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Marcela Lagarde:“Es misógino acusar a las feministas de una pandemia mundial”

La antropóloga feminista habla desde su confinamiento en México, donde el coronavirus ya se ha cobrado más de 12.500 vidas y también donde cada día diez mujeres son asesinadas.

Marcela Lagarde, en la cafetería del Edificio Quintiliano de la Universidad de La Rioja. URCOMUNICACIÓN / Licencia CC BY-SA 3.0

Esta entrevista a Marcela Lagarde ha sido publicada originalmente en ‘Catalunya Plural’. Puedes leerla en catalán aquí.

«La soledad puede ser vivida como metodología, como proceso de vida. Tener momentos temporales de soledad en la vida cotidiana, momentos de aislamiento en relación con otras personas es fundamental”, escribía Lagarde en Soledad y Desolación hace dos años, cuando cuarentenas y confinamientos estaban lejos de ser una realidad. Hoy, desde su casa, al otro lado del teléfono, hace balance de lo que la crisis sanitaria global ha supuesto para miles de mujeres del mundo, sobre todo, para las más vulnerables. Convencida de que la humanidad atraviesa un cambio de civilización, apunta a los principales ejes del nuevo paradigma que cree que regirá el mundo.

¿Qué ha desvelado la crisis de la COVID-19 sobre la realidad que viven las mujeres?

Ha desvelado muchas cosas que se habían vuelto invisibles por el tratamiento que la sociedad les ha dado. La pandemia ha tocado múltiples factores y relaciones vinculadas a la manera de ordenar el espacio privado. La crisis se ha agudizado porque mujeres y hombres estaban organizados por espacios, horarios y calendarios que ahora se han modificado. El mundo privado, la vida cotidiana, de repente ha sido ocupada por los hombres. Estamos en una campaña mundial de confinamiento. Es la fórmula que han encontrado para que no nos contagiemos porque no hay vacuna y no hay cura. Hay que aislar y el mundo adoptó esta forma, pero los gobiernos e instituciones internacionales de salud han dejado que mujeres y hombres sean quienes gestionen la crisis que se ocasiona con esta presencia renovada de los hombres en el espacio privado.

¿En qué se ha traducido eso?

En lugares como México, India, Brasil y en países donde hay una dominación patriarcal de género intensa, la presencia de los hombres en el espacio privado ha significado un incremento de las llamadas telefónicas de las mujeres en búsqueda de protección. Hay muchas fricciones por el espacio, las normas, quién hace qué. Eso ha evidenciado la crisis del sistema reproductivo, que deja a las mujeres a cargo de la casa, el hogar, el cuidado de niños, niñas, adolescentes, ancianos, enfermos o personas con una discapacidad.

Ahora que estamos pasando por la estrechez de la vida cotidiana, se ha comprobado lo que hemos dicho siempre las mujeres: que este es un trabajo fundamental que ha sido invisibilizado siempre, pero que permite el desarrollo y la reproducción misma de la sociedad, la cultura y del poder. Se ha señalado muchísimo esta injusticia y la falta de apoyo de las instancias públicas. Muchas mujeres trabajamos por nuestra cuenta, como emprendedoras o asalariadas por el trabajo del hogar. Además, nos hacemos cargo de la casa y la familia como podemos.

En México, por ejemplo, una gran cantidad de mujeres se constituyen en familias monoparentales. Si ellas no trabajan, nadie lleva ingreso y ahí se produce una crisis enorme. En la frontera norte vemos que una gran cantidad de migrantes mexicanas van a Estados Unidos a hacer el trabajo del hogar y regresan a México después de su jornada. Pero ahora, todos estos trabajos se suspendieron y también se suspendieron las industrias en las que trabajan las mujeres, sin entregarles salarios sustitutivos. Tampoco hay una renta básica.

«Hay que lograr que la desescalada evite eso que el feminismo siempre ha criticado al humanismo androcéntrico, que coloca en el centro al hombre y a los hombres, pero no a la humanidad y a las personas»

Marcela Lagarde

¿Cómo podremos revertir esos efectos del confinamiento en las mujeres?

