Cultura
Chus Gutiérrez: “La humanidad ha perdido un montón de sabiduría apartando a las mujeres”
El documental 'Rol & Rol', último trabajo de la directora, analiza la nociva influencia que tienen en nuestra sociedad los estereotipos femeninos difundidos por el cine, la publicidad y los medios.
Recientes investigaciones arqueológicas han demostrado que en la prehistoria también había mujeres cazadoras, no solo cazadores hombres.
Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial las mujeres que habían trabajado durante la contienda como soldadoras, torneras o mecánicas en las fábricas fueron devueltas al ámbito doméstico en una decisión plenamente consciente. Los hombres no querían competencia en el mercado laboral.
Esta historia de infrarrepresentación tiene miles de años, como demuestra la cita de la Odisea con la que se abre el agudo documental de Chus Gutiérrez (Granada, 1962) Rol & Rol: “Madre mía, vete dentro de la casa y ocúpate de tus labores propias, del telar y de la rueca… El relato estará al cuidado de los hombres…”.
¿Cómo puede una niña aspirar a ser pintora, piloto o científica si nunca lo ha visto en el cine, la publicidad o los medios de comunicación? Y no es que no hayan existido esas mujeres en la historia, es que se las ha eliminado del relato dominante y se las sigue eliminando a día de hoy. “Si vienen a hacer un reportaje de una feria de física y tecnología y yo me descuido, la fotografía que ponen es de chicos exclusivamente. Basta que me descuide una sola vez y ya no aparecen chicas”, dice Chantal Ferrer, profesora de Física de la Universitat de València, en el documental. Y cuando una mujer gana algún premio internacional, la prensa suele esconder su nombre y titula por su sexo, como si la identidad de la ganadora fuera una información de segunda categoría. Por ejemplo: “Una mujer gana por primera vez el ‘Nobel’ de Matemáticas”. Su nombre no es visible. Ocurre también en los tratados de historia del arte más admirados: no aparecen mujeres.
Todo el mundo tiene a su alrededor mujeres admirables, fuertes, luchadoras, valientes. Esas son las mujeres de la vida real. ¿Por qué entonces el cine solo nos muestra a pánfilas que necesitan ser protegidas y que no paran de llorar o de chillar?
El documental de Chus Gutiérrez (disponible ya en Filmin) analiza todas estas cuestiones y debería ser, aunque la expresión esté un poco trillada, de obligado visionado en colegios e institutos. La directora lo ha presentado, en persona, por diversas ciudades de España y la reacción al acabar la proyección siempre es la misma: el público sale prácticamente eyectado de la butaca para aplaudir.
¿Qué tecla cree haber tocado para provocar una reacción así?
Cuando haces un trabajo nunca sabes qué recepción va a tener. Yo creo que la gente ha conectado porque es un trabajo hecho con distancia y porque te ofrece una perspectiva para mirar justamente hacia todos esos menosprecios sutiles que muchas veces pasamos por alto. Es una especie de despertar. Ver todo ese catálogo de agravios uno detrás de otro… impresiona. A mí misma también me impresiona.
¿Hasta qué punto cree que la falta de referentes femeninos ha afectado a nuestra educación?
Nos ha afectado a todos, hombres y mujeres, muchísimo más de lo que creemos. El hecho de no ver a mujeres representadas como seres humanos que toman decisiones sobre sus vidas, sobre sus carreras profesionales, nos afecta. A las mujeres porque nos cuesta vernos de otra manera, y al resto de la sociedad, a los hombres, porque asumen esa imagen. Al final no lo incluimos en el montaje pero grabamos un focus group en la Universitat de València que me sorprendió mucho: los propios chicos nos contaban que en las carreras de ciencias había poquísima presencia femenina pero que antes, en el instituto, tenían compañeras que siempre sacaban sobresalientes en matemáticas y en física. A la hora de elegir una carrera, estas chicas no se decantaban por una de ciencias porque ellas mismas decían… ¡que no estaban capacitadas! Hasta ese nivel nos ha condicionado la falta de referentes femeninos.
Lo que les ocurría es que no lo habían visto.
Claro. Pero no porque las mujeres no estén. Las mujeres están, pero no son representadas. Y cuando lo son se hace de una manera… dudosa. No se dice: “Esta mujer tiene talento. Fíjate lo que ha conseguido. Punto”. No se expresa así, y eso lleva a muchas mujeres a infravalorarse. Apartando así a las mujeres, la humanidad ha perdido un montón de sabiduría.
En el documental aparece una mujer marroquí que trabajó como actriz en una de sus películas, Retorno a Hansala (2008). Y tiene una frase brutal: “Queríamos ser como vosotras”. ¿Cómo encajó usted una frase como esa?
