Internacional
Turismo (y corrupción) en la joya de los Balcanes
Las construcciones ilegales en torno al lago Ohrid ponen en peligro la consideración como Patrimonio de la Humanidad de este enclave macedonio
Ohrid, conocida en la antigüedad como Lychnidos, es patrimonio de la humanidad de la Unesco desde 1979. Es la ciudad balcánica que mejor conserva su arquitectura milenaria, el lugar en el que se fundó la primera universidad eslava en los Balcanes y hogar del primer monasterio eslavo: el de san Pantaleón. Junto al lago Ohrid, el que dicen es el más antiguo y profundo de Europa, se halla el enclave perfecto para refrescarse y descansar en verano a 700 metros sobre el nivel del mar. Por eso no es de extrañar que esta región cada día tanga más visitantes.
Sin embargo, no todo es tan bonito en este rincón de Macedonia: la desmesura por el ladrillo (hay muchos edificios de nueva construcción, parte de ellos ilegales) y otras causas medioambientales han bastado para que el año pasado la Unesco amenazase con considerar la región como patrimonio en peligro si no se acometían reformas. La decisión se tomará en el encuentro número 44 del Comité del Patrimonio Mundial, propuesto para este verano, pero aplazado, al igual que la temporada turística, por la crisis de la COVID-19. “Todos estos edificios que ve son ilegales. Ahora han parado la construcción, por la Unesco, pero luego ya veremos qué ocurre. Sin embargo, me gusta que nos vigile: tenemos que cambiar la mentalidad, aunque no creo que nos vaya a rebajar la categoría”, dice Altina Ismaili, de 27 años, sentada en la terraza de uno de esos bares ilegales de Struga, ciudad a 15 kilómetros de Ohrid.
Altina Ismail ha trabajado durante tres años en proyectos de observación de los juncos del lago. También ha coordinado actividades de educación medioambiental con estudiantes de secundaria. Hace dos observaciones: cada vez hay menos juncos y más edificios. Los juncos, asegura, son esenciales para limpiar el lago y para la supervivencia de la trucha del Ohrid y las más de 200 especies endémicas que aquí habitan. “Si empezamos una guerra contra la naturaleza, perderemos. El lago Ohrid tiene un agua cristalina, pura, potable en algunos puntos. Tiene la cualidad de permanecer limpio por sí mismo. En verano, la calidad baja a nivel 3, pero durante el resto del año es perfecta”, explica Ismaili para mostrar uno de los muchos efectos que el turismo tiene sobre la región.
“Las construcciones continuarán. No sigo las noticias, pero no se han parado. La Unesco no puede hacer nada, carece de autoridad, y me pongo nerviosa solo de pensarlo”, comenta Marta Pejoska en el casco antiguo de Ohrid, uno de los primeros asentamientos humanos en Europa y ciudad de los Balcanes que mejor conserva la arquitectura de entre los siglos VII y XIV: 800 iconos bizantinos y las iglesias de Santa Sofía, Santa Madre de Dios Peribleptos y San Juan Kaneo refrendan el importante pasado religioso y cultural reconocido por la Unesco.
Marta Pejoska, diseñadora de joyas especializada en filigrana, licenciada en Arquitectura y amante de la navegación y el montañismo, nació hace 35 años a escasas cuadras de la cafetería del casco antiguo de Ohrid. “No se puede jugar con el turismo (…) y el Gobierno necesita un plan para proteger el medio ambiente. Se puede construir una carretera en la montaña, pero tiene que ser necesaria y hay que contratar a expertos que estudien el impacto del desarrollo turístico en la región. Por desgracia, nuestro Gobierno es cortoplacista”, comenta.
La presión popular y los toques de atención de algunas organizaciones internacionales han conseguido que, por ejemplo, el Gobierno deje a un lado el plan para construir una carretera que atraviese Galiçitsa, otro entorno natural protegido que se abre paso a un lado de los lagos Ohrid y Prespa. Es un ecosistema: todo está conectado. Esa y otras batallas las han ganado los activistas a fuerza de lucha; no ha sido así en el tema de los edificios, cuya construcción no va pareja a la demanda. La Unesco ya ha hecho inventario de qué hay que demoler. “Sabemos que se ha vendido suelo público a particulares. Sabemos qué edificios son ilegales. O lo eran, porque algunos han sido legalizados a posteriori. Aquí, alguien, sin más, decide que se pueden cortar árboles para hacer casas”, recuerda Pejoska en un discurso popular entre los locales de la zona.
Legalizar la ilegalidad
En la municipalidad de Struga, centenares de viviendas, varios hoteles y numerosos bares están construidos en un terreno en el que no deberían estar: a menos de 50 metros del lago. “En la ciudad solo hay unos pocos edificios ilegales: muchos se regularizaron. Hasta 2011, el Ministerio de Transportes y Urbanismo controlaba las edificaciones. Era la autoridad. Con la descentralización de 2011, las municipalidades obtuvimos el control. No podemos cerrar esos bares de la playa porque obtuvieron un acuerdo con el Gobierno”, explica Natmir Nexhipi, concejal de urbanismo de Struga. “Actualmente está prohibido dar licencias para la construcción. El último permiso que di fue hace un año, para un parque deportivo en Apolonia”, destaca, y reconoce que pronto perderá su poder decisorio sobre las construcciones en la ribera del lago: “Trabajamos en una ley para que el control vuelva al Gobierno”.
