Política

Alberto Vizcaíno, ambientólogo: “La nueva Ley de Residuos nace obsoleta”

El experto en Ciencias Ambientales critica el actual modelo de reciclaje en su nuevo libro 'Contenedor Amarillo S.A.'

El ambientólogo Alberto Vizcaíno, autor de 'Contendor Amarillo S.A.'. FOTO CEDIDA

Numerosos medios de comunicación se han hecho eco estos días de la instalación de máquinas de Ecoembes para la recogida de envases en algunas estaciones de ferrocarriles de Catalunya. Una cobertura que pone de manifiesto la gran capacidad mediática que tiene la organización que ostenta el monopolio de la recogida de envases en España y que ahora, cuando se está tramitando la nueva Ley de Residuos por parte del Gobierno, ha sido colocada bajo la lupa por diferentes organizaciones que critican sus prácticas en materia de transparencia y lobby.

El experto en Ciencias Ambientales Alberto Vizcaíno acaba de publicar el libro Contenedor Amarillo S.A. (Fuera de Ruta, 2020), en el que analiza las fallas del actual modelo de reciclaje.

En la introducción del libro, el periodista Antonio Cerrillo, Premio Nacional de Medio Ambiente, denuncia “dejación de funciones” en materia de reciclaje por parte de las diferentes administraciones en España. ¿Usted también cree que es así?

Hay cierta dejación de funciones en tanto que no se están alcanzando los objetivos que nos impone la Unión Europea, por lo que faltaría llevar a cabo un mayor control sobre todos los agentes que intervienen en la cadena de valor de los residuos para tratar de alcanzar los objetivos. Una parte importante de esta responsabilidad está en manos de la administración, que es quien debería ajustar la legislación y los procedimientos de control para que podamos avanzar en esa dirección.

Los datos oficiales, los que da Ecoembes, dicen que alcanzamos esos objetivos e incluso los superamos. Sin embargo, según los que ofrece Greenpeace, no alcanzamos esos objetivos.

Aquí es donde entraría la labor de control de la que hablo. Hay una entidad, que es Ecoembes, que ofrece unos datos; pero las propias administraciones públicas, cuando analizan los servicios de recogida de residuos o los resultados de las plantas de tratamientos de residuos de envases se dan cuenta de que los datos que ofrece Ecoembes no son coherentes con la realidad de lo que ocurre. Difícilmente vamos a estar alcanzando las cifras que dice Ecoembes si no son coherentes con los propios datos de los ayuntamientos en la parte de recogida o de las Comunidades Autónomas en el ámbito del tratamiento.

Entonces, ¿por qué los datos que se mandan a Bruselas son los de Ecoembes?

Cuadrar los datos de todas las administraciones es un trabajo arduo. En el fondo, para la parte de envases, existe una obligación legal de reportar a la administración esos datos por parte del Sistema Integrado de Gestión [Ecoembes]. La administración tiene dos tipos de informes publicados: en uno se recogen directamente los datos de Ecoembes y en el otro los datos de las plantas de tratamiento y de gestión. Lo que se ve es que entre unos datos y otros existen diferencias muy importantes.

¿Por qué cree que el contenedor amarillo –como única forma de recogida de envases– está obsoleto?

El contenedor amarillo es solo una manera de recoger los envases. Este sistema nace a mediado de los años 90 en respuesta a una directiva europea de esos años. Posteriormente, la Unión Europea ha ido modificando sus directivas y una de las cosas que ha propuesto ha sido recoger los restos por tipo de materiales. Los procesos de reciclaje no entienden si los materiales vienen de un envase o de cualquier otro tipo de residuo.

Pongo un ejemplo: si yo quiero hacer aluminio, ese aluminio puede venir de una lata o del perfil de una ventana, da igual. Si necesito plástico, da igual que el plástico sea de un juguete o de un envase, siempre que sea el mismo.  Por eso el sistema se ha quedado obsoleto, porque está hecho para recoger envases independientemente del material. Y la sociedad lo que necesita es separar materiales para que estos se puedan reciclar. 