Cuando en Hansala ocurrió lo que ocurrió [que las mujeres del pueblo vieron a otras mujeres trabajando en el rodaje y pidieron entrar en el Consejo de Ancianos, donde solo había hombres, para participar de las decisiones], yo no me lo podía creer. Porque ellas y nosotras no hablábamos la misma lengua. No podíamos entendernos a través de las palabras. Nos entendimos a través del modelo. Ellas nos observaron y las inspiramos. Ahí es donde yo me di cuenta de la fuerza que puede tener un modelo. No hay nada más poderoso que el hecho de verte representada en otra. En aquella aldea no se trataba de hablar de feminismo ni de igualdad ni de teorías de la liberación de la mujer. Eso allí estaba totalmente fuera de contexto. Fue entonces cuando me empecé a preguntar sobre el modelo de mujer al que tenemos acceso, sobre cuál es la representación a la que estamos expuestas. En mi cabeza, ahí arrancó verdaderamente este proyecto.
¿Por qué hemos estado tantos años viendo a chicas gritar en las películas de miedo sin que aquello nos pareciera una estupidez?
Es la representación de la fragilidad, de la falta de determinación, de que parece que siempre están supeditadas a que alguien les diga lo que tienen que hacer o lo que tienen que pensar. Básicamente, somos representadas como si fuéramos tontas.
En Rol & Rol usted saca la cámara a la calle y nadie piensa así. Todo el mundo habla maravillas sobre la fortaleza y la determinación de sus madres, por ejemplo. ¿Por qué el cine ofrece otro retrato?
Todos los hombres y todas las mujeres a las que les he preguntado admiran a las mujeres de su entorno, a sus madres, a sus abuelas. Hay figuras importantísimas en la vida de cualquier ser humano que son mujeres. Las mujeres son fundamentales en la cohesión de las familias, en el hecho de sacarlas adelante, y sin embargo eso no se ha contado. ¡No nos lo han contado!
Otra cualidad que no suele destacarse a la hora de retratar a las mujeres es la de la superación. En su documental aparece la exministra marroquí Nouzha Skalli, que se postuló a un cargo público siete veces desde 1977 hasta que finalmente consiguió ser elegida. Parecen demasiadas derrotas electorales para un hombre, pero no para esta mujer, que es un símbolo del feminismo en su país.
¡Es que esa mujer es maravillosa! [Risas]. Es admirable. Es una mujer con una pasión y una terquedad… No para hasta que consigue su propósito. Es impresionante. Pero en el fondo todo esto tiene que ver también con el patriarcado. Nouzha Skalli es una heroína, por decirlo así, pero hay muchas mujeres que no tienen ese carácter. Hay que tener en cuenta todo el sufrimiento que ha significado esta lucha. Es a lo que se refería Kate Millet cuando hablaba de la destrucción de nuestra “alma”. Si tú tienes esa capacidad de superación y de lucha, pues muy bien, ¿pero qué pasa con las que no la tienen? Y hay que pensar también en el esfuerzo sobrehumano que han hecho tantas mujeres que no han logrado sus objetivos y que han muerto en el intento. Eso es lo más doloroso de todo esto.
En el documental aparece una página de periódico con un texto sobre usted, impecable, pero con una foto en la que sale haciendo un gesto raro…
Raro no. Sacando la lengua.
Esa foto nunca la hubieran publicado si fuera un hombre. ¿Ha llegado a alguna conclusión sobre las razones para publicar esa foto?
Yo creo que es una forma de ridiculizarte. Es lo de siempre, tú has hecho una película que está bien, pero lo que hacen es ridiculizarte con una imagen. Para descalificarte. Para decir: “Bueno, tampoco es para tanto lo que ha hecho esta mujer”. Y eso es lo primero que ves: la foto. El texto lo leerás o no, pero no puedes evitar ver la imagen. Entonces, como ya te han descalificado con la foto, ¿quién va a leer el texto? Y luego, aparte, está el tratamiento que se le da a las informaciones. Por ejemplo, en 2009, en el festival de Guadalajara (México), el premio a la mejor película se lo llevó La teta asustada, de Claudia Llosa. Y como eso iba en el titular, como una mujer ganó el gran premio del festival, ya no podían poner en el subtítulo que Chus Gutiérrez había ganado el premio a la mejor dirección y al mejor guion. Eran demasiadas mujeres ya. ¿Y entonces qué pusieron? Pues a un hombre, el que ganó el premio a la mejor fotografía, saltándose toda la jerarquía de los premios. Todo esto es subconsciente, pero ahí está. Entonces yo me pregunto: ¿qué elemento subconsciente les lleva a decir “no vamos a poner un titular y un subtítulo con tantas mujeres”? ¿Qué mecanismo nos ha inoculado el patriarcado para que estas cosas ocurran?
Y siguen ocurriendo.
Claro que siguen ocurriendo. Afortunadamente cada vez menos. El motor de este documental también era decir: “Sí, estamos avanzando, vale, pero avancemos un poquito más rápido, ¿no?”. ¡Porque ya está bien! Que son muchos años ya. Muchos siglos.
Según un informe del Foro Económico Mundial, la igualdad económica entre hombres y mujeres no llegará hasta 2186.