De momento, las construcciones que sí se consideran ilegales no se pueden demoler. “Los casos están en manos de la justicia”, explica Nexhipi. Sin embargo, Dragana Velkovska, activista de Ohrid SOS, una plataforma que lucha por la preservación del entorno de Ohrid, asegura que, si se quisiera, se podría: “Todos esos edificios podrían ser demolidos porque están a menos de 50 metros del lago. Está estipulado en la ley de 2008”. En este ir y venir legal, los empresarios, en algún momento, consiguen legalizar las construcciones. Ocurre en Skopje, la capital, y, por supuesto, también en Ohrid, Struga o Tetovo. Como habitualmente sucede en el mundo del ladrillo, huele a corrupción, a acuerdos entre los actores locales y nacionales, que aquí, en un país con menos de dos millones de habitantes, están conectados en una rueda clientelar. Macedonia del Norte ocupa el puesto 106 en el Índice de corrupción elaborado por Transparency International.
Slavian, de 57 años, guía turístico alternativo, filósofo y de credo ortodoxo, resume la situación: “Hay un boom en el sector de la construcción. Nuestra economía se desplomó con la caída de Yugoslavia, pero unos pocos se hicieron ricos. No tenían dónde invertir, porque aquí no hay economía, así que construyen edificios. A priori podría no parecer negativo, pero en Ohrid sí que lo es: hay pisos vacíos. Espero que detengan las construcciones porque vamos a perder la protección de la Unesco. Y nos lo merecemos. Los cambios que hay que hacer son menores: demoler algunos edificios, pero hay demasiada corrupción en este país”.
¿Es posible un turismo sostenible?
En Macedonia del Norte, los habitantes viven con unos 300 euros mensuales. Es un país barato para el turismo: y cada día hay más rutas aéreas, una directa a Ohrid y otra a Skopje. A pesar del toque de atención, la Unesco reconoce que el turismo en la región aún no presenta un problema crítico, pero es el momento de pensar qué futuro se quiere y actuar. “No podemos tenerlo todo, tenemos elegir”, insiste Pejoska. La diseñadora de joyas cree que no es mala idea incrementar los precios, y ofrecer un servicio de más calidad. “Si quieren venir, lo harán, aunque sean tres días en lugar de cinco”, aventura. Slavian, por su parte, dice: “A más de 700 metros sobre el nivel del mar tenemos un clima mediterráneo con noches frías. Incluso plantamos olivos. Es una combinación perfecta”.
Ambos están seguros de que es posible desarrollar un turismo sostenible en la región. Tienen que creerlo: viven de este sector. Ismaili, en cambio, duda. Desconfía, sobre todo, de sus políticos, aunque también de sus compatriotas macedonios. “Siempre hemos tenido turistas: los holandeses vienen de mayo a octubre con sus caravanas. Hemos luchado para que algunos de esos campings ilegales que utilizan sean cerrados. Pero es dinero, política. Por eso creo que nosotros, y no los turistas, somos los culpables: ellos nos respetarán si nosotros hacemos las cosas bien. Pero los empresarios no respetan nada. Si el alcalde no respeta las reglas, ¿por qué tendrían que hacerlo los ciudadanos y los turistas?”, se pregunta.
Según la Unesco, el lago Ohrid, además, padece un descenso de los niveles de agua y un aumento de la contaminación por el inadecuado tratamiento de las aguas residuales. “El resultado es un aumento del consumo de agua, la contaminación y la destrucción y fragmentación del hábitat”, dice el informe. En 2008, el estudio Ancient Ohrid Lake: biodiversity and evolution ya lo advertía: “El lago sufre el aumento de la presión antropogénica. Presumiblemente, algunas especies endémicas se han extinguido, y hay indicios de especies invasivas que están penetrando en el lago Ohrid”. El informe avisa también de los efectos que puede tener el impacto humano sobre uno de los lagos con mayor biodiversidad por metro cuadrado: 212 especies endémicas en sus 358 kilómetros de superficie.
Más de una década después, la Unesco repite que es necesario buscar una fórmula sostenible para esta joya de los Balcanes. El problema es que, en Macedonia del Norte, país con un alto nivel de contaminación, no existe una política medioambiental clara desde la caída de Yugoslavia. Hay leyes, pero no se ejecutan: 30 años de descontrol que se unen a una corrupción extendida. Una mezcla que preocupa, sobre todo, a los habitantes que crecieron junto a este lago del que no pueden, ni quieren, despegarse.
Cada vez hay menos juncos y más edificios.
Nuestro gobierno es cortoplacista.
¿SOLO EN LOS BALCANES?: parece que habléis de España.
El turismo es uno de los sectores que más ha contribuido a la desaparición de ecosistemas y la pérdida de biodiversidad en España.
El turismo es la industria más exitosa de nuestra economía, la que más precariza, pero beneficiada por inversiones públicas y grandes beneficios. ¿Debemos rescatar a las empresas turísticas ante las pérdidas por la pandemia o rescatamos a la ciudadanía?
Sería el momento de hacer las cuentas reales del turismo y evidenciar su coste sin olvidar que esconde sectores muy especulativos y destructores.
La vinculación entre turismo y riqueza es bastante engañosa.
https://www.ecologistasenaccion.org/150482/tenemos-que-rescatar-al-turismo-de-esta-crisis/
La ecología nunca puede ser un pretexto para para regular más a la contra la vida de algunas personas que de manera paralegal subsisten en condiciones muy precarias. No hablo de los empresarios de pelotazo (e incluso de los de las pymes: baretos, chiringuitos, etc) en Macedonia, como en Montenegro, etc (pues esta situación se da en muchos lugares de la exYugoslavia) pero el enfoque no pueden ser los juncos y el turismo sostebible. La ecología social es otra cosa. Hay que ver cuánta gente vive alrededor de los lagos de manera irregular en campings-comunidades como medio alternativo a una vida sin trabajo en el rural y esclava en las ciudades. En fin.