Opinión
El ‘videoincordio’ | De lo que pasa a lo que nos queda
"Por muy azaroso que parezca lo que nos ocurre, concurrimos con ello y nos construimos. Lo que traspasa a veces permea y condiciona los pasos que daremos", explica Ana Carrasco-Conde en un nuevo videoincordio.
Es verdad que todo pasa, que muchas cosas llegan, que otras se van y que todo cambia, pero también que algo de todo eso, queda. Pasar (lat. passere) se refiere a los pasos consecutivos, uno delante de otro, por los cuales cuanto acaece está inscrito en una sucesión imparable, la de los hechos que ocurren, que son siempre distintos, basados en una comprensión de la vida y del tiempo como algo transitorio. Y así se dice que todo pasa, que todo estado, por penoso que sea, es temporal y que, por tanto, lo que hoy nos preocupa no lo hará mañana, que será pasado. En cierto sentido ese pasar nos lleva a una cierta espera del paso siguiente que quizá sea más favorable e, inscritos en el orden de los hechos, nos convertimos en sujetos pacientes.
El pasar no es un dejar como estaba, sino un traspasar que cambia nuestro estado. Y eso queda. No es algo exterior, un hecho que nada tiene que ver con nosotros, sino un pasar que nos pasa: algo que implica una relación con nosotros, una afectación o una actitud. No hay un mundo y un nosotros, sino la relación entre ambos. Lo que nos pasa tiene que ver con lo que decimos hacer y, por tanto, apunta al orden de los valores. Lo que nos pasa, aunque nos sobrepase, en realidad se integra en nosotros, en nuestra forma de “pasarlo” que llevaremos ya siempre con nosotros.
Por muy azaroso que parezca lo que nos ocurre, concurrimos con ello y nos construimos. Lo que traspasa a veces permea y condiciona los pasos que daremos. Y esto tiene varias implicaciones: la primera que algo queda en nosotros de lo pasado (qué); la segunda, que aquello que queda está condicionado por el modo mismo que hemos adoptado para encararlo (cómo) y, en tercer lugar, que traspasados por lo que nos ha pasado hemos tomado unas decisiones que no sólo nos cambian, sino que cambian el camino al que se dirigen nuestros pasos (dónde).
Por eso, más interesante que el “pasará” es el “saber estar” o, al menos, ser consciente de que en el mientras se pone en juego un modo que puede generar más o menos daño que destrozos causaremos a nosotros mismos, a nuestra relación con los demás, al mundo mismo, que no está ahí “esperando”, sino que se está haciendo en el camino de nuestros pasos. La pregunta no es cuándo se pasará, sino cómo estamos en un mientras que es la vida misma.
Convincente artículo; respecto a «saber estar» en los conflictos, la mayoría me parece que suspenderemos. Nos sostiene la esperanza de que «ya pasará».
Una buena base educativa sin adoctrinamientos, enseñando a pensar por uno mismo, sin duda que nos puede ayudar a saber estar.
Menores y libertad de conciencia. Sobre el valor del laicismo en la educación
https://www.youtube.com/watch?v=QnMx0mA3zQs&feature=youtu.be