Los socios/as escriben
La mala gente (y la crisis moral)
"Estamos conviviendo con crisis sanitaria, económica, ecológica… pero se habla muy poco de la que está en la raíz de todas las otras: la crisis moral", reflexiona este socio cooperativista de 'La Marea'.
Hace ya bastantes años que por toda España resonaban unos versos de Antonio Machado cantados por Joan Manuel Serrat:
He andado muchos caminos,
he abierto muchas veredas;
he navegado en cien mares,
y atracado en cien riberas.
*
En todas partes he visto
caravanas de tristeza,
soberbios y melancólicos
borrachos de sombra negra,
*………………………………………*
Mala gente que camina
y va apestando la tierra…
Mala gente. La vio Machado hace más de un siglo. Sesenta años después la vio y cantó Serrat. Y hoy seguimos viéndola y sintiendo su presencia apestosa por todos nuestros caminos. Estamos conviviendo con una serie de crisis: crisis sanitaria, económica, ecológica… pero se habla muy poco de la crisis que está en la raíz de todas las otras: la crisis moral. La Mala Gente, que hoy domina los campos de la economía y de la comunicación, es la que difunde por todo el mundo la mentalidad la cultura y la falta de ética propia del capitalismo.
Hoy estamos sufriendo las consecuencias de ese dominio. Lo constata el cineasta Ken Loach en una reciente entrevista: “Lo más relevante es que la solidaridad ha muerto… Hemos normalizado lo inaceptable”. Lo inaceptable salta la vista en el contraste entre las imágenes de los majestuosos cruceros que nos ofrecen las agencias de viaje, los lujosos yates de los multimillonarios y las pateras atestadas de hombres, mujeres y niños que huyen de la miseria y muchas veces solo encuentra la muerte.
Lo inaceptable también se muestra en las páginas del informe Oxfam-Intermón, donde aparece que en el año 2018, las 26 personas más ricas del mundo poseían la misma riqueza que los 3.800 millones de personas más pobres. Y cada día miles de estos pobres mueren de hambre y miseria. Inhumano, inaceptable, moralmente apestoso, pero el mundo capitalista lo acepta sin pestañear.
El sistema capitalista acepta lo inaceptable porque seguramente su nota más destacada, y también la menos comentada, es su radical inmoralidad y su total falta de ética. Dentro de este terreno también habría que señalar la tremenda hipocresía con la que se manifiestan muchos líderes políticos del sistema capitalista. Que se hable continuamente de los derechos humanos, y se apele a su defensa para atacar a gobiernos que molestan a la élite económica, mientras se apoya a monarquías medievales como la de Arabia Saudita y se toleran las brutales desigualdades existentes, es una muestra clamorosa de cinismo e hipocresía.
En el capitalismo la falta de ética no es una corrupción más o menos accidental, está inscrita en sus genes más profundos. Poner la competencia como un elemento esencial del sistema es evidente que nos enfrenta a los ideales de igualdad y de fraternidad que marcan el nacimiento de la modernidad en Europa. Y la libertad de los derrotados en la competencia tampoco sale muy bien parada. La competencia tiene un objetivo último: conseguir la riqueza, y como la riqueza disponible no es ilimitada y la ambición de conseguirla sí lo es, la lucha es interminable, y cuanto mayor sea la victoria de algunos mayor será el número de los derrotados.
La compasión hacia estos derrotados no entra en el programa de la competencia capitalista. Como en un combate de gladiadores, no hay compasión para los vencidos. Han luchado, pero han sido menos hábiles que los vencedores, que sufren las consecuencias de su inferioridad. Además no hay que preocuparse de que la lucha sea limpia, la mano invisible del mercado lo convertirá todo en el mayor bien de la sociedad.
Teniendo en cuenta esta característica del capitalismo, ¿podemos seguir esperando conseguir una sociedad aceptable dentro de una estructura capitalista?
Antonio Zugasti es socio cooperativista de ‘La Marea’.
Es verdad , ya no hay respero ni a Dios ..el modelo social del socialismo