Internacional | Sociedad
Argentina legaliza el aborto
El movimiento feminista argentino gana una batalla histórica tras muchos años de derrotas jurídicas y de incansable militancia en las calles.
El aborto clandestino en Argentina ha pasado a la historia. El Senado aprobó finalmente la ley que permite la interrupción voluntaria del embarazo antes de las 14 semanas, y también después si es producto de una violación o si está en peligro la salud o la vida de la madre. Tras muchos años de activismo social, la llamada Marea Verde consiguió su objetivo y la emoción se desbordó en las calles de todo el país.
El debate en la Cámara alta, tenso y agitado, se alargó hasta pasadas las 4.00 de la madrugada. Duró 12 horas y concluyó con 38 votos a favor, 29 en contra y una abstención. Hubo, además, cuatro ausencias. La ley necesitaba 34 votos para ser aprobada.
En este avance se implicó personalmente el presidente Alberto Fernández, quien dedicó toda la tarde a negociar con los senadores indecisos un voto de última hora a favor del proyecto. Aunque la victoria pertenece, sin ninguna duda, a las mujeres feministas, que han ganado la votación en la calle, militando con perseverancia por sus derechos.
En 2018, en una votación similar, se impusieron los partidarios del no. En esta ocasión el bloque inmovilista no consiguió frenar lo que es un movimiento social de enorme magnitud pero sí dejó intervenciones chocantes en el debate preliminar. Para fundamentar su rechazo a la ley el senador Dalmacio Mera se remontó a la Edad Media. Contó la historia de un economista que recomendó a un rey sacrificar a la mitad de la población para solucionar sus apuros económicos. Fechó la anécdota en 1315.
También usó el recurso del complot, afirmando que los abortos responden a la agenda de un lobby internacional de inspiración malthusiana para controlar la población de los países pobres. Menos conspiranoica, la senadora María Belén Tapia expuso su fe religiosa para oponerse a la ley: “Los ojos de Dios están mirando el corazón de cada uno de los senadores”. Los políticos conservadores (llamados celestes, en contraposición a los verdes, que están a favor del aborto legal) ya han anunciado que recurrirán a los tribunales para tumbar la ley.
Aunque no de forma aplastante, el sentido común se impuso en el Senado argentino. “Me pregunto, señores senadores, ¿con qué cara pueden obligar a parir a una mujer cuando esa mujer no lo desea?”, declaraba Nancy González. “Basta de esta lógica patriarcal. Dejemos de ser hipócritas. Este proyecto reivindica la maternidad como un derecho, no como una obligación”, añadía, por su parte, Norma Durango. González y Durango son dos de las 28 mujeres del Senado argentino. El resto, 44 asientos, lo ocupan hombres. “Por mi hija, por mi nieta, para que no volvamos nunca más al perejil, a las perchas, a los garajes clandestinos. Para que no volvamos nunca más a que haya mujeres muertas por aborto clandestino”, dijo González, emocionada, antes de adelantar su voto afirmativo.
Desde el fin de la dictadura militar, en 1983, más de 3.000 mujeres han muerto en Argentina por la falta de seguridad en los abortos clandestinos. Hoy es el tercer país sudamericano en permitir la interrupción del embarazo tras Uruguay (que lo despenalizó en 2012) y Guyana (donde está permitido desde 1995). Se calcula, además, que estas intervenciones ilegales le cuestan al sistema argentino de salud 25 millones de euros al año, por las frecuentes complicaciones, hemorragias y el consiguiente ingreso hospitalario. Es decir, 21 veces más que el aborto legal.
Junto a la aprobación de la nueva ley (y para apaciguar a los reticentes) el Senado incluyó el llamado “plan de los mil días”, que recoge una serie de ayudas sociales a mujeres embarazadas, madres y niños de hasta tres años.
El proceso de movilización feminista que ha culminado en el aborto seguro, libre y gratuito del que hoy disfruta Argentina está narrado de forma excepcional en el documental La ola verde (que sea ley), de Juan Diego Solanas.
En España, a pesar del intento del exministro popular Alberto Ruiz Gallardón por limitarlo en 2014, el aborto es un derecho con amplia aceptación. El 83% de la población se muestra a favor, según una encuesta de Ipsos.
El movimiento antiabortista, sin embargo, no ha frenado sus campañas de acoso, como demuestran los recientes hechos acaecidos alrededor de la clínica Dator, en Madrid. Allí muestran pancartas, organizan vigilias y rezos, arrojan pintura roja en las cercanías e, incluso, abordan directamente a las mujeres para decirles que van “a matar” a su hijo.