Opinión
Receta milagrosa contra la decepción política
"Un país en el que la izquierda no tiene prácticamente representación política está condenado a, en el mejor de los casos, defender políticas centristas para acabar aplicando políticas de derechas. Así que, por desgracia, Biden puede decepcionar incluso a los votantes que creen en él", reflexiona José Ovejero.
He descubierto la receta para reducir el número de votantes decepcionados, ese síndrome frecuente que aqueja a quien vota a un partido y después se da cuenta de que no cumple lo que prometió. Además, este medio que he descubierto yo solo –me parece mentira que no se le haya ocurrido a nadie antes– vale para prácticamente todo el espectro político representado en el Parlamento español y para la mayoría de los parlamentos de las democracias liberales.
Lamentablemente, no sirve para los votantes de extrema derecha, pero, la verdad, no tengo ningún interés en facilitar la vida a la extrema derecha; en teoría, mi remedio tampoco sería aplicable a la extrema izquierda, pero esta no se encuentra representada en el Parlamento español –y si alguien piensa que Podemos es la extrema izquierda, probablemente se debe a que ese alguien es de extrema derecha, con lo que se aplica el párrafo anterior–. Mi receta milagrosa es la siguiente: hay que votar siempre algo más a la izquierda de lo que te dice tu tendencia natural. Sencillo, ¿no?
La razón también lo es: los poderes empresariales, mediáticos, religiosos e incluso policiales limitan siempre cualquier iniciativa que pretenda mejorar la justicia social y el bienestar de la mayoría de la población, la igualdad de derechos, la transparencia, la lucha contra la corrupción y el buen funcionamiento de las instituciones, objetivos que, por lo menos en parte, figuran en los programas de nuestros partidos.
¿Pero qué sucedió, por irme a un ejemplo más lejano, cuando Obama intentó que todos los ciudadanos tuviesen un seguro de salud? Que diversos grupos de presión, en particular el de las aseguradoras, se lo impidió. ¿Qué ha sucedido en España con el objetivo de prohibir los desahucios por entidades bancarias? Poca cosa. ¿Y con la lucha contra la corrupción? ¿Y las medidas para conseguir una fiscalidad más justa? Que los paraísos fiscales siguen ahí, mientras los empresarios que desvían a ellos miles de millones se dedican a dar lecciones de moralidad y alabar la cultura del esfuerzo.
Son solo unos pocos ejemplos, pero hay decenas; está claro que sea cual sea el programa de un partido, luego se choca con la realidad, es decir, con el poder real; si lo que pides es moderado, siempre te obligarán a moderarlo aún más; por eso es mejor empezar la negociación más cerca del extremo, como cuando discutes el precio de la vivienda que quieres vender: si pides lo que deseas obtener siempre te regatearán y tendrás que bajar ese precio que te parecía justo; es preferible pedir más y mostrar luego lo que cedes. En resumen: vota a quien pide más de lo que te parece justo, para quedarte más cerca de tu objetivo.
¿Llegará también la decepción a los votantes de Biden en Estados Unidos? Veo fotos de gente abrazándose por las calles, también personas racializadas, veo lágrimas de alegría, personas bailando, música y regocijo universal. Por supuesto, muchas de esas personas no se van a sentir decepcionadas con el político demócrata, porque no le han votado porque esperen mucho de él, tan solo no podían soportar más a un racista, supremacista, a un supuesto acosador corrupto, y autoritario en el poder, que daba alas además a que todos esos rasgos se volviesen aún más presentes en la sociedad norteamericana. Muchos saben quién es Joe Biden y, en otras circunstancias, no le habrían votado ni locos.
Pankaj Mishra, en su muy recomendable libro Fanáticos insulsos (Galaxia Gutenberg), que he tenido la suerte de traducir, nos recuerda que “Biden ha abandonado su centrismo light estilo Obama y se ha apresurado a plagiar el manifiesto de Bernie Sanders” con vistas a las elecciones de noviembre, pero que sus medidas sociales no parecen muy creíbles sin una reforma a fondo del sistema. También nos recuerda que, cuando era senador, Biden apoyó con entusiasmo a Clinton –esa gran decepción– en su política de encarcelamientos masivos, sobre todo de afroamericanos, y de militarización de la policía, cuyas consecuencias vimos bajo Trump.
Mishra hace un repaso a la era de Biden y Obama –esa otra gran decepción–, cuando se realizaron deportaciones de inmigrantes a un ritmo más rápido que bajo Trump, que tres días después de la investidura de Obama “ordenó ataques con drones en Pakistán, y en su primer año supervisó más ataques con un alto número de víctimas civiles de los que había ordenado Bush durante toda su presidencia”. Por no hablar de las concesiones que hizo a Wall Street y de las veces que dejó en la estacada a sus votantes afroamericanos.
De todas formas, ya se ha dicho lo suficiente estos días que entre Biden y el horror que supone Trump la elección es sencilla. También es un buen candidato para votantes más conservadores que desean la vuelta a un republicanismo liberal, no aislacionista y que no fomente la violencia y la confrontación racial. Incluso para aquellos republicanos que se han dado cuenta de que debe moderarse el entusiasmo neoliberal y neoimperial que campó a sus anchas desde los años ochenta hasta la crisis de 2007.
Biden podría ser el presidente de un consenso del regreso a un liberalismo tranquilo con toques sociales, y no se puede esperar mucho más de él. La duda es si conseguirá ese objetivo poco radical. Porque mi receta no funciona en Estados Unidos: allí la única posibilidad de elegir se da entre el centroderecha y la extrema derecha; y negociar desde el centro significa que los grupos de presión obliguen a aplicar políticas más conservadoras de lo que esperaban los votantes. Un país en el que la izquierda no tiene prácticamente representación política está condenado a, en el mejor de los casos, defender políticas centristas para acabar aplicando políticas de derechas. Así que, por desgracia, Biden puede decepcionar incluso a los votantes que creen en él.
creo que el mayor problema está en los más de setenta millones de personas que votaron a ese loco republicano que aún hará mucho daño antes de aceptar su derrota.
Efectivamente, un 100to X 100to de acuerdo.
United Corporations of Amazon [aka USA] ha germinado en su propia casa los ‘demonios’ que ha sembrado durante décadas en buena parte del planeta. Necesita terapia interna (y distinta) para un elaborar diagnóstico para una enfermedad degenerativa y decadente que en principio se niega a reconocer y luego a interiorizar.