Sociedad

[ADELANTO EDITORIAL] ‘Aprender y enseñar en tiempos de confinamiento’ (Los Libros de la Catarata)

En el libro han participado tanto profesores como profesionales de la investigación educativa. El objetivo: hacer propuestas útiles para la educación del siglo XXI.

Con la llegada de la COVID-19 ha empezado un periodo de confinamiento que ha reducido a cenizas el cíclico vaivén de las entradas y salidas de estudiantes, convirtiendo las aulas en un espacio vacío, desprovisto de su sentido primordial. La transición de un sistema educativo presencial a un modelo de educación a distancia ha sido, probablemente, el mayor sobresalto que ha recibido la educación en España y en muchos otros países en el último tercio del siglo XX y este comienzo de siglo XXI. Aún no tenemos perspectiva histórica para conocer cuáles han sido los efectos durante el curso 2019-2020, pero necesitamos información para comprender el impacto de la enfermedad en los menores, el efecto del confinamiento en su aprendizaje y su crecimiento o la repercusión de la transformación del sistema educativo en los centros y los docentes. Sin embargo, ya estamos inmersos en un nuevo curso y hay que tomar decisiones.

El objetivo de este libro es hacer propuestas útiles para la educación del siglo XXI. Hace un recorrido por algunas de las ideas clave: organización de los centros educativos, infraestructuras, metodologías de enseñanza, aprendizaje en tiempos del COVID-19, evaluación, desarrollo integral de la persona y el contexto comunitario y social en el cual tiene lugar el aprendizaje, intentando responder a las preguntas que puede tener un docente a comienzos del curso 2020-2021, pero sin renunciar a aportar los resultados de investigaciones recientes o las propuestas que se estén desarrollando en instituciones o centros educativos de reconocido prestigio.

En él han participado Conecta13 –una spin-off de la Universidad de Granada–, los profesores Fernando Trujillo, Manuel Fernández Navas, Ramón Montes, Adrián Segura, Jesús Trujillo; el socio fundador de Conecta13, David Álvarez Jiménez, y la investigadora Ana Yara Postigo Fuentes. El secretario de Estado de Educación, Alejandro Tiana, ha escrito el prólogo de este libro, editado por Los Libros de la Catarata y que saldrá a la venta el 14 de septiembre.


A continuación, reproducimos parte del primer capítulo de Aprender y enseñar en tiempos de confinamiento, elaborado por Adrián Segura Robles:

EL IMPACTO DE LA COVID-19 EN LA EDUCACIÓN. BALANCE NACIONAL E INTERNACIONAL DEL CURSO 2019-2020

INTRODUCCIÓN

Encendemos la grabadora para hablar con Sofía Deza, directora del CEIP Clara Campoamor (Huércal de Almería). Sofía es una persona respetada en el ámbito educativo y reconocida tanto por sus compañeras y compañeros como por la sociedad, como demuestra el hecho de haber recibido en 2019 la medalla de la Orden del Mérito Civil. Le preguntamos por su visión del próximo año:

—Dinos, Sofía, ¿qué necesitarías en tu centro para hacer frente a la situación provocada por la COVID-19?

—Lo primero sería desdoblar los grupos para minimizar las posibilidades de contagio y hacer posible el trazado en caso de que ocurra. Para ello necesitaríamos más profesorado y espacios diversos para ese alumnado, incluyendo espacios municipales que sean accesibles a pie desde el centro o los domicilios del alumnado, para evitar el autobús escolar en la medida de lo posible.

—¿Eso es todo?

—¡Claro que no! Los niños y los profes se ponen malos a lo largo del curso. En el caso del profesorado, si se producen bajas, tiene que haber sustituciones inmediatas. Además es necesario contextualizar las planificaciones con un currículo que permita desarrollar la autonomía, las competencias y los aprendizajes para la vida del alumnado. Para esto nada mejor que las metodologías activas e inclusivas, que no dejen a nadie atrás, con secuencias de trabajo que partan de un diseño universal para el aprendizaje.