Tendríamos que tener la claridad de aprovechar esta ola enorme de confinamiento y trastocamiento de las normas de convivencia, sobre todo en el espacio privado, para evitar volver a relaciones que ya conocemos porque las tuvimos en el pasado. Reforzar esta conciencia social nueva sobre el papel de las mujeres en la vida social privada y pública, incluso en la gobernanza. Los 10 mejores gobiernos de esta pandemia son liderados por primeras ministras y presidentas mujeres.

Fuera del esencialismo, el análisis es que ellas han estado menos tocadas por esquemas patriarcales y han luchado por los derechos, por la participación, con una sensibilidad distinta y una visión feminista. Gobiernan diferente por eso, no porque sean naturalmente así. No podemos desechar la oportunidad que tenemos: estamos viviendo un gran cambio civilizatorio y para salir de esta crisis hay que sintonizar con todos los sujetos sociales, todas las alternativas progresistas, como la Internacional Progresista que se ha formado tras el llamado de varios intelectuales. Hay que construir una opción de desarrollo humano sustentable, verde y feminista. Tenemos que lograr que la desescalada tenga un sentido humano, que tenga eso que el feminismo siempre ha criticado al humanismo androcéntrico que coloca en el centro al hombre y a los hombres, pero no a la humanidad y a las personas.

La extrema derecha en España ha acusado a las organizaciones feministas, periodistas y convocantes de las manifestaciones del 8M de provocar la propagación de la pandemia. ¿Qué opina?

Las redes que convocaron el 8M no pueden ser acusadas de nada, al contrario. La convocatoria fue para avanzar en la construcción de los derechos humanos y la democracia desde una perspectiva de género. Es misógino acusar a las feministas de una pandemia mundial. Me parece desproporcionado, con falta de perspectiva y no científico. No es posible probar eso. No sólo hubo manifestaciones feministas, hubo partidos de fútbol con mucho público, ceremonias religiosas, bodas, misas, gente en las calles y en el transporte público. Necesitamos un esfuerzo de resiliencia y no aceptar las acusaciones gratuitas contra las feministas.

Es central discutir cómo hacer que en esta crisis la sociedad sea coadyuvante y no solo víctima. En vez de culpar y acusar a las mujeres de expandir la pandemia, cosa que es falsa, tendríamos que aprovechar la sabiduría del movimiento feminista para integrar el feminismo en la gobernanza democrática, en la participación de la sociedad civil, en la construcción de un planeta verde. Tenemos que enfrentar lo que viene de manera compleja, sostenida, profesional y velando por el interés de las personas, de las comunidades y del pueblo en general. Hay que tratar de que prevalezca la ética. El fin de la pandemia está lejos, pero tenemos el espacio para colocar en el centro del desconfinamiento un debate ético sobre el nuevo paradigma que queremos impulsar.

«Debemos impulsar un sistema internacional, nacional y local del cuidado permanente y no solo para emergencias»

Marcela Lagarde

¿Cómo hacer que los partidos de ultraderecha de todo el mundo no interfieran en la construcción de este nuevo paradigma?

Lo primero es observar que la derecha en el mundo tiene sus centros, su potencia, sus millones en juego, como está sucediendo en Estados Unidos con el neofascista presidente Trump. La gente progresista, las feministas, los ecologistas tenemos que ser conscientes de que ahora es el momento. En marzo se produjo un auge en la ola actual del feminismo en la que participan millones de mujeres y hombres de distintas generaciones que ya se están apropiando de la cultura feminista. Tenemos que difundir esta cultura. Convocar a la resiliencia, a lograr capacidades de restauración, de conservación y de innovación para empoderar el proceso de erradicación de la pandemia.

Tenemos que escuchar a los científicos que muestran cómo estamos destruyendo la tierra, los territorios y que eso nos va a llevar a tragedias impensables. La desigualdad enorme que hay en el mundo se cobra vidas con la epidemia con las personas en mayor riesgo, las comunidades más frágiles. Debemos impulsar un sistema internacional, nacional y local del cuidado para tener una orientación de cuidados permanente y no solo para emergencias y que lleve a cuidar, a reparar y a innovar con lenguajes nuevos y acercamientos diversos. […] Las feministas hace tiempo estamos proponiendo como alternativa una economía solidaria, la economía feminista, que pone en el centro a las personas y que busca la calidad de vida, la salud, la educación, y tener mejores condiciones de vida, de trabajo y de convivencia con los hombres sin violencia.

