Sociedad
La Fiscalía pide 4 años de prisión para los ultras acusados de boicotear el homenaje al poeta valenciano Estellés
“¿Dónde están los amigos de Guillem?”, gritaron en referencia al joven del pueblo asesinado en 1993 por un neonazi. Los amigos de la víctima se encontraban entre el público.
Una estatua de Vicent Andrés Estellés ocupa un banco en la plaza donde se ubica el Ayuntamiento de su pueblo, Burjassot, a escasos minutos de València. La figura del poeta ha sido testigo de los numerosos homenajes que ha recibido allí mismo, tanto él como otro vecino del pueblo, Guillem Agulló, asesinado en 1993 por un grupo neonazi. Cada año, centenares de personas se concentran en ese lugar para recordar a ambos. Al poeta y al joven. Y ambos son recordados también por los fascistas, que celebran el asesinato de Guillem con pintadas en los muros del pueblo, o atentan contra la estatua del poeta lanzándole pintura azul.
El 14 de mayo de 2013, los ultraderechistas no aparecieron de noche ni encapuchados. Según el relato de los hechos, lo hicieron a cara descubierta, hasta el mismo pleno del Ayuntamiento. Se celebraba un acto de homenaje al poeta, con la lectura de varias de sus obras. Los ultras irrumpieron a gritos y empujones, insultando y amenazando a los asistentes y tratando de impedir el homenaje. La Fiscalía solicitó ayer penas de casi cuatro años de prisión para cada uno de los once acusados: A. G., J. C., V. Z., F. P., A. S., J. P., F. C., A. S., J. M. M., S. M. y M. L.
Precisamente se acababan de celebrar un mes antes los actos de homenaje a Agulló, cuando se cumplía el 20 aniversario del crimen. La ultraderecha valenciana siempre recuerda este asesinato como una advertencia a quienes reivindican su memoria: “¿Donde están los amigos de Guillem?”, gritaban los ultras en el homenaje al poeta. Algunos estaban sentados justo delante. La familia del poeta mantiene una estrecha amistad con los padres del joven asesinado, vecinos del pueblo. Desde que mataron a su hijo, tratan de hacer oídos sordos a las constantes alusiones a Guillem que hacen los fascistas en sus actos. “¡Acabaréis como Guillem Agulló!”, amenazaron los ultras. Un grito habitual en sus algaradas.
El homenaje a Estellés había sido organizado por el Ayuntamiento, gobernado entonces por Jordi Sebastià (Compromís), y por la Academia Valenciana de la Llengua (AVL), cuyo presidente, Ramón Ferrer, fue también uno de los blancos de las iras ultraderechistas. Diez días más tarde, el domicilio de Ferrer amaneció con pintadas acusándolo de ‘traidor’ y ‘catalanista’.
Ferrer había sido propuesto por el PP para ocupar cargo en la AVL, un ente considerado por la ultraderecha una traición por admitir que el catalán y el valenciano son la misma lengua. Es decir, por poner fin a un conflicto artificial del que no existía ninguna duda en la filología. La misma semana del ataque a la casa de Ferrer, el GAV convocaba una protesta ante el Ayuntamiento de Burjassot contra el alcalde, Jordi Sebastià, de Compromís, a la que se adhirió el PP. El GAV anunciaba en su Facebook esta convocatoria usando una caricatura antisemita de la alemania nazi caracterizando a un judío como un catalán, portando barretina.
Escritores, poetas y artistas valencianos han sido durante años objeto de la estigmatización y la violencia de la extrema derecha, al considerarlos ‘catalanistas’ por usar el valenciano en sus obras y defender su normalización. Agunos, como Manuel Sanchis-Guarner o Joan Fuster, fueron objeto de atentados terroristas que nunca se esclarecieron. También todo tipo de actos culturales y políticos, así como las sedes de organizaciones valencianistas y de izquierdas, han sido atacados en numerosas ocasiones, sin que en la mayoría de veces se haya identificado a los autores.
Tan solo en 2006 se logró una condena, también contra tres miembros del GAV, por el asalto y robo al Casal Jaume I del barrio valenciano de Russafa, propiedad de Acció Cultural del País Valencià (ACPV). Ahora, los once ultraderechistas que fueron denunciados por asaltar el Ayuntamiento de Burjassot esperan la sentencia. Se les acusa de varios delitos: desórdenes públicos, amenazas y coacciones.
A pesar de autodenominarse ‘valencianistas’, este grupúsculo y otros de la órbita anticatalanista se han caracterizado por atacar reiteradamente cualquier intento de normalización y promoción del valenciano, aliándose para ello con otras organizaciones de extrema derecha españolistas. El término ‘valencianismo’ fue regalado por los medios de comunicación durante años a los contrarios a la normalización de la lengua, en contraposición a quienes la defendían, acusados de ‘catalanistas’ por admitir que el catalán y el valenciano son la misma lengua, tal y como la filología ha defendido siempre.
Sobre el conflicto identitario valenciano se han publicado numerosos estudios y hasta un documental, Del Roig al Blau (Llorenç Soler, 2005), que trata de explicar sus orígenes durante la Transición, y la relación del antivalencianismo con los franquistas y las cloacas del Estado.
Recientemente, el periodista Lucas Marco publicaba un artículo en elDiario.es en el que se desvelaba el testimonio y la documentación que permanecía en manos de Emilio Attard, uno de los redactores de la Constitución de 1978 sobre la creación del GAV. En el archivo de este padre de la Constitución se encontraba una copia notarial de los estatutos de esta organización, cuyos miembros esperan hoy la sentencia por el ataque al homenaje a Estellés.