—Parece razonable eso que me dices.

—Aún no he acabado. Sería necesaria la colaboración de diferentes administraciones, autonómicas y municipales, y distintos servicios, al menos sanidad, educación y servicios sociales. Los municipios deben comprometerse con más personal de limpieza y con personal de perfil sanitario en cada centro para poder atender a situaciones de riesgo sanitario con rigor y profesionalidad.

—Te comprendo.

—Otro problema es la conciliación familiar, que requiere compartir responsabilidades entre distintas instituciones y administraciones, comenzando con las empresas y los servicios sociales de los ayuntamientos y las consejerías. También necesitaremos más personal para las actividades extraescolares, el comedor y el aula matinal.

—Con eso habremos acabado.

—No, aún tenemos que hablar del proyecto digital de centro. Necesitamos equipos y recursos digitales que se puedan utilizar tanto en los centros de manera presencial como en caso de que tengamos que confinarnos, para poder prestarlos a los estudiantes que los necesiten.

—Ahora sí hemos terminado, ¿verdad?

—No habéis entendido nada: ahora estamos solo empezando.

—Nos lo temíamos, Sofía, nos lo temíamos.

Con su sonrisa siempre en los labios, Sofía nos deja pensativos. Recogemos nuestra grabadora y nuestro bloc de notas. Acaba de empezar nuestro trabajo: intentar entender cómo aprender y enseñar en tiempos de pandemia.

LA IMPORTANCIA DE LA INVESTIGACIÓN EDUCATIVA HOY

Veamos algunos datos (Nowakowska et al., 2020): los dos primeros artículos científicos sobre la COVID-19 se publicaron el 14 de enero de 2020. Desde esa fecha, se publicó una media de 1,9 artículos diarios durante el mes de enero, que subió a 14,5 artículos diarios en febrero. En marzo ya se publicaban 51,1 artículos diarios sobre la COVID-19. En total, solo durante esos tres meses se han publicado 2.062 artículos en inglés, superando el exigente proceso de revisión de las revistas científicas internacionales. Sin lugar a duda, todo un hito para la historia de la ciencia.

Por otro lado, aunque, lógicamente, la prioridad frente a la COVID-19 es la investigación médico-sanitaria, no podemos olvidar que la salud y la enfermedad no son solo estados del cuerpo, sino que están íntimamente relacionados con nuestros modos de vida, el estatus socioeconómico de las poblaciones y las comunidades, sus costumbres y sus prácticas sociales. Es necesaria también una mirada social a la enfermedad si queremos comprenderla globalmente.

En este sentido, muchos ojos miran al sistema educativo constantemente. Por supuesto, en primer lugar, los estudiantes, las familias y el profesorado; también la inspección educativa o las asesorías de formación, que es lo mismo que decir las Consejerías de Educación correspondientes. Además, por supuesto, también los ayuntamientos, las empresas editoriales o tecnológicas y algunos otros sectores implicados directa o indirectamente en cuestiones educativas.

Una de esas miradas es la investigación educativa. Silenciosa y con frecuencia recluida en los oscuros circuitos de las revistas científicas, la investigación educativa suele tener unos tiempos muy largos de desarrollo, con proyectos que tardan años en ofrecer resultados que se dan, además, en espacios no habitados por ninguno de los agentes mencionados en el primer párrafo: ni las familias ni los docentes suelen tener acceso a las publicaciones científicas ni los investigadores e investigadoras tienen ocasión de divulgar los resultados de su trabajo para que llegue, de manera efectiva y en el tiempo necesario, a la comunidad educativa.

