Opinión

Basado en pelis de tarde

Así se presenta Peli de tarde (@PeliDeTarde), que inicia colaboración con La Marea: "Menos bromas con el cine-siesta, cuya trascendencia va más allá de lo que imaginamos".

Cartel de la película ‘Cambiadas al nacer’.

Afronto mi primera colaboración en La Marea con cierta cautela, pues muchos de los que vayan a asomarse a este artículo desconocerán la incansable defensa que llevo a cabo, principalmente en mi cuenta de Twitter, de las pelis de tarde, ese género cinematográfico que durante los fines de semana ocupa las sobremesas de los principales canales de televisión en sus diferentes manifestaciones: alemanes haciendo cosas en La1, psicópatas y dramas familiares en Antena 3, Nicolas Cage y otras aventuras en Cuatro, catástrofes y monstruos gigantes en La Sexta… 

Cine infravalorado por la mayoría de la población pero esencial para nuestras siestas, al que las plataformas digitales aún no han conseguido desbancar como opción favorita de somnífero vespertino. Pero no solo la cautela me acompaña en la redacción de este texto, también lo hace el convencimiento de que mi cruzada se antoja más necesaria que nunca al comprobar, día tras día, que nuestra realidad se está convirtiendo en una enorme peli de tarde.

Para sustentar esta última afirmación no necesito remontarme al inicio de la pandemia o rebuscar entre los hechos más destacables del pasado año que acrediten que nuestras vidas son cada vez más pelitardienses, me bastan con echar la vista atrás un par de semanas para confirmar que estamos inmersos en la mayor peli de catástrofes jamás vista, en la que se cumplen cada uno de los tópicos del subgénero: nuevas cepas de un virus sin control, problemas con los laboratorios farmacéuticos para suministrar antídotos, terremotos, nevadas históricas…

Hasta han alertado de unas ratas negras trepadoras de árboles que nada tienen que envidiar a las Lavalántulas o Pirañacondas típicas de las tardes de La Sexta, y que amenazan con atacar a los viandantes madrileños. En esta comunidad hasta tienen a una presidenta que, como el alcalde de Tiburón (Steven Spielberg, 1975), resta importancia a cualquier amenaza que se cierna sobre los habitantes de su localidad con tal de salvar la temporada (de lo que sea).

Y hablando de psicópatas, se trata este de un subgénero muy habitual en Antena 3, en el que una niñera majareta, un vecino siniestro, un entrenador personal obsesivo o algún personaje del estilo amenaza la estabilidad de una familia indefensa. Si bien es cierto que este tipo de películas siempre han tenido una amplia representación en la vida real –afortudamente, la vida real las ha adelantado en algunos aspectos: ya sabemos que el entrenador no es obsesivo, es un maltratador–, dicha representación se ha acentuado en los últimos tiempos, teniendo al caso Mainat como máximo paradigma. Tampoco se queda atrás la señora que hace unos días apuñaló a su esposo por creer que le estaba siendo infiel, al encontrar en su cartera una foto de ella misma de joven y no reconocerse, lo que supone un plot twist superior a cualquiera que podamos ver en las sobremesas de Antena 3.

Pero si hay algo que verdaderamente ha tenido influencia en nuestras vidas, son las pelis alemanas de La1. De ser ciertos los rumores –y varias fuentes no fidedignas así me lo han confirmado–, la razón de la ingente cantidad de films teutones adquiridos por la televisión pública no es otra que una cláusula incluida en el plan de rescate europeo a España en 2012, punto crucial para que Merkel diese su aprobación a dicho acuerdo. Lejos de ser este el único movimiento geopolítico que se ha visto reflejado en nuestras sobremesas, nos encontramos ahora con que Cuatro está emitiendo numerosas películas rusas de ciencia-ficción, lo que sin duda obedece a un intento de abaratamiento del lote de la vacuna Sputnik V. Por lo que menos bromas con el cine-siesta, cuya trascendencia va más allá de lo que imaginamos.

Por lo expuesto, considero más que probada mi teoría de que la vida se está convirtiendo en un enorme film de sobremesa, cuyo intertítulo inicial, en vez de el habitual «Basado en hechos reales» que una voz en off de ultratumba lee antes de que la acción comience, debería ser «Basado en pelis de tarde».

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