¿Qué nos dejará esta crisis?

De esta crisis tiene que salir algo mejor. Al principio fue resistir, como la canción –Resistiré–, pero ahora, además de resistir, nos hemos propuesto transformar el mundo para privilegiar el ecosistema, el patrimonio histórico y cultural y los derechos humanos. Estamos incursionando en un cambio cultural civilizatorio porque por primera vez podemos hablar de una crisis que afecta a todos los territorios del mundo y a todas las personas a la vez, hablar de humanidad. Eso es un cambio paradigmático y exige que seamos capaces de llevar ese nuevo modelo a todos los espacios y que la política se ponga al servicio de construir esa nueva cultura del cuidado propio y de los otros, del medio ambiente, del patrimonio y de todo lo que tiene un valor para nosotros.

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Comentarios
  1. Durante el confinamiento (del 14 de marzo al 31 de mayo) han aumentado las llamadas la 016 un 41,4% respecto al mismo período del año pasado. Es un dato relevante, a tener en cuenta para actuar y para no frivolizar ni menospreciar la violencia de género con discursos machistas y antifeministas que provocan más violencia, de todo tipo, hacia las mujeres, de todas las edades y posiciones sociales. Se alienta a las manadas, a los pederastas, a los asesinos, a los maltratadores y este aliento, desde la tribuna del Congreso y Senado, llena hasta los tribunales, donde los jueces se hacen eco.

    No son todos los políticos, no son todos los jueces, no son todos los policías, no son todos los curas!!!

    Algunas mujeres han iteriorizado el miedo como parte de su cuerpo, especialmente de su cabeza. No lo sueltan, se sentirían inseguras e indefensas. Ironías de la vida! El miedo las mantiene alerta, veinticuatro horas, les indica cuándo moverse, qué decir, cómo vestirse, a dónde ir, qué cocinar, qué programa ver en la tele, cuándo ver a sus hijas e hijos, a qué hora ir a la cama o levantarse cada mañana, si pueden tener móvil y cuánto usarlo, cuánto dinero manejar y en qué gastarlo, las veces que puede hablar con las vecinas y con amigas y familiares, el tiempo de sentarse en el sofá, las veces que ha de ser violada, insultada, vejada…cada segundo de estas mujeres está presidido por el miedo. Ni si quiera hay pensamientos al margen del miedo. No son sin miedo.

    Los trabajos, en cualquier ámbito, son también lugares de acoso a las mujeres, quienes en muchas ocasiones son las únicas de casa que pueden trabajar en esta crisis de pandemia mundial. Las condiciones laborales precarias, suponen situaciones de explotación no solo laboral.

    Se demuestra que en época de crisis afloran otras crisis diferentes a la mayoritaria, que ya estaban previamente y que se agudizan ante las novedades, en este caso de salud. Así sucede con la Violencia de Género. Era muy grave antes del virus, lo está siendo durante el estado de alarma y, me temo, que seguirá siéndolo después. Estar en casa supone permanecer más tiempo en riesgos de sufrir violencia, por lo tanto de aumentar las palizas, los insultos, las violaciones, los accidentes caseros y el auge de enfermedades mentales relacionada con este estado de presión constante.

    En el análisis de la situación, debemos atajar el machismo en todos los frentes, es un virus, ahora confinado, que ataca a muchas mujeres y las deja inanes porque no existen respiradores en las UCIs para recuperarlas o salvarlas. Las inversiones en políticas públicas de educación y prevención, así como de intervención en la violencia de género se hacen más que urgentes hoy.

    Los discursos machistas en tribunas públicas, incluyendo púlpitos y redes sociales, han de ser delito, tipificado por ley. Los programas de televisión que contengan machismos debe prohibirse, así como campañas publicitarias de todo tipo igualmente machistas. Las novedