Cultura

‘Acasa – My Home’: un largometraje indispensable

El filme es un grito contra la gentrificación, que siempre afecta a los grupos más vulnerables, entre los que se suele encontrar la comunidad gitana.

Fotograma del documental 'Acasa - My Home'. CAPTURA DE FILMIN

En las afueras de Bucarest, en Rumanía, en el parque natural de Vacaresti –un espacio natural situado en el lago del mismo nombre, que se nutre de las aguas del río Dambovita–, una familia gitana con nueve hijos vive fuera del sistema, pero en perfecta armonía con el entorno que los rodea. Criados en la naturaleza, entre peces, cañizos, aves y tierra, los niños apenas saben leer o escribir, pero saben de la vida más de lo que se enseña en las escuelas.

El entorno, pensado para albergar una reserva natural protegida –es una de las zonas verdes más grandes de Bucarest– fue abandonado cuando cayó la dictadura comunista de Nicolai Ceausescu, en 1989. Fue entonces cuando la naturaleza salvaje se empezó a apoderar del entorno y cuando la familia se instaló allí para llevar un modo de vida, cuanto menos, particular.

Comparable a la biodiversidad de un delta, según los expertos, en el parque natural de Vacaresti, se pueden encontrar casi un centenar de especies de aves, así como diferentes especies de plantas autóctonas. Es uno de los ecosistemas urbanos más ricos del mundo, ya que se ha mantenido inaccesible para los humanos durante mucho tiempo. En 2015, la zona fue declarada patrimonio de interés natural y el gobierno rumano empezó una intervención de conservación; eso sí, sin pensar en todos. Sin pensar, concretamente, en la familia de Gica Enache, que había vivido allí por más de 20 años. 

La historia de la familia Enache es la historia de un enfrentamiento con unas instituciones, como suele pasar, poco sensibles a modos de vida alternativos; es la historia de una familia crecida entre la naturaleza salvaje que tiene problemas para adaptarse a la vida de la gran ciudad. Una ciudad, Bucarest, que, por otra parte, a veces resulta demasiado hostil.

Dirigido de manera excepcional por Radu Ciorniciuc –este es el primer largometraje del director–, y guionizado junto con su pareja, la guinonista Lina Vdovii, Acasa – My Home narra las peripecias de esta familia cuando se les notifica su desalojo. El documental se alzó este año con el galardón especial del jurado a la mejor dirección de fotografía en el prestigioso festival de Sundance y también ha conseguido el premio especial del jurado en el Festival de Cine de Tesalónica, en Grecia. También forma parte del Festival Tectònic, cuya programación se puede ver en Filmin hasta el 1 de noviembre.

El rodaje de la película se llevó a cabo en cuatro años; el tiempo que transcurrió entre el momento en que fue declarada como espacio natural protegido y hasta que la familia Enache fue definitivamente desalojada de los terrenos.

El filme es un grito contra la gentrificación, que siempre afecta –y esto es una constante en toda Europa– a los grupos más vulnerables, entre los que se suele encontrar la comunidad gitana. Acasa – My Home es una grieta que deja entrever que otros modos de vida, incluso en un entorno eminentemente urbano, son posibles. El racismo institucional, el miedo a unos servicios sociales a menudo poco comprensibles o los conflictos generacionales entre padres e hijos son algunos de los temas que atraviesan el film. 

Los gitanos en Rumanía: ciudadanos de segunda

Radu Ciorniciuc nos trae a la gran pantalla una realidad hiriente: el estatus de la comunidad gitana en Rumanía, el país que alberga más gitanos en toda Europa. De hecho, se estima que de los ocho millones de gitanos que viven en el continente europeo, seis lo hacen en este país del este. Y es que, 30 años después de la caída de Ceau?escu, los gitanos de Rumanía continúan trabajando para vencer el racismo estructural que impregna todos los ámbitos de la sociedad rumana y continúan luchando por la igualdad de oportunidades.

Si bien es cierto que las condiciones de la comunidad gitana han mejorado en los últimos años, aún son muchos los retos a los que tienen que hacer frente en este país. Según la segunda encuesta de la Unión Europa sobre las minorías y la discriminación en la población gitana, de la Agencia Europea de Derechos Fundamentales (con datos del 2016), Rumanía y Eslovaquia son los dos únicos países de la Unión Europea en los cuales la escolarización de niños gitanos se ha estancado en la última década. La prevalencia de la discriminación de los gitanos en la búsqueda de trabajo y el poco conocimiento que tienen sobre las organizaciones de apoyo o de igualdad, de campañas y legislación por sus derechos continúan siendo una realidad, tanto en Rumanía como el resto de Europa.

A pesar de todos los programas y estrategias de desarrollo comunitario con enfoque integral y participativo que se están llevando a cabo, la discriminación hacia los gitanos aún es preocupante: hay racismo tanto en el discurso público como en los medios de comunicación. 

«Hay una nueva narrativa peligrosa que se está extendiendo»

Ionut Codreanu es uno de los coordinadores de Active Watch –una organización nacida en 1994 que monitoriza los discursos de odio a los medios, ofrece formación a periodistas y lleva a cabo investigaciones relacionadas con el discurso en los medios–. “Desde la caída del régimen hasta ahora ha habido cambios en la percepción de los gitanos en los medios. Hace 30 años podías leer en los periódicos llamamientos a linchar comunidades gitanas. Ahora esto sería impensable. A medida que nos acercábamos a los 2000, con la entrada de Rumanía en la Unión Europea, todo se suavizó. El estado empezó a vigilar los crímenes de odio y se implantaron políticas de inclusión para que Europa viera que lo hacíamos bien. La actitud política cambió y los medios se hicieron más profesionales y aflojaron”, explica.

Sin embargo, Codreanu reconoce que aún hay retos: “Todavía hay diarios que estigmatizan a la comunidad gitana, programas de televisión que se ríen, y una nueva narrativa peligrosa que se está extendiendo”.

Por eso, documentales como el de Radu Ciorniciuc son importantes. Porque, de manera delicada y respetuosa, tratan de enseñar otras realidades que, a pesar de ser cercanas, a menudo nos cuesta ver.

Puedes ver el trailer de ‘Acasa – My Home’ aquí.

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Comentarios
  1. Todo los sistemas comunistas son dictaduras, no así la dictadura del capital, la más sanguinaria y genocida de cuantas dictaduras hayan existido, a ésta le llamamos democracia no sé si porque pertenecemos a su órbita o por la incesante manipulación de sus medios de propaganda.
    Ahora que se le empieza a ver, sólo un poco, su verdadero rostro a la dictadura del capital podría ser que llegue el día en que deseemos una dictadura comunista.
    Una rumana y algunos rusos emigrantes me han manifestado que preferían el régimen de Ceaucescu y de la antigua URSS, que ahora sólo hay desigualdades y especulación.

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