Cultura
Laura Casielles | Gracias
Laura Casielles se despide de La Mirada... hasta septiembre: "De aquí no se va ni dios hasta que sepamos el final de esta historia, que está interesante".
Querida lectora, querido lector,
Esta es la última #Mirada que vamos a compartir antes de cerrar el chiringuito e irnos a uno de verdad hasta septiembre.
Bueno, lo del chiringuito no es exacto: como quizá también para ti, para mí este agosto va a ser raro y aún no sé cuánto tendrá de olas ni de hamacas. Pero ya me entiendes. Que estaremos haciendo lo que se pueda para que vivir se parezca a una playa.
Te hablo a ti, así, directamente, porque en realidad eso es lo que he estado haciendo durante todos estos meses. En cada uno de los artículos que he escrito, viernes tras viernes, he sentido que estaba mandando una carta. Un mensaje en una botella que no sabía si llegaría a alguien, ni a quién, ni cuándo. (En realidad, esa es la única manera de escribir que conozco. Seguro que hay otras, pero a mí no me visitan).
Han sido, en total, 35 cartas. Toda una correspondencia, ¿no? Ya podríamos habernos enamorado. Desde la primera, en septiembre, nos han pasado muchas cosas. Hemos tenido elecciones, golpes de Estado en otros países, lágrimas en la tele, violencia machista, fiestas de guardar. Arte, Navidad, erupciones volcánicas. Un aumento del SMI. Un Brexit. Más arte, tractores en Madrid, San Valentín, ganas de defender a las hermanas.
Luego ya llegó el coronavirus. Y la actualidad se nos hizo bola, y más bola, y ahí estuvimos venga a intentar pensarla: con sus meteoritos, y sus países, y sus fases, y sus fascistas, y su pena, y sus predicciones, y sus diccionarios. Y más arte. Después volvimos a la calle y nos encontramos con las presidentas y los técnicos de los teatros, con la EVAU y Black Lives Matter, con reyes ladrones. Y con más arte.
Ha sido un lujo poder recorrer así, contigo, tanto desconcierto.
Por eso, esta semana, aunque sigan pasando más cosas (la reconstrucción y los rebrotes, Europa y las madres de Portland) nada me parecía más importante que traerte, como leitmotiv de esta última carta, unos versos de una de mis poetas de cabecera. Ella se llama Mary Oliver y los versos dicen:
Todo lo que sé
es que «gracias» debería aparecer
por alguna parte.
Así que, por si acaso
no puedo encontrar
el lugar perfecto–
«Gracias, gracias».
Gracias por estar al otro lado. Gracias por responder a veces con un reenvío o con un corazón o con una crítica. Gracias por la conversación, si la hubo. Gracias por tu tiempo, en todo caso.
No lo sabes –o quizá sí, porque tú tienes ojitos en la cara y yo soy bastante transparente–, pero entre líneas de estas cartas también has leído lo que me ha ido pasando en estos meses. A mí, sí, en mi pequeña vida, tan distinta de la tuya y seguro que tan parecida también. Desde que empecé a escribir estos artículos en septiembre, dejé un trabajo, me embarqué en un proyecto, retomé otro, tuve una separación, varios viajes, mucha amistad, tremendo insomnio, dos muertes en la familia, un mágico retorno extemporáneo de la primavera. Angustia, alegría, ilusiones y desánimos.
Te lo cuento porque escribir, como cualquier otra cosa, es algo que se hace con todo eso ululando de fondo. Por detrás de las grandes noticias que intentamos entender en colectivo, vamos andando por el alambre de esa fragilidad, con ese barullo entre las voces. Y en estos tiempos en que a veces parece que hay que tenerlo todo claro y hablar muy alto, a mí siempre me gusta recordarlo.
También porque uno de los abismos de comprometerse a publicar cada semana es aprender a lidiar con que no siempre estás igual. Con que –otra vez como en todo– a veces te saldrá bien la cosa y la carta llegará a la orilla; pero que sin ninguna duda otras veces te vas a equivocar, a no afinar, a no acertar.
No pasa nada, pero ¿sabes? Lo que se pasa es fatal, los viernes en los que sientes que has escrito una mierda. Así que, por si acaso no puedo encontrar el lugar perfecto: gracias, gracias por haber seguido confiando, y haber vuelto a este buzón la semana siguiente, en las veces así.
Y otra cosa que te quiero dar, aparte de las gracias, es la enhorabuena. Por haber llegado hasta aquí, pasando lo que te tocara, en este año raro que tanto se ha llevado por delante. Era una lotería que no hay que dar por ganada, la verdad.
En realidad, las bolas siguen girando y nos arrastran con ellas en un centrifugado de incertidumbres. 2020 sigue siendo un misterio y ahí estamos: intentando negociar con las dudas, reentender las distancias, tener a raya al miedo.
Por eso, hoy yo solo quería dejarte por aquí algo fresquito para despedirme. Meter en este sobre un chapuzón, una tarde en un parque cuando atardece, una cerveza helada con alguien que tenga buena charla, un paseo en bici por esta ciudad que ya se va quedando desierta. Esa postal sería, básicamente, lo que quiero traerte en esta última mirada del curso: el mejor deseo que puedas poner dentro del marco de la ventana desde la que te estés asomando al verano.
Se me ocurre, por ejemplo:
Un poco de mar.
Un poco de amor.
Un poco de asombro.
Y nada, que nos leemos en septiembre, ¿vale? Cuídate mucho estas semanas, que está la cosa rara. En realidad, a lo mejor lo que estoy queriendo es jugar un poco a Sherezade. Decir: de aquí no se va ni dios hasta que sepamos el final de esta historia, que está interesante. Yo espero volver descansada, con marcas del sol en lo que mire y un cuaderno a estrenar, para seguir escribiendo lo que nos traiga el año próximo. Cuento contigo, ¿sí?
Hasta entonces, un abrazo. Que tengas un muy, muy feliz agosto.
Laura
Que pases un feliz descanso y puedas cambiar de aires. Disfruta de la familia y de los amigos. Y protégete del sol que ya sabes que es muy traicionero. ?
Gracias por tu humanidad Laura.
Sobre todo en tiempos que parece extinguirse o será que yo estoy rara y por éso todo lo veo raro.
Gracias Laura, por tus artículos, que siempre se intuyen enviados desde el corazón. Como le dijo una vez un niño, o una niña, no estoy seguro, a Eduardo Galeano durante un coloquio que tuvo en una escuela: «Sigue escribiendo». Nos vemos en septiembre
Gracias Laura, este es el primer artículo tuyo que leo … Que tengas un agosto feliz y saborea esa cervecita con placer y bien merecida…En septiembre intentaré que no se me olvide , ahí estaré..Felices vacaciones.
Feliz descanso y que nos veamos, leamos, en septiembre. Gracias también a tus palabras, en las que me siento muchas veces interpretada y desahogada. Cúidate mucho también que, como dices, la cosa está cada día mas rara.