La propia Unión Europea está invitando a España a que pruebe otras formas de recogida de residuos más eficaces y que permita a la industria del reciclaje poder usar estos materiales. En el contenedor amarillo se recogen muchos materiales distintos y muy mezclados y es muy costoso hacer una separación de ellos. Por ello, esta mezcla le interesa poco a la industria del reciclaje, porque tiene que hacer un esfuerzo económico muy grande para obtener materias primas.

¿Apuesta, entonces, por sistemas alternativos que convivan con el contenedor amarillo?

Efectivamente. Hay sistemas que permiten las separación de determinados envases que son muy atractivos para el reciclaje porque son de un tamaño adecuado o contienen una alta cantidad de material. En otros países, estos envases se están recogiendo de manera separada a través de Sistemas de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR) que permiten su entrega individualizada: yo entrego un envase y recibo una cantidad económica. Entonces, uno a uno se recogen esos residuos sin mezclarlos con otros que no son reciclables.

Otros envases sí podrían ir al contenedor amarillo. Por ejemplo, actualmente en España no existe ninguna manera de reciclar el 100% de los materiales del brick, que es un envase muy complejo con aluminio, cartón y plástico. Por eso es importante separar aquello que sí se puede reciclar de lo que no se puede.

El Gobierno presentó en junio el Anteproyecto de la nueva Ley de Residuos y Suelos Contaminados. ¿Qué le parece? ¿Es la ley que esperaba? ¿Cuáles son las principales críticas que le hace al anteproyecto?

No es la ley que cabría esperar porque es una ley que sigue siendo muy favorable a los intereses de quienes causan el problema. Estamos hablando de que esta ley es el marco mediante el cual se van a gestionar los residuos en todo el territorio nacional durante al menos los próximos 10 años. Por eso creo que se queda muy corta en relación a los objetivos europeos y, sobre todo, a la filosofía que hay en la legislación europea sobre los residuos. Es una ley que nace obsoleta.

residuos
Contenedor para la recogida de diferentes materiales. JOANBANJO / Licencia CC BY-SA 4.0

Además, tiene otro inconveniente y es que deja abierta la posibilidad de que se legisle después a través de reglamentos muy favorables a los intereses de entidades como Ecoembes o de otros productores de residuos.

Esta ley debería concretar un marco muy estricto en relación al abandono de basuras dispersas y eso no se hace. También debería legislar muy claramente la distribución de costes de recogida de todo tipo de residuos. En Europa se establece de manera muy clara que quien pone los residuos en el mercado es quien debe encargarse luego de cubrir los costes de recogida y tratamiento de los residuos. Nuestra ley no concreta cómo va a contribuir una empresa a la recogida del colchón, del ordenador o de la nevera que pone en el mercado.

El otro problema es el de la transparencia de los datos, tal y como planteábamos al principio. Esta ley es muy benevolente con quienes ocultan datos tan básicos como la cantidad de material que se pone a la venta en el mercado español, un dato que es vital para la administración pública: si no sabemos la cantidad de productos que se ponen en el mercado y que posteriormente se van a convertir en residuos, no podemos dimensionar de manera adecuada los sistemas de recogida de estos residuos. Y, además, no tendremos estadísticas del porcentaje que se está recuperando y, finalmente, reciclando.

Ecoembes ha emprendido una cruzada contra el Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR) que defiende una parte importante de las organizaciones por el medio ambiente. Sin embargo, en el seno de la propia sociedad ya se están empezando a escuchar críticas hacia esta posición inamovible de Ecoembes. ¿Cree que este sector crítico tiene alguna posibilidad de ganar la pugna?

