Opinión
Ecofeminismo
"Toda la humanidad debe dejar atrás la codicia y la explotación, y debe convertirse a la economía femenina del compartir y el cuidar", reflexiona la autora.
Este artículo forma parte del Anuario Internacional CIDOB 2020. Accede a todos los contenidos del Anuario en: anuariocidob.org
El ecofeminismo es una cosmovisión que reconoce que los seres humanos son parte de la naturaleza, no una entidad separada de ella. Mediante la noción de interconectividad a través de la vida, la naturaleza y las mujeres son seres vivos y autónomos, no objetos inertes pasivos, explotados y violados por el poder masculino. La creatividad y la productividad de la naturaleza y de las mujeres son los fundamentos de todos los sistemas de conocimiento y de todas las economías, pese a ser invisibles a los ojos del patriarcado capitalista que, como visión del mundo, como sistema de conocimiento y como forma de organización de la economía, se ha conformado durante siglos por efecto del colonialismo, el industrialismo de los combustibles fósiles y el uso de la violencia, la codicia y la destrucción de la naturaleza y las culturas. El patriarcado capitalista considera que la naturaleza es materia inerte y las mujeres seres pasivos.
Los padres fundadores de este sistema edificaron un antropocentrismo basado en la separación de los seres humanos y la naturaleza, y de la superioridad de estos sobre las otras especies, para justificar así el dominio sobre la naturaleza. La naturaleza fue objetivada, convertida en objeto de manipulación, control y explotación. La madre tierra transformadora, que está viva y que acoge y propicia la vida, fue convertida en materia inerte, mera materia prima para la explotación industrial.
Francis Bacon, considerado el padre de la ciencia moderna, se refirió a esta conversión como “el nacimiento masculino del tiempo”, desde una concepción profundamente patriarcal del proyecto de la ciencia mecanicista y reduccionista. Como escribe Carolyn Merchant en La muerte de la naturaleza, “como marco conceptual, el orden mecanicista se ha asociado con un sistema de valores basado en el poder perfectamente compatible con el rumbo adoptado por el capitalismo comercial”.
Hice mi tesis doctoral sobre los fundamentos de la teoría cuántica de la no localidad y la no separabilidad. Mi formación científica me ayudó a trascender la mentalidad mecanicista basada en el reduccionismo, la fragmentación y la separación, mentalidad que facilita la extracción y la explotación.
La “solución científica” de la agricultura química industrial basada en un paradigma científico reduccionista y mecanicista nos ha legado el problema de la extinción de especies, la desaparición del agua, la degradación del suelo, el cambio climático y las enfermedades crónicas. Y ha sido incapaz de hacer frente al problema original que pretendía resolver: el hambre. Hoy, mil millones de personas pasan hambre en el mundo. Y es el apetito sin límites de tierra y los recursos de la agricultura industrial lo que está en la base de las nuevas epidemias y pandemias.
«Debemos dejar atrás la codicia y la explotación, y convertirnos a la economía femenina del compartir y el cuidar»
La mente mecanicista también construye un “límite de la creación”, así que el conocimiento aportado por las mujeres, los pueblos indígenas y el ámbito público es invisibilizado, y la apropiación del conocimiento se presenta como una “innovación” o “invención”. Esta mentalidad predomina de un modo desmesurado en el área de la biodiversidad y del conocimiento indígena. Yo he bautizado este fenómeno con el nombre de “biopiratería”.
En el paradigma del patriarcado capitalista, el dinero ha sido transformado en “capital” de fuerza creativa. Conecta falsamente la creatividad y la creación de valor a un constructo llamado “capital”, una abstracción basada en el dinero. El dinero es un medio de intercambio que refleja el valor real de mercancías y servicios reales, creados mediante el trabajo real y con la contribución de una naturaleza real y unas personas reales. El dinero en su abstracción como “capital” se separa de la realidad, y esto hace posible el extravío de la creatividad. El “capital” se ha convertido en el constructo dominante de nuestra era. La concentración de la riqueza y el dinero acumulado mediante violencia, guerras y saqueo fueron mistificados como “capital”. Y con ello, la tierra creativa fue declarada muerta, materia prima, y los seres humanos y las comunidades libres y creativas también fueron convertidos en inputs pasivos, con la etiqueta “fuerza de trabajo”.
Lo que se necesita es redefinir la economía patriarcal capitalista que trata el trabajo de las mujeres de no trabajo, y de ignorancia, el conocimiento de las mujeres. Debemos redefinir el trabajo y librarnos de la jerarquía patriarcal capitalista que define el trabajo con nuestros cuerpos como una forma inferior de trabajo, y el hecho de jugar con el dinero de los demás en el casino financiero como la tarea más importante. Como decía Gandhi, “la riqueza sin trabajo es pecado”. Toda la humanidad debe dejar atrás la codicia y la explotación, y debe convertirse a la economía femenina del compartir y el cuidar.
Vandana Shiva es escritora y directora fundadora de Navdanya.