Internacional

Trump promete dar guerra

El presidente asegura que se ha producido un fraude electoral y que si acaba perdiendo impugnará el resultado en el Tribunal Supremo.

Donald Trump comentando los primeros resultados de la elecciones de 2020. REUTERS/Carlos Barria

Aún no hay ganador de las elecciones estadounidenses. El ajustado resultado del recuento no permite saber si Donald Trump seguirá en la Casa Blanca o cederá su puesto al demócrata Joe Biden. Ante la incertidumbre por el desenlace, que no se conocerá oficialmente hasta dentro de unos días, el actual mandatario salió en rueda de prensa para sembrar la duda y encender los ánimos.

Trump, barriendo para casa, retorció las cifras para declarar que la contienda sigue abierta en Estados que tiene prácticamente perdidos, y para declararse vencedor en otros en los que lidera el recuento por muy poco. “Estábamos teniendo una noche fantástica, íbamos a ganar claramente, y de repente… ¿qué ha pasado? ¿Todo se ha parado? ¿Qué ha pasado aquí? Pues que se han dado cuenta de que no podían ganar”, declaró el presidente, que ratificó su intención de impugnar el resultado en los tribunales. “Esto es un fraude enorme para el país. Estábamos preparados para ganar estas elecciones y, de hecho, ¡hemos ganado estas elecciones!”, aseguró. “Iremos hasta el Tribunal Supremo. Es un momento muy triste”. La pagina web del Partido Republicano ya ha abierto un crowfunding para contribuir a “defender el resultado electoral”.

Pase lo que pase, la victoria final estará mucho más cerrada de lo que anunciaban las encuestas, que, como ocurrió en 2016, han vuelto a fallar. Si entonces Hillary Clinton partía con ventaja y Trump dio la sorpresa, es ahora Biden el que no ha conseguido ratificar los sondeos. Se le daba como favorito, con muchos puntos de ventaja sobre un Trump que ha convertido su presidencia en una pesadilla social, racial y geopolítica. Pero no ha sido así. Si finalmente es apeado del Despacho Oval, será por muy poco margen de diferencia, lo que habla bien a las claras de la terrible polarización que vive la sociedad estadounidense.

Aunque Biden ha tomado la delantera en el recuento (ha ganado 227 votos electorales de los 270 que hacen falta para acceder a la presidencia), Trump ha salido victorioso en algunos Estados clave: Ohio, Florida y Texas. Sin esos Estados, la historia dice que es muy difícil alcanzar la Casa Blanca. Pero aún es pronto para enterrar a Biden. Cuenta a su favor con la baza de Pensilvania (20 votos electorales), donde Trump parece que va ganando en estos momentos pero en el que falta por contabilizar el voto por correo, tradicionalmente ligado al Partido Demócrata. En 2016, Trump ganó allí por un exiguo 0,7%, pero entonces el voto adelantado apenas llegó a las 266.000 papeletas. En las actuales elecciones se han registrado 2,4 millones de votos adelantados. ¿Serán mayoritariamente demócratas? Los analistas dicen que sí, pero desde la derrota de Hillary Clinton parece claro que es inútil hacer pronósticos. Trump, con el 64% de los votos escrutados, dijo que era “casi imposible” perder en ese territorio.

¿Por qué no ha arrasado Biden?

Hay muchos factores que podrían explicar por qué Biden no ha ganado ya, hoy mismo y por goleada, estas elecciones. La primera de ellas es la propia elección del candidato demócrata. Barack Obama, en 2008, representó a la perfección el papel de candidato disruptivo que podía arrastrar a las urnas a un amplio sector de votantes progresistas. Ese perfil no es el de Biden, un político blanco, de casi 78 años, que lleva toda la vida en Washington y que, como Hillary Clinton en 2016, representa unos intereses económicos y una forma ortodoxa y centrista de hacer política muy poco atractiva para quienes quieren un cambio real.

Bernie Sanders, aunque igual de veterano, sí representaba ese cambio de registro, pero fue derrotado en unas primarias en las que tuvo a todos los grandes medios de comunicación en contra; así que corre el turno y las esperanzas están puestas, desde ya, en el futuro de la congresista neoyorquina Alexandria Ocasio-Cortez.

Otro de los lastres de Biden puede haber sido su insuficiente sintonía con el votante latino. Su labor como vicepresidente de Obama lo ha convertido, efectivamente, en el candidato favorito de los afroamericanos, pero hasta el último momento de la campaña no empezó a preocuparse de verdad por el voto hispano. Demasiado tarde para un importantísimo sector población que esperaba más comprensión por su parte en un momento de gran angustia por culpa de la política migratoria de Trump. Aunque, en realidad, no hay un voto latino uniforme.

Tradicionalmente, siempre se ha dicho que los puertorriqueños votan por el Partido Demócrata y los cubanos por el republicano. Pero el votante joven de origen cubano ya no está tan alineado con las tesis conservadoras de sus padres y abuelos. De hecho, las encuestas auguraban una victoria demócrata en Florida. Pero finalmente, en otro giro de los acontecimientos, no ha sido así. Trump volvió a llevarse ese Estado clave. Y en Texas, donde el voto mexicano es muy relevante, Biden lideró el recuento durante buena parte de la noche… hasta el vuelco final a favor de Trump.

El actual presidente resucita una y otra vez allí donde el sentido común y la demoscopia lo dan por muerto.

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