Opinión
La interrupción de María Llapart: los niños y las niñas existen (las 24 horas del día)
"La interrupción que ha propuesto María Llapart a la entrevistada, interrumpida a su vez por su hija, es poner en el centro los cuidados", reflexiona la autora.
Ay, qué graciosos. ¿Has visto el vídeo en el que el hijo de una periodista irrumpe en la pantalla mientras está en directo? ¿Y esa otra niña que interrumpe a su madre mientras la están entrevistando? De vez en cuando, los medios reproducimos estas “anécdotas” como algo excepcional. Suelen ser, además, vídeos que se vuelven virales. Y ya sabemos qué significa viral. Pero resulta que los niños y las niñas están ahí siempre. Resulta que los niños necesitan cuidados, que iban a la escuela, que interrumpen entrevistas y, oh, sorpresa, hasta carreras profesionales. Resulta que los niños existen.
Pero no sabemos todavía cómo va a ser el regreso a la escuela, si se da. No sabemos cómo harán esas madres que viven solas para trabajar y cuidarlos. No sabemos, claro, cómo lo han hecho hasta ahora. El INE acaba de publicar en su encuesta de condiciones de vida, otro año más, que casi la mitad de las mujeres solas con hijos estaba en situación de pobreza en 2019, antes de la pandemia. Pero nos hacen gracia las interrupciones y las visionamos una y otra vez. No sabemos cómo han trabajado realmente las madres y los padres durante los peores meses de la COVID-19. Ni sabemos cómo lo hacían antes y lo siguen haciendo ahora. No sabemos qué pasa después de la interrupción. O sí. En cualquier caso, resulta que los niños y las niñas existen.
Esta mañana, la investigadora de Biología Computacional Clara Prats fue interrumpida por su hija mientras intervenía en el programa Al rojo vivo, en La Sexta. «No tenemos ningún problema, valoramos mucho lo que está haciendo […] Es una crack. Nos está hablando, se acuerda de los datos y encima está atendiendo a su criatura», le ha respondido la presentadora y periodista María Llapart a la entrevistada. Ante la insistencia de la niña, Llapart ha pedido parar la entrevista para que atendiera a su hija: «Lo primero es atender a los niños […] Quiero que atienda a su bebé, que todo lo demás es secundario», ha proseguido la conductora del programa.
Y es esa otra interrupción, la que ofreció María Llapart a la investigadora, de la que los medios y, sobre todo la cúpula directiva –y sobre todo los directivos hombres–, no solemos hablar, ni reproducir en bucle, ni aplicar en nuestro día a día. Tampoco los gobiernos. Esa interrupción que ha propuesto María Llapart es poner en el centro los cuidados. Todo lo que no sea eso, todo lo que sean anuncios, llamamientos buenistas a las empresas, promesas electorales… no será poner la vida en el centro.
La escena de hoy me ha traído a la cabeza muchas situaciones, pero me he acordado especialmente de un pasaje que me contó, hace años, la periodista Charo Fernández-Cotta, quien no ha olvidado las elecciones austriacas en las que irrumpió la extrema derecha. En aquel momento, Fernández-Cotta trabajaba como freelance para El Mundo y tenía un hijo de dos años. Aquel día localizó a una canguro para que se encargara del niño tras el cierre de los colegios electorales. Por la mañana –me contaba– había estado visitando los colegios con el niño en el carro.
Cuando llegó la hora del cierre, los teléfonos no paraban de sonar: «Y el niño decide que no quiere estar con la canguro y no deja de berrear, venga a llorar y venga a llorar. Yo tenía sudores fríos. Terminamos así: yo con el niño en brazos dictándole la crónica a la canguro». Mientras tanto –me contaba–, su pareja, que también era periodista, escribía para su periódico, sin la menor interrupción, la crónica electoral.
Pueden parecer historias repetitivas, ya sabidas. Menudo aburrimiento, podrán pensar muchas personas. Pero, según un reciente informe del Instituto de la Mujer, las mujeres siguen asumiendo la mayor parte del trabajo doméstico y el 70% de las tareas de cuidados en el ámbito privado. Por eso, como contaba la periodista Alba Mareca en este artículo, a las dificultades habituales de conciliación –agravadas, entre otras cosas, por la falta de corresponsabilidad–, se ha unido el cierre de centros educativos y el teletrabajo, que aumentan la carga mental.
Eso es lo que no vemos en las interrupciones, ni en los vídeos virales. Y eso es lo que hoy ha visibilizado la interrupción de María Llapart. Porque resulta que los niños y las niñas existen las 24 horas del día.
NO ES LO MISMO EL REGRESO A LA ESCUELA PUBLICA QUE A LA CONCERTADA.:
«Nueva traición a la Educación pública», David Bollero.
Cada euro que se escapa de la pública a la concertada es una traición al Estado de Bienestar y contribuye a a la desigualdad, que avanza en nuestro país a pasos agigantados.
La Comisión para la Reconstrucción Social y Económica ha sido un escenario de negociación y, como tal, todas las partes habrán tenido que ceder. Esta traición a la necesitada Educación pública, seguramente, es una de esas cesiones, toda vez que nuestro Estado aconfesional no consigue sacudirse de una vez por todas la mala influencia de la Iglesia Católica.
La Educación concertada vive privilegiada. Tan sólo se trata por igual a la pública y a la privada para la recepción incondicional de las ayudas. En cualquier negociación se precisan cesiones -lo hemos visto con el Fondo de Recuperación europeo– pero, ¿qué cesión hace la concertada? Ninguna.
Quieren ayudas? Muy bien, pero con condiciones. Ningún centro que reciba ayudas estatales debería segregar al alumnado por sexo.
Del mismo modo, la contratación del profesorado ya no sería libre como hasta ahora, sino que debería salir de la bolsa de empleo del ministerio de Educación.
Si quieren ayudas públicas deben dejar de seleccionar al alumnado que aceptan. Este tipo de centros acostumbra a rechazar a alumnos o alumnas que precisan una atención especial para fomentar su integración, como es el caso de l@s menores con Síndrome de Down.
Deberían quedar automáticamente excluidos de las ayudas estatales aquellos centros concertados que cobren cuota no voluntarias a los padres y madres. Eso, sencillamente, es ilegal.
Hay un amplio margen para establecer una condicionalidad al cobro de ayudas estatales por parte de la Educación concertada.
Simplemente genial. Que buena eres Olivia. Me siento muy afortunado de ser socio de la MAREA. VAMOS, VAMOS.