Sociedad
¿Dónde están las mujeres en la acción climática? En la COP26, no
Reino Unido presenta un equipo para la COP26 de Glasgow que no tiene mujeres en primera línea y constata los retrocesos en materia de igualdad en los espacios de toma de decisiones.
Antes de que comenzase la pandemia, el último informe anual del Foro Económico Mundial sobre la brecha de género estimaba que la igualdad no se alcanzará hasta dentro de 100 años. «Es mucho tiempo, más de una vida», decían algunas noticias al respecto. Otras, más halagüeñas, celebraban que la tendencia sea positiva: en 2018 la estimación era de 108 años y en 2016 de 170. Incluso en comparación, sigue siendo mucho tiempo.
Ahora que todo ha cambiado, es más difícil que nunca mirar más allá de los próximos meses, aunque de ello dependerá que salgan las cuentas o se mejoren cifras tan abstractas como la anterior.
En la situación actual de crisis, muchas esperanzas y promesas con las que empezaba este año se han desvanecido a lo largo de 2020. Objetivos aplazados y cuestiones que se han caído de la agenda política por la prioridad que requiere la gestión de la pandemia. O que se han dejado caer.
Esta semana, el medio británico The Guardian publicaba algunas reacciones tras el anuncio de un equipo enteramente masculino para representar a Reino Unido en las conversaciones de la COP26, la cumbre del clima con sede en Glasgow que está programada para el próximo año y que determinará la ambición climática de los países participantes. Todas las voces coinciden en una idea: el fracaso que supone que no haya mujeres en un espacio de toma de decisiones como este en 2021.
Sin embargo, no ha hecho falta esperar un año para presenciar algo similar. Esta semana, la ONU inauguraba su Asamblea General sin la intervención de ninguna mujer. Otra muestra del desequilibrio de género en la política internacional. No había ninguna entre los más de 30 jefes de Estado que participaron, incluso a pesar de que algunos organismos integrados en Naciones Unidas, como ONU Mujeres, han puesto de relieve la necesidad de contar con más diversidad en los liderazgos a nivel mundial.
2020 es, además, el año en el que se celebra el 25 aniversario de la Declaración de Beijing, una resolución que la ONU adoptó en 1995. El plan más ambicioso sobre los derechos de las mujeres que establece objetivos de igualdad de género y de paridad que la COP26 –una Convención Marco que pertenece a la propia ONU– no cumple. Algo que ya recogía el documento en el 95: «Las Naciones Unidas no son la excepción», dice sobre la falta de representación de las mujeres en organismos de poder.
«Debe reflejar la sociedad que representa»
La escasa o nula participación de las mujeres en cumbres de este tipo tiene implicaciones en las políticas que se deciden en espacios como ese y contrasta no solo con la realidad social sino también con la de los movimientos por el clima que se han consolidado en todo el mundo.
«Es un enorme paso atrás que las mujeres no estén incluidas en el equipo principal de la COP26 en Reino Unido, especialmente cuando las COP anteriores han destacado por su liderazgo femenino: Christiana Figueres, Laurence Tubiana o Teresa Ribera», explica a La Marea Rebbeca Willis, profesora de Energía y Gobernanza Climática de la Universidad de Lancaster. Para Willis, «el país anfitrión –en este caso Reino Unido–, debe ser un modelo de lo que quiere ver en el resto del mundo, así como de lo que se requiere para enfrentar el desafío climático».
En el caso de la COP26, que será presidida por el secretario de Estado para el Desarrollo Internacional del gobierno británico, Alok Sharma, las mujeres forman parte de la jerarquía más baja de las conversaciones sobre el clima que tendrán lugar en Glasgow. En la primera línea, solo formada por hombres, estarán el primer ministro, Boris Johnson, el secretario de Relaciones Exteriores, Dominic Raab, o el exdirector del Banco de Inglaterra, Mark Carney, entre otros.
La profesora Willis no solo considera la paridad de género como «lo correcto», sino que va más allá: se trata también de obtener «el mejor resultado». «Las huelgas escolares iniciadas por Greta Thunberg y que ahora están ocurriendo en todo el mundo muestran que la comunidad climática tradicional se ha estancado», señala. Para ella, movimientos como este, que se reactivan en las calles este viernes tras los últimos meses paralizados por la pandemia, han trasladado la idea de que «las mismas caras de siempre no son suficientes para llevarnos a donde necesitamos estar».
Y, lo de siempre, hace referencia, en muchos casos, a los hombres. En el mundo científico, por ejemplo, un análisis de la revista Nature publicado hace un año llegaba a la conclusión de que si bien en algunos campos intentan alejarse de las conferencias y paneles cuyos participante son exclusivamente hombres, es fácil «volver a caer en los viejos hábitos». Aunque estos no sean tan viejos.
Una perspectiva feminista del cambio climático
Algo que la organización de la COP26 no ha tenido en cuenta, según explica a La Marea la directora Ejecutiva de Greenpeace Internacional, Jennifer Morgan, es que «el cambio climático golpea con más fuerza a las personas más pobres y desprotegidas». Así, las mujeres suponen el 80% de las personas refugiadas por motivos climáticos.
En la misma línea, la profesora Willis explica que «las políticas que se lleven a cabo tienen que estar diseñadas teniendo en cuenta la igualdad». Un enfoque, el ecofeminista, que también demandan organismos nacionales como el Instituto de la Mujer, que en un reciente informe apunta al mayor impacto del calentamiento global sobre mujeres y niñas.
Las expertas apuntan ya a la COP26 como una oportunidad perdida en este sentido. En palabras de Morgan: «Una vez más, la mitad de la población del planeta no está representada, y no solo en la respuesta a la emergencia climática, sino también en los informes sobre la COVID-19. Si queremos tener un mundo más verde, más sano y más justo, las mujeres deben estar representadas por igual. Es tan sencillo como eso».
Faltan mujeres en algunos sitios y sobran en algunas partes: Legardes, Botines, Díaz Ayuso, Cayetanas, Anas Rosas…
No podemos avanzar hacia una transición ecosocial, internacionalista y feminista si seguimos prescripciones económicas obsesionadas con el rendimiento y la maximización de los beneficios. Tenemos que adoptar criterios de evaluación económica que nos hablen de vidas dignas, que aseguren el pleno cumplimiento de los derechos humanos, el bienestar general y el estado del medio ambiente, no solo el crecimiento del PIB.
https://www.ecologistasenaccion.org/152279/manifiesto-justicia-climatica-para-salir-de-las-crisis/