Internacional

Irlanda del Norte, masculinidad tóxica y clase social, según Jan Carson

“El legado más preocupante del conflicto se aprecia en la salud mental”, explica en esta entrevista Jan Carson, autora de 'Los incendiarios' (Hoja de Lata).

Jan Carson. JONATHAN RYDER

El adjetivo “esencial”, aún sometido a cierto vaciado durante esta pandemia, es el adecuado para describir a dos empleados de una de las ubicuas en Reino Unido cafeterías Costa. Sin que esos trabajadores hubieran encontrado el portátil en el que Jan Carson (Ballymena, Irlanda del Norte, 1980) escribía Los incendiarios (Hoja de Lata, 2020), esta novela, ganadora del Premio de Literatura de la Unión Europea el año pasado, no existiría.

El médico pavisoso Jonathan y el exparamilitar unionista Sammy –un personaje este que sería perdecto para el actor Stephen Graham y su registro atormentado en The Virtues– rivalizan en complejos no resueltos que entorpecen sus vidas. Para colmo, la ciudad se llena de columnas de fuego y aparece una sirena. Por una vez no de la policía, sino de las otras. Es la época menos indicada, los veraniegos días de los desfiles protestantes, para embrollar nada en Belfast. La ciudad que durante años fue fuente de empleo de corresponsales de todo el mundo es otra de las grandes protagonistas de Los incendiarios. También las cicatrices que en un comportamiento masculino habituado a la aspereza y la rigidez deja un conflicto al que esa palabra y también su nombre en inglés, The Troubles, suavizan.

No se suele imaginar, al menos a miles de kilómetros, Belfast de otra manera que no sea un sitio gris, sin lugar a demasiadas abstracciones o fantasías. Sin embargo Los incendiarios podría ser descrita como realismo mágico. ¿Qué opinas de esa etiqueta para la novela?

El canon de la literatura norirlandesa está ampliamente basado en la ficción desde la realidad. Estoy muy cómoda con que mi trabajo se reconozca como realismo mágico. Creo que encaja bien con la tradición de ese género que trata con temas sociales y políticos. Gabriel García Márquez, Günter Grass y Salman Rushdie jugaron un papel importante en mi desarrollo como escritora. Me gusta enfatizar el potencial de lo maravilloso, la belleza y lo milagroso en la comunidad protestante, a la que se retrata a menudo como aburrida y demasiado seria. Tejiendo mi exploración del protestantismo de elementos fantásticos espero que mis lectores puedan ver que esta comunidad es capaz de crear, imaginar y maravillarse.

Hubo un tiempo en que Belfast aparecía en los telediarios extranjeros. Pero “el mundo ya no está esperando el siguiente capítulo de nuestra historia, hay otros cuyas voces suenan con más fuerza”, escribes. Una noticia de estos días parece encajar pefectamente con esta descripción: una tienda ha tenido que retirar camisetas con el lema Orange & Green Lives Matter (referencia a las mitades católica pro-irlandesa y protestante pro-británica de la ciudad) por banalizar el movimiento Black Lives Matter.

Una de las características definitorias de los irlandeses del norte es que les encanta elegir bando. En la novela se habla de que aquí gusta tanto el fútbol “porque es un juego de dos bandos que implica dar patadas”. A menudo en los debates, incluso sobre cuestiones internacionales, se declara la adscripción a una u otra parte solo para que se vea que se tiene una opinión diferenciada de sus pares católicos o protestantes. Quizá no se entienda la complejidad de situaciones de las que están discutiendo y por eso sus opiniones puedan parecen burdas y desinformadas. También ocurre que no importa de qué se esté hablando que algunos habitantes de Irlanda del Norte se esforzarán en ver el tema como una metáfora del conflicto de aquí.

Puedes seguir leyendo la entrevista en Apuntes de clase.

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