Creo que sí. Está en la mano de las propias empresas. Algunas se están dando cuenta de que sus envases acaban abandonados en la naturaleza, siendo parte de las basuras marinas o acaban dispersos en cualquier lugar. Saben que si esto sigue sucediendo, la Unión Europea les seguirá pidiendo la aportación de recursos para su recogida. 

Algunas de estas grandes compañías saben que muchos de sus envases son más fácilmente reciclables que los de otras empresas que simplemente están camuflando envases que son imposibles de reciclar pero que también acaban dentro del contenedor amarillo. Solo falta voluntad y que una de estas grandes empresas acabe adoptando su propio Sistema Integrado de Gestión de envases, dentro del contenedor amarillo o no, y empiece a hacer números sobre su capacidad de reciclaje.

Las voces críticas están ahí y algunas posiblemente empiecen a ofrecer alternativas, ya sea mediante SDDR o no.

A la publicación de su libro se han sumado dos informes en los que se pone el foco directamente en Ecoembes, uno elaborado por Greenpeace España y otro por la fundación internacional Changing Markets. ¿Por qué, hasta ahora, apenas hemos conocido críticas hacia el monopolio del reciclaje de envases?

No ha habido apenas críticas hacia el modelo porque se ha hecho un esfuerzo muy importante para condicionar la percepción que tenemos como sociedad y la información que llegaba a la opinión pública. Ecoembes ha tenido capacidad, con un montón de dinero que maneja al cabo del año, para imponer su discurso. Lo ha hecho condicionando la actividad de cátedras universitarias, condicionando lo que se publicaba en medios de comunicación y vinculándose a algunas organizaciones con perfil conservacionista para mostrarse ante la sociedad como algo que no es realmente.

Ahora, lo que ha ocurrido es que se ha hecho evidente que hay un problema con la contaminación por plásticos y se ha hecho evidente que gran parte de esos plásticos que contaminan playas, mares y acaban en nuestra cadena alimentaria, provienen de los envases de usar y tirar. Ante estas evidencias del mundo de la ciencia, diversas organizaciones se están dando cuenta de que es necesario trasladar a la opinión pública que los envases de usar y tirar están en el centro del problema.

El informe de Changing Markets pone de manifiesto el lobby de Ecoembes en Comunidades Autónomas como Navarra, Valencia o Catalunya. ¿De qué formas presiona Ecoembes?

Ecoembes es una sociedad que tiene presencia en todo el territorio nacional y que tiene convenios con las distintas administraciones. Como SIG es quien tiene que asumir los costes de la recogida de estos envases de usar y tirar y por ello se sienta a la mesa con los responsables políticos encargados de gestionar estos residuos. Esto hace que Ecoembes pueda ejercer presión sobre estas administraciones cuando estas empiezan a plantear algún tipo alternativa.

Ecoembes puede hacer lobby a través de sus empresas asociadas o a través de su propia capacidad mediática para así condicionar la toma de decisiones cuando no le gusta lo que está haciendo una Comunidad Autónoma.

En Valencia, cuando se empezó a promover el SDDR, lo primero que hizo Ecoembes fue poner más recursos sobre la mesa, lo que evidenció que era necesaria una mejora en el plan. Valencia siguió creyendo que la mejora se debería hacer a través de Sistemas de Depósito, Devolución y Retorno y lo que hizo Ecoembes fue poner a las empresas de distribución en contra de este sistema. En este caso estamos hablando de Mercadona en contra de una medida en este territorio. Y claro, tener a un lobby como Ecoembes, acompañado de un coloso como es Mercadona, en contra de una medida, causa que toda la industria acabe por levantarse de una forma acompasada con el poder mediático

Al final, lo que se consiguió es abortar la posibilidad de cambiar las cosas. Los representantes políticos son personas y si reciben tantas presiones acaban desistiendo.

Después de toda esta pugna, el secretario autonómico de Medio Ambiente Julià Álvaro fue cesado.

