Política

“Con la nueva patera que ha llegado no tenemos espacio físico en el muelle”

Este martes, el muelle del puerto de Arguineguín, en Gran Canaria, alberga ya a 2.600 personas.

Migrantes en el suelo, en el muelle de Arguineguín. EDUARDO ROBAINA

Suena la voz de una mujer joven por la radio de uno de los agentes de policía que está custodiando la entrada: «Con la nueva patera que ha llegado no tenemos espacio físico en el muelle», reconoce. Este martes, el muelle del puerto de Arguineguín, en Gran Canaria, alberga ya a 2.600 personas. El campamento levantado a principios de agosto iba a ser temporal. Ahora, es la mayor prueba de una política migratoria fallida por parte de España y Europa.

Entre las miles de personas que viven hacinadas y en condiciones inhumanas está el hermano de Sarah Bettache. Ella es de origen marroquí, pero está afincada en Francia. No tenía constancia de que su hermano fuese a venir en patera a Canarias, y mucho menos imaginaba que acabaría retenido en el muelle del puerto de un pequeño pueblo pesquero. La última vez que Sarah supo de su hermano, de 20 años, fue el 5 de noviembre, cuando esté le dijo por teléfono que estaba en Arguineguín. Al ver que pasaban los días sin saber de él, temiendo incluso por su vida, el pasado fin de semana decidió viajar hasta las Canarias y buscarlo en el muelle.

Todo cambió este lunes 16. Pasó horas y horas frente al punto de control, donde se levantan una valla y una caseta repleta de agentes de la Policía nacional. Durante toda la tarde, la entrada y salida de personal era constante. Abogados, personal médico, de Cruz Roja, agentes… Nadie era capaz de darle una respuesta. 

Momento en el que una joven de Cruz Roja le muestra la foto del hermano de Sarah. EDUARDO ROBAINA

La suerte cambió con la llegada de la noche. Bastó con que un policía accediera a coger el pasaporte del hermano de Sarah y hacérselo llegar a una joven de Cruz Roja. Tras muchos minutos de incertidumbre, la chica se acercó a Sarah con una imagen en un móvil. Al comprobar que era su hermano, rompió a llorar: «Al menos lo he visto y sé que está bien y vivo», contaba a los pocos periodistas presentes. Esa misma noche, se tuvo que conformar con verle a 100 metros de distancia y con un vídeo que le grabó desde el otro lado de la valla un trabajador de Cruz Roja. Sin embargo, en la tarde de este martes ya ha podido abrazarle, después de que, sin ninguna explicación, 217 personas, entre ellos su hermano, hayan sido expulsadas del campamento por la policía.

Sarah no ha sido la única persona que ha logrado ver a un familiar desaparecido. Tarik, también de origen marroquí y residente en Sevilla, viajó hasta Gran Canaria para encontrar a su sobrino, del que no sabía nada desde hace 12 días. Aunque en un primer momento un agente de policía le aseguró que no estaba allí, y cuando había perdido la esperanza de encontrarlo, una voz comenzó a gritar a lo lejos, entre un tumulto de gente. Era él, su sobrino. Rápidamente, hizo una videollamada con su familia para que supiesen que lo había localizado.

Tarik haciendo una videollamada con su familia para darles la noticia. EDUARDO ROBAINA

A pesar de parecer un final feliz, historias como la de Tarik son solo una pequeña victoria en el largo camino que aún les queda por recorrer a muchas familias. Son, también, historias que contradicen las declaraciones realizadas por el ministro de Interior Fernando Grande-Marlaska este lunes en Espejo Público.

Marlaska aseguraba que «en el muelle de Arguineguín nunca están más de 72 horas», el plazo máximo legal que pueden estar retenidos. Esta información falsa también queda desmontada con el comunicado publicado el pasado 11 de noviembre por la ONG Human Rights Watch después de visitar el lugar: «Dos mujeres de Mali entrevistadas en el muelle mostraron pruebas de que llevaban allí desde el 22 de octubre, más de dos semanas», señalan. Y hay más casos, como el documentado por Cadena SER, en el que siete senegaleses pasaron más de 24 días en el campamento.

Preguntado por La Marea sobre las palabras de Grande-Marlaska, desde el Ministerio de Interior responden que el ministro «se refería a las 72 horas de reseña policial, que no se sobrepasan. En el mismo Arguineguín se hacen las pruebas sanitarias y en algunos casos las cuarentenas, pero ya fuera del área competencial policial». Una vez pasados esos tres días «de reseña policial», desde Interior sostienen que «las personas migrantes son derivadas al sistema de acogida», el cual no es competencia de este Ministerio.

Un joven descalzo sube al autobús para ser trasladado. EDUARDO ROBAINA

El ministro también aseguró durante la entrevista que «se ha garantizado la salud y la seguridad del conjunto». Nuevamente, la realidad de lo que ocurre en el muelle es bien distinta. El último ejemplo, un vídeo desde el interior del campamento donde se observa a las personas migrantes hacinadas en el suelo y con basura a su alrededor. Pésimas condiciones que comprobó Judith Sunderland, directora asociada para Europa y Asia Central de Human Rights Watch. Durante su visita, pudo observar cómo las personas duermen a ras de suelo y apenas hay baños portátiles químicos.

La situación, denunciada por personal, ciudadanía y múltiples organizaciones, hizo que, sin previo aviso, varios técnicos del Defensor del Pueblo se personaran el lunes por la tarde en el muelle acompañados por un equipo de traductores. Estos días también han desfilado varios grupos de abogados y abogadas de oficio, un figura que hasta entonces era nula allí. Un entrar y salir al que se suma como rutina las varias guaguas que salen cada día del muelle con destino, presumiblemente, distintos complejos turísticos del sur de la isla reconvertido en alojamientos provisionales para las personas migrantes.

Uno de los jóvenes trasladados en guagua este martes. EDUARDO ROBAINA.

En lo poco que va de semana, han llegado al muelle de Arguineguín más de 430 personas. Un número que hora tras hora queda desactualizado. Hasta el 15 de octubre, a Canarias habían llegado en todo el año cerca de 8.000 personas. Un mes después, esa cifra es más del doble. Según datos del Gobierno, la llegada de migrantes se ha multiplicado por 11 respecto al mismo periodo del año pasado. Mientras, el campamento del muelle de Arguineguín continúa en pie. Lo que empezó como una solución temporal para realizar exámenes médicos y procedimientos de identificación y registro policial ha acabado por ser un centro de internamiento de extranjeros al aire libre. 

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