¡Eso dicen, sí! [Risas] Creo que lo han corregido y han bajado un poco la previsión, pero sigue siendo una fecha igualmente absurda. La desigualdad económica es brutal y eso arrastra un montón de consecuencias.
España acaparó las portadas de todos los medios del mundo hace dos años, por la huelga feminista y la movilización del 8-M. Parece que somos un país avanzadísimo en ese sentido. ¿Lo somos realmente?
Hombre, sí se han hecho cosas. Tenemos una Ley de Igualdad que se supone que es transversal, pero el problema es que no se cumple. A nivel de intención y de movilización, sí que habido un despertar de las mujeres jóvenes. Cuando eres joven y tienes 18 o 20 años, no sientes la desigualdad porque en esa etapa de la vida hay como una especie de camaradería entre chicos y chicas. Eso me pasó a mí también, cuando empecé. Parece que todos somos iguales. Es en el momento en el que entras en el mundo laboral cuando empiezan a pasar cosas raras y te preguntas: “¿Pero qué está ocurriendo aquí? Nos habían contado que ya éramos iguales”. Yo creo que hoy a las mujeres jóvenes les sigue pasando un poco lo mismo. Han nacido en los 90 y se dicen: “Pero si la igualdad ya está conseguida”. Pero no. No está conseguida. Parece que el feminismo es una cuesta sin fin. Parece que hemos llegado a una meta y nos damos cuenta de que no. Es como si estuviéramos en un círculo infinito, interminable.
Usted destaca en su película una frase de Simone de Beauvoir que lo explica muy bien: “No olvides jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados”.
Claro, es así. No hay más que ver lo que ha ocurrido en algunos países musulmanes. Cómo vivían las mujeres en Irán en los años 70, por ejemplo, y cómo viven ahora. Han perdido sus derechos. Y veremos de qué forma afecta la crisis provocada por la COVID-19 a las mujeres, al trabajo y a los cuidados. La crisis de 2008 ya nos afectó más a nosotras porque parece que tenemos que ocuparnos de muchas más cosas y que tenemos que ceder.
Suecia ya ha conseguido que la mitad de sus películas sean dirigidas por mujeres. ¿Veremos algo parecido en España o los números nos indican justamente lo contrario?
Sí, lo vamos a ver. En ese sentido, la asociación CIMA [Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales] está llevando a cabo una lucha impresionante por avanzar. Hace poco salió el dato de las ayudas a las películas en España y el 35 % será para directoras. Poco a poco lo conseguiremos. Pero el problema no es solo que haya pocas mujeres dirigiendo, sino los presupuestos a los que tienen acceso. Si las mujeres hacen películas de bajo presupuesto, la visibilidad es muchísimo menor. Las mujeres estamos rodando con presupuestos muy reducidos y haciendo muchos documentales, y eso tiene menos público. En Suecia ahora mismo están trabajando para conseguir la igualdad de presupuesto. Ese es el objetivo. Y hay una cosa que es muy curiosa y en la que conviene fijarse: la relación entre la baja producción de las mujeres directoras, su representación en los festivales y los muchísimos premios que ganan. No es proporcional al número de películas que hacen.
Quizás Hollywood sea la gran excepción en eso. Apenas ganan Oscars o Globos de Oro.
Bueno, sí, es que en Hollywood hay muy pocas directoras. Cuanto más dinero hay en juego, cuanto más alto es el presupuesto, menos se confía en las mujeres.
En los años ochenta usted fue integrante de la banda Xoxonees, que era muy reivindicativa. Cantaban, con humor, a favor del pelo y en contra de la depilación. ¿Cree que a la Movida le faltó algún mensaje político, también desde el feminismo?
Es que no era el momento. En esos años el feminismo era un movimiento considerado obsoleto. Además, creíamos que lo habíamos conseguido todo. Por lo que le decía antes, ser mujer y estar metida en todo aquello no me parecía nada extraño. Porque era muy joven. No éramos conscientes. Ni siquiera se hablaba de maltrato en esa época. Era algo totalmente oculto, no estaba en el debate público.
Hablando de maltrato, cuando escucha a Vox decir eso de que “la violencia no tiene género”, ¿qué piensa?
Claro que tiene género. La violencia como concepto abstracto, en general, no tiene género. Pero en concreto, en particular, sí que tiene género. Tenemos un número horrible de asesinatos de mujeres cada año. Y no es solo una cosa de España. El número de víctimas en Francia es altísimo. Y en Alemania también. La violencia contra las mujeres es universal. Y ya si hablamos de conflictos bélicos, el dolor y la violencia que se ejerce ahí contra las mujeres… Eso no se puede ni calcular.
Necesitamos lxs mejores, lxs más preparadxs, lxs más humanas, sean mujeres u hombres.
Hoy más que nunca.
Salvo que estemos hablando de las indeseables de la Ana Botella , de la Esperpento Aguirre , de la Isabel » Panceta » …………. ; y de otras tantas de la misma calaña.
Salud y ya muy próxima 3ª República.