Yo entiendo que hay otro tipo de cuestiones detrás de un cese de un cargo político porque sería muy triste que en un país democrático como España, un lobby económico pudiese tomar decisiones sobre quién nos representa al conjunto de la ciudadanía. Pero sí que es cierto, que una de las cuestiones que había detrás de ese cese son las fricciones que causa en el gobierno autonómico tener en contra a parte de la patronal. 

Julià Álvaro era la cara visible de esta propuesta que no gustó a la industria y todo el desgaste acabó recayendo sobre él.

En la memoria del Anteproyecto, patronales de supermercados como ACES o ANGED también se muestran en contra del SDDR. ¿Qué papel juegan los supermercados en el lobby contra el SDDR?

Los supermercados están trasladando los costes de una obligación de recogida que tienen por ley a las aceras, al contenedor amarillo. Los ayuntamientos luego cobran a Ecoembes por la recogida de esos envases. El problema es cuando no acaban dentro del contenedor amarillo, porque el ayuntamiento tendrá que hacer frente al coste de recogida pero no podrá trasladarle el coste a la industria. Mucho menos si acaban abandonados en parques, jardines o en el medio natural.

Las grandes cadenas de distribución se ahorran mucho dinero con el sistema actual frente a si tuviesen que recoger ellos uno a uno estos residuos. Pero además de coste económico, está el tema de fiscalización de sus actividad: si uno a uno tienen que controlar los envases que se les devuelven, estamos sabiendo exactamente cuántos envases se están poniendo en el mercado.

Pero, además de ese lobby contra el SDDR, existe también un lobby pro SDDR, ¿no es así? ¿Tenemos estudios realmente independientes que nos permitan conocer si este sistema es una opción realmente eficaz?

Efectivamente, en la actualidad tenemos el problema de que estamos en una guerra de lobbies. Lo único que tenemos al margen de ellos es la propia Unión Europea, que ha visto la experiencia en países que sí tienen SDDR y en países que no lo tienen. Las estadísticas le dicen que los países que sí tienen Sistemas de Depósito, Devolución y Retorno mejoran las tasas generales de reciclaje de materiales. Por lo tanto, la UE sigue proponiendo a los que no lo tienen que, al menos, los exploren.

Lo que no es comparable es al capacidad económica de un lobby frente al otro. Los lobbies contra el SDDR, como Ecoembes, manejan cientos de millones de euros al año y tienen mucha más capacidad de presión. La evidencia está en que en todas las cadenas de televisión tenemos anuncios de Ecoembes y no hay anuncios de lobbies que promocionen el SDDR; no tienen esa capacidad de influencia.

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Comentarios
  1. Ecoembes no es lo que parece. Ha llegado el momento de que todo el mundo lo sepa.
    Ecoembes se vende como una organización que cuida el medioambiente a través del reciclaje de envases. Pero, como demostramos en nuestra última investigación, Ecoembes está mintiendo.

    Dicen que reciclan el 75% de los envases de plástico, pero la realidad es que solo se está reciclando el 25%. El resto acaba enterrado en vertederos, incinerado o en países con menos recursos.

    Pero, ¿qué se puede esperar de una organización que está formada por las principales empresas contaminantes del mercado? Mercadona, Nestlé, Carrefour, Pescanova, Coca Cola o Bimbo son solo algunos de los nombres que hay detrás de Ecoembes.

    Es el momento de quitarles la careta. Y tú puedes ayudarnos a conseguirlo.
    https://es.greenpeace.org/es/que-puedes-hacer-tu/peticiones/ecoembes-reciclaje/?utm_term=lanzamientosocios&utm_campaign=Reciclaje&utm_medium=email&_hsmi=97799035&_hsenc=p2ANqtz–hb4GWut-XC4btE0ABWfcq5LwKA2tvK_KYdzcp0ySyY0dCJiLh8_c0585u3i7UjFPeVbIh0GFbDSbeRzkuExAlMgCm6Q&utm_content=lanzamientosocios&utm_source=newsletter-socios

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