Sociedad

Relatos nada sexis: desmontando el erotismo

30 autoras participan en esta antología feminista, editada por Ménades, que busca deconstruir la literatura erótico-romántica.

'Relatos nada sexis'.

Hablar de sexo no es erotismo; o, al menos, no tiene por qué serlo. Y más aún cuando el fin último es dar voz a autoras que muestran cómo viven el placer las mujeres como sujetos deseantes y no objetos deseados; o como juguetes rotos de relaciones complejas. “Queríamos visibilizar a autoras, lograr que sus voces sean escuchadas”, comenta Blanca Berjano Rodríguez, editora y también autora en la antología Relatos nada sexis (Editorial Ménades, 2020).

“Muchos de estos textos tratan el tema del abuso, de la falta de consentimiento en el sexo o del maltrato. Otros tratan temáticas como la falta de deseo, la frustración en la pareja, aunque algunos lo hacen con ironía o con un toque de humor”, explica la editora. “La idea de este proyecto era precisamente expresar lo que a nosotras no nos resulta discurso erótico, aquello que en el fondo esperamos que cambie en la sociedad. Por ello, creo que un hombre puede y debe comprender que la falta de consentimiento en el sexo no es erotismo. No es cuestión de capacidad, sino de aprendizaje; es la cultura de la violación la que ha permitido que los discursos se entremezclen y que ciertos comportamientos machistas y agresivos para con las mujeres se vean como lícitos y normales”, añade.

La contundencia de sus palabras actúa como muro protector de esa intimidad contada en las páginas del libro, tejida a base de 30 historias con atmósferas muy cercanas. Tanto, que nos permiten casi notar el aliento de quien sostiene la pluma. Los relatos llegaron a través del correo electrónico desde diversos lugares: Madrid, La Rioja, A Coruña, Zaragoza y países como Francia, Italia, Argentina, Colombia o México, entre muchos otros, en respuesta a la convocatoria lanzada por Ménades Editorial el pasado abril. Había una única norma: mostrar el deseo femenino, más allá de las fantasías eróticas propias de best sellers y del tradicional rol supeditado al deseo masculino.

Esto lleva a los lectores/as a recorrer diversas realidades que hablan de amor pero también de maltrato, de abuso, de micromachismos, de violencia y, sobre todo, de empoderamiento y resiliencia. “Los personajes acaban por defenderse ante el agresor o deciden continuar con su vida pese al dolor. Eso me llena de esperanza y de ganas de seguir luchando; significa que algo está cambiando, que ya no vamos a permitir más violencia”, reflexiona Berjano. Además de lo que las une, la riqueza de la antología está en lo que separa esas narraciones, esa diversidad a la que la editora se refiere “no solo en el tipo de lenguaje utilizado, sino en las temáticas y problemáticas tratadas, el rango de edad de las autoras o la orientación sexual”, lo que dota a la antología de diferentes perspectivas.

Admite que proyectos como este son ilusionantes porque su existencia es escasa. Ménades Editorial se define como editorial feminista y en su ADN está dar voz a las escritoras. Sin embargo, considera que “el mundo editorial está lleno de hombres, señores, que buscan publicar a los mismos de siempre con el mismo discurso de siempre”. Sí detecta ciertos avances, con la concesión del Premio Princesa de Asturias de las Letras a Anne Carson o el Nobel de Literatura a Louise Glück como indicadores del cambio. “Me gustaría creer que, por fin, se está haciendo justicia y que la balanza comienza a equilibrarse”, sostiene la editora.

Sobre la editorial

Ménades Editorial surge tras una idea originaria de Carmen Peire – escritora, gestora cultural, editora y también presidenta de AMEIS (Asociación de Mujeres Escritoras e Ilustradoras)– de dotar a la editorial en la que trabajaba de una línea exclusiva de mujeres escritoras. De esto hace cuatro años; y lo que iba a ser un proyecto más dentro de una empresa, se convirtió en empresa por sí misma con un objetivo claro: apostar por las escritoras y el feminismo.

Con Relatos nada sexis, Ménades Editorial quiere señalar el desastre en las relaciones sexoafectivas, en los micromachismos y las violencias que sufren las mujeres. Una forma de reivindicar todas esas formas de deseo normativo en el que a veces las relaciones no generan placer, sino la presión de tener que sentir ese placer.

Las autoras participantes son:

Alicia Gil Gómez, Ana Grandal Martín, Ana Héron, Ana Pellicer Vázquez, Ana Veiga, Andrea Zurlo, Arancha Sanz Seligrat, Belén Rodríguez, Blanca Berjano Rodríguez, Cristina Consuegra, Elena Salvador Beraza, Guadalupe Eichelbaum, Jenny Guevara Hammond, Laura López Gómez, Leyre F. Itarte, María Eugenia Bertone, Mª Paz Osorio Lozano, Matilde Tricarico D’Ambrosio, Montse Soria, Nela Escudero, Princesa Consuela, Rakel Ugarriza, Raquel Pons García, Sandra Vera, Sara Sánchez de Molina Santos, Silvia S. Muñoz, Solène Delrieu, Sonia Aldama Muñoz, Tanit A. Martínez, Vanesa Marco.

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Comentarios
  1. «Me gustaría creer que, por fin, se está haciendo justicia y que la balanza comienza a equilibrarse»

    Ojalá así sea y no que simplemente el péndulo se dirige al extremo opuesto, que lo de las pintoras que se ha decidido exponer el El Prado, menos Sofonisba Anguissola, magnífica pintora a la que hay que vindicar, es verdad, es de juzgado de guardia: pintoras ya no mediocres sino infumables que están en la primera pinacoteca del mundo porque eran mujeres y punto, no por su talento pictórico. Y eso, de justicia tiene bastante poco. Que la mayoría de los grandes artistas sean hombres es una realidad indiscutible que se debe al hecho de que hasta hace menos de un siglo a las mujeres no se les permitía dedicarse profesionalmente al arte, y obviamente una persona que simplemente practica una disciplina artística, o del tipo que sea, como afición, es difícil que alcance la excelencia de quien vive para dicha disciplina. Por eso no hay una Velázquez ni una Beethoven o una Einstein. Pero contra eso no se lucha mintiendo y diciendo que Fulanita es una gran escritora/pintora/científica/filósofa/etc, porque la historia acaba poniendo a todo el mundo en su sitio, sino valorando con justicia, de verdad, sin discriminaciones «positivas», a cada creador, sea macho o hembra.
    Desde el Nobel a Dylan lo cierto es que el Nobel de Literatura ha perdido bastante prestigio. No tengo un criterio lo bastante respetable como para opinar sobre la obra de Glück, pero las políticas de paridad, cuotas, diversidad, etc, lo que han conseguido es que se mire a cada premiada/promocionada con sospecha como se sigue mirando con sospecha, lamentablemente, a la guapa de la oficina que consigue un ascenso.

    Sobre el libro, no conozco a todas las autoras, pero espero que no sea el enésimo libro erótico escrito por mujeres europeas todas, ninguneando las distintas percepciones de las relaciones sexuales y afectivas que se tienen en otras culturas, que cuando se habla de feminismo siempre se suele hablar de feminismo angloamericano blanco, despreciando la diversidad antropológica y cultural del mundo.

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