Con la intención de evitar esto, el primer capítulo de este libro pretende hacer un recorrido somero por la literatura científica generada entre diciembre de 2019 y julio de 2020 para poder entender el impacto de la COVID-19 en la educación. Sin embargo, no te preocupes: en este camino de baldosas amarillas hasta llegar al reino de Oz de las propuestas educativas hemos despejado todos los peligros de oscuridad para que el mensaje de la investigación llegue con claridad y sin problemas a quien debe llegar. Es decir, a ti.

CHINA, EL CASO CERO

Comencemos nuestro viaje por una ciudad desconocida en noviembre de 2019 y que hoy es conocida en todo el mundo: Wuhan, ciudad de la República Popular de China. Añadamos a nuestra mochila un dato antes de partir: el sistema educativo chino atiende a unos 270 millones de estudiantes, con sus 20 millones de docentes, en sus distintos niveles educativos y en ámbitos de desarrollo muy desiguales, desde pueblos ganaderos o dedicados a la agricultura a megaciudades masificadas y en constante crecimiento (Ministerio de Educación de la República de China, 2019). Es fácil imaginar la complejidad de gestionar un sistema educativo de este volumen en una situación tan ingobernable como ha sido la pandemia de COVID-19. Para dar respuesta a esta situación extraordinaria y repentina, el Gobierno chino centró sus esfuerzos en torno a dos ejes principales: por un lado, tras el cierre de las aulas y la cancelación de la enseñanza presencial, se intentó concienciar a la población sobre la necesidad de mantener la educación en marcha. Esta consigna se veía resumida en el lema “School’s Out, But Class’s On” (Zhou et al., 2020). Por otro lado, aprovechando la coyuntura, todas las medidas que se tomaron se diseñaron para que no fueran parches provisionales al sistema educativo, sino que deberían formar parte de la construcción de un nuevo modelo educativo para el país a largo plazo.

Así, entre las medidas más destacadas que se han llevado a cabo en China, cabe señalar (Ministerio de Educación de la República de China, 2020):

  • Promover el uso extensivo de recursos digitales, creando bancos de recursos gratuitos y disponibles para toda la comunidad educativa con recursos de calidad, bien clasificados y de fácil acceso.
  • Proporcionar una cobertura integral al aprendizaje, sobre todo para áreas rurales remotas que no disponen de acceso a la red, si es necesario a través de la televisión pública y la radio.
  • Ofrecer contenidos formativos sobre prevención y actuación ante pandemias, no solo centrándose en el aspecto de la higiene sino también en la gestión de los sentimientos y el bienestar psicológico.
  • Garantizar la adaptación de los contenidos y la metodología a las nuevas circunstancias, evitando que el nuevo sistema educativo sea una mera transposición del sistema tradicional a un nuevo entorno digital.
  • Mejorar la coordinación de los docentes y empoderarlos con liderazgo pedagógico para que sirvan de referencia para los demás docentes.

Además, todas estas medidas de trasformación en un sistema tan complejo y enorme no tendrían ningún sentido si no fueran acompañadas de inversión, especialmente para dotar de infraestructuras que soporten este nuevo modelo educativo.

En resumen, la respuesta educativa del Gobierno chino ha intentado evitar que los estudiantes perdieran completamente el curso y ha generado unos valores de satisfacción altos tanto en las familias como en los propios docentes (Zhang, Wang, Yang y Wang, 2020).

Si te gusta este artículo, apóyanos con una donación.

¿Sabes lo que cuesta este artículo?

Publicar esta pieza ha requerido la participación de varias personas. Un artículo es siempre un trabajo de equipo en el que participan periodistas, responsables de edición de texto e imágenes, programación, redes sociales… Según la complejidad del tema, sobre todo si es un reportaje de investigación, el coste será más o menos elevado. La principal fuente de financiación de lamarea.com son las suscripciones. Si crees en el periodismo independiente, colabora.

Comentarios
  1. Qué decepción, pensaba que el artículo trataba sobre educación y sólo habla de cómo gestionar un centro educativo. Os pasáis con lo de ver la educación como un negocio.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.