Sociedad
¿Cómo viviremos cuando seamos viejas?
España envejece y necesitamos modelos urbanos no edadistas que potencien el envejecimiento activo para aumentar la autonomía de las personas mayores.
España se hace mayor. En 2068, según la proyección del INE, 3 de cada 10 personas seremos mayores de 65 años. Catorce millones de personas, de las cuales casi el 50% tendrán más de 80 años.
El brutal impacto del COVID-19 en la población mayor ha reabierto un debate: ¿Cómo son las condiciones de vida de las personas mayores? Este debate se ha centrado en las residencias, ya que en estos espacios se ha acumulado el 53% de las muertes por Covid-19 (durante la primera “ola”). Sin embargo, actualmente solo el 4% de la población mayor vive en residencias y el 80% de ellas supera los 80 años. Es decir, dentro de 50 años, probablemente sigamos viviendo en casas, barrios, ciudades o pueblos que, a menos que cambiemos de raíz el modelo, no estarán preparadas para las necesidades de este sector de población.
Para analizar la incidencia de la crisis sanitaria en las personas mayores, y en el contexto urbano, proponemos mirar a nuestros barrios. La configuración urbana actual responde a un modelo que genera una fuerte brecha edadista. El urbanismo afecta a la vejez: cómo están dispuestas las calles (aceras estrechas y predominio de espacio para el coche) o que haya o no bancos donde charlar facilita o hace imposible tejer redes sociales.
Al miedo a la calle, a la velocidad en las aceras o al ruido de los coches, ahora se suma el miedo al contagio asociado, torticeramente, al espacio público. Miedo a que la calle nos haga más vulnerables. Algunas de las limitaciones de movilidad e interrelación de gran parte de la población mayor son previas al estado de alarma. La soledad no deseada, en España afecta entre el 30%-50% de las personas mayores, es un tema central en las agendas públicas ya desde antes de marzo de 2020. Recordemos que en enero del 2018, la primera ministra Theresa May creó el Ministerio de la Soledad en Reino Unido. En este sentido, es necesario revisar el modelo urbano actual desde el prisma de las dependencias; ya que las barreras arquitectónicas, físicas y sociales, tienen una gran incidencia en la soledad y en las dependencias de la vejez.
Hacia otro modelo de ciudad
¿Cómo deberían ser las ciudades y los barrios cuando casi una de cada 3 personas seamos mayores de 65 años? ¿Dónde y cómo viviremos? ¿Es una buena estrategia “sacar” las residencias al extrarradio, cuando la mayoría de las personas mayores quiere envejecer en su casa y en su barrio? ¿Están las ciudades preparadas para ello? ¿Están las viviendas actuales pensadas para millones de nuevos hogares unipersonales de mayores de 65?
La tarea de repensar y redefinir las arquitecturas del cuidado en los barrios exige enfrentarnos a las cuestiones edadistas y productivistas de las ciudades actuales. Para ello, es fundamental dotar de agencia a mayores, así como a la infancia y adolescencia, para nuevas prioridades desde una perspectiva de las dependencias comunitarias. Es de sumo interés el análisis que realizaron Ana Fernández e Irati Mogollón en la investigación, –y posterior libro– Arquitecturas del cuidado, donde realizan un estudio de diferentes alternativas de vivienda colaborativa de mayores, que van desde lo público a lo social-comunitario.
Como decía Amaia Pérez Orozco, en la comisión de reconstrucción del congreso, es necesaria la “articulación distinta entre la institución y la comunidad para ir pensando una lógica de lo común”. Sin duda, necesitamos más modelos de habitar la vejez, abordando las interconexiones entre la vivienda y su entorno en relación con la soledad y las dependencias. Ajustar las viviendas para cuando se elige envejecer en casa, en el barrio; promocionar viviendas para quienes eligen vivir en colectivo; y, por último, hacer de los barrios lugares habitables para todas las edades. En este sentido, ¿cuáles son las urgencias que hoy presentan las casas y los barrios en relación con el envejecimiento veloz de nuestra sociedad?
Repensando el urbanismo para los retos demográficos actuales
Algunas de las claves que deberíamos plantearnos para adaptar las ciudades a las necesidades de la tercera edad:
- Reducción de la hostilidad urbana. Las soluciones arquitectónicas pasan por hacer la calle habitable, lo que implica ampliar aceras, aumentar la vegetación y los bancos y crear pequeños parques y plazas de proximidad.
- Acompañamiento comunitario a personas mayores de 75 años. Creación de espacios para la comunidad, huertos, talleres de bicis, comedores comunitarios, lavanderías,… En definitiva, espacios que vertebren la comunidad y propicien iniciativas para fortalecer el cuidado y el control comunitario.
- Defender el derecho a envejecer en tu casa. Mejorar la accesibilidad universal (física y cognitiva) tanto en la vivienda como en el bloque, principalmente la inserción de ascensores, rampas y re-dimensionado de puertas y baños. Asimismo, es necesario crear espacios que conecten las viviendas con el exterior, entre lo público y lo privado.
- Adaptar las residencias de ancianas y ancianos. Evolucionar hacia equipamientos del modelo hogar, donde las personas puedan decidir algunas cuestiones y sea posible una vejez activa que afiance la participación social. Es estratégico que las residencias estén insertas en barrios.
- Promover viviendas intergeneracionales y proyectos de vivienda en cesión de uso o alquiler para personas de edades diversas, fomentando el encuentro y cuidado intergeneracional.
España envejece y necesitamos modelos urbanos no edadistas. La crisis sanitaria ha puesto de manifiesto las carencias del modelo urbano actual. Tenemos delante el reto que supone la gestión del hábitat y de los cuidados de las personas mayores de las próximas décadas, es decir, de nosotras mismas. Todo ello nos exige trabajar e investigar colectivamente en soluciones arquitectónicas que potencien el envejecimiento activo, creando modelos de vivienda para aumentar la autonomía de las mayores, o proyectos de transformación urbana que den respuesta adecuada a la problemática actual y a los retos demográficos que se presentarán en muy pocas décadas. La posibilidad de vivir en unas condiciones dignas de participación social está en nuestras manos. Y tú, ¿cómo quieres vivir tu vejez?
Ya vamos siendo más personas las que nos estamos planteando vivir de otras maneras, las cooperativas en cesión de uso tenemos poca financiación, pocos créditos de los bancos y esto no ayuda a crear grupos intergeneracionales.
En el Cohousing Bustarviejo lo estamos intentando, es una realidad que las familias jóvenes que se acercan se encuentran con las dificultades económicas que implica meterse en un proyecto como este y además pagar una casa, hipoteca… pero vamos a seguir intentándolo.
Compartimos los criterios que se han planteado y mantenemos contacto con los grupos y movimientos que genera esta forma de entender la vida.
Muy interesante el artículo. Gracias y Ánimos.
Desde La Edad Media, cada pandemia ha servido para cambiar la forma de relación social y el trazado urbano.
Esperemos que esta sirva para mejorar los servicios públicos, como sanidad, movilidad, lucha contra la pobreza y servicios sociales en general.
Teniendo en cuenta la mayor longevidad de la población futura, como muy bien denuncia el artículo periodístico.