¿El último 20-N?

“Los skins nacionalsocialistas prometieron quemar vivo a un negro en Madrid para celebrar el 20 de noviembre de 1992, una conmemoración marcada ese año por el crimen de Lucrecia y, permanentemente, por la testarudez de la historia”. Así se refería el escritor y periodista Mariano Sánchez Soler a la celebración del aniversario de la muerte Francisco Franco, “el último dictador de Europa occidental”, en su libro Los hijos del 20-N. Siete días antes, ese mismo año, el guardia civil Luis Merino Pérez y otros tres jóvenes habían disparado contra un grupo de migrantes que se refugiaban en la antigua discoteca Four Roses, en el barrio madrileño de Aravaca. El tiroteo provocó la muerte de la migrante dominicana Lucrecia Pérez y es considerado el primer asesinato racista de la historia reciente en España.

18 años después de ese 1992 –45 desde la muerte de Franco– cada vez menos “rapados, neonazis, falangistas, basistas, «arcángeles», nacionalistas de extrema derecha, terceristas” se dejan ver durante el aniversario. Sin embargo, los grupúsculos nostálgicos no cejan en su empeño de conmemorar lo que consideran una fecha emblemática que, además, coincide con el fusilamiento del ideólogo de la Falange José Antonio Primo de Rivera.

El periodista Antonio Maestre, colaborador de lamarea.com, defiende que “estos aniversarios siempre han sido muy minoritarios y han quedado reservados para la extrema derecha más marginal”. Una esencia que, asegura, “no cambiará este año” a pesar de determinados acontecimientos que rodean la fecha en este 2020. El autor de Franquismo S.A. considera que una de las grandes diferencias respecto a años anteriores es que “esta extrema derecha nostálgica y franquista pura” está más minada porque ha sido eclipsada –y en parte cooptada– por la formación de Santiago Abascal: “Vox ya ha servido como elemento catalizador de la disolución de todos estos elementos para acabar incluyéndolos todos en su formación. Todo va a acabar diluyéndose de manera más peligrosa y más efectiva en Vox”.

Pero, además, otros elementos hacen atípico este 20-N:

Cuelgamuros sin Franco

Este 20-N será el segundo sin el cuerpo del dictador enterrado en el Valle de los Caídos después de su exhumación el 24 de octubre de 2019 tras la orden del gobierno de Pedro Sánchez y su posterior inhumación en el cementerio de Mingorrubio. Para Maestre, la ausencia de los restos del dictador “es la diferencia sustancial” de este año, lo que provocará que cambien los “lugares de peregrinación, las iglesias donde hagan las misas o la parafernalia”. 

Más de un año después, los nostálgicos han tenido tiempo de organizar sus nuevas performances para conmemorar la muerte del dictador. En esta ocasión, según religiondigital.org, “quien lleva la voz cantante es el Movimiento Católico Español (MCE)”, que ha convocado un homenaje a Franco y a Primo de Rivera el próximo domingo 22 de noviembre en la Plaza de Oriente, un lugar simbólico en el imaginario franquista.

Además, el prior del Valle de los Caídos Santiago Cantera ha programado una misa especial en la basílica 11 de la mañana del 20-N. El autobús saldrá desde un bar del barrio madrileño de Usera conocido por la de devoción de su dueño por el dictador. Tras la misa comenzará una peregrinación hacia Mingorrubio, donde se espera algún responso en honor al dictador. Además de esto, hay convocadas otras eucaristías en diferentes ciudades de España, aunque ninguna de ellas en catedrales como la de Granada, Albacete o Jaén, donde sí tuvieron lugar el año pasado.

Todos los homenajes se producirán en mitad de una profunda división de estos grupúsculos de la ultraderecha. Así, la Falange se ha desmarcado de los actos convocados por el MCE, al igual que ha hecho la Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF).

El fin de la exaltación del franquismo

Precisamente, la situación de la FNFF es una de las que más ha cambiado en los últimos meses. “Efectivamente, vamos a prohibir e ilegalizar fundaciones que defienden la dictadura franquista, como la Fundación Francisco Franco, así que entiendo su preocupación”, le espetó el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al líder de Vox Santiago Abascal el pasado septiembre en el Congreso. Como ya habían dejado entrever anteriormente, la intención del Ejecutivo es aprobar una nueva ley de Memoria Democrática entre cuyos objetivos se encuentra la ilegalización de la FNFF.

Además, en febrero de este mismo año, el PSOE anunció su intención de reformar el Código Penal para establecer como delito la apología del franquismo. Una hipotética aprobación de este cambio en el reglamento supondría el fin de los homenajes al dictador en los aniversarios de su muerte. Bien es cierto que esta prohibición ya se encuentra en el artículo 16.2 de la Ley de Memoria Histórica de 2007, según el cual no están permitidos los “actos de naturaleza política ni exaltadores de la Guerra Civil, de sus protagonistas, o del franquismo” en el recinto del Valle de los Caídos. Sin embargo, sus nostálgicos nunca han encontrado impedimentos para realizar sus homenajes cada 20-N.

Ambas propuestas, en su momento, contaron con voces a favor y en contra incluso dentro de los sectores de la izquierda política. Esther López Barceló, historiadora y responsable federal de Memoria Democrática de Izquierda Unida, defiende que “es necesario acabar con aquello que conlleve apología del odio” y las exaltaciones a elementos de la dictadura suponen una “humillación y denigración” hacia las víctimas, tal y como recogieron en su proposición de ley de Memoria Democrática presentada en 2018 y que recogía las voluntades de varias decenas de asociaciones memorialistas.

Maestre, sin embargo, considera un “error estratégico” introducir como delito la apología del franquismo sin haber dado antes otros pasos: “Hacerlo en este momento podría provocar más perjuicios que beneficios”, defiende.

Desalojo en Meirás

Este 20-N también se llevará a cabo en medio del calvario de la familia del dictador que ha visto cómo la jueza titular del Juzgado de Primera Instancia número 1 de A Coruña, Marta Canales, sentenció en septiembre que el Pazo de Meirás es de titularidad pública. De esta forma, los herederos de Francisco Franco han tenido que abandonar la que fuese la residencia de la escritora Emilia Pardo Bazán, no sin antes intentar sacar del inmueble todos los enseres que allí se encontraban. De nuevo, el mismo juzgado ha paralizado la retirada de objetos del pazo hasta la realización un inventario de los bienes, entre los cuales se encuentran cuadros de Álvarez de Sotomayor y Zuloaga y dos estatuas del Pórtico da Gloria.

El periodista Antonio Maestre no considera que esto suponga una pérdida de poder para la familia Franco porque, en realidad “nunca han tenido un poder real”: “Siempre han tenido un poder simbólico: proteger a la familia Franco suponía la protección de unos privilegios adquiridos por parte de las oligarquías franquistas, porque si la familia Franco perdía sus privilegios podían actuar como un tapón que podría provocar que el resto de familias perdiesen los suyos”, explica.