuerpo cuando menstruamos; desminitificar la sangre o el olor a menstruación que hace que haya quien se niegue a usar determinados productos. No deberíamos caer tanto en dar copas y compresas de tela a las mujeres como en usar los recursos para ayudarlas a entender las diferentes maneras desde las que se puede gestionar la menstruación. Puede que haya sitios en los que necesiten productos desechables porque no tienen agua corriente. Pero la base es siempre la educación.
A nivel laboral, en el libro planteas la importancia de una política menstrual en las empresas o una baja menstrual. ¿Cómo puede colarse esto en la agenda pública?
Lo primero es visibilizar más nuestros ciclos y compartir más esta información en el entorno laboral. Solo contamos cuando estamos embarazadas, pero no contamos nada más. Para eso hay que establecer una relación de confianza con compañeros y superiores. Esa sería una parte fundamental desde lo individual para romper el tabú y autoeducarnos entre todas y todos.
Luego, habría que empezar a investigar. Hay poquísimos estudios científicos que aborden el tema y los que hay están enfocados hacia la productividad durante la menstruación. ¿Y qué pasa el resto del ciclo? La menstruación es una parte ínfima del ciclo. ¿Por qué no se investiga, por ejemplo qué le pasa a una persona trabajadora cuando está premenstrual? Si no hay estudios científicos que avalen esto que nosotras sí sabemos que nos pasa, no hay respaldo para que se pueda hablar de ello de manera pública con respeto y sin ridiculizar ni caer en clichés.
Respetar el ciclo menstrual también es respetar los ciclos de la vida.
Y los calvos, no pintamos?
Va siendo hora de estar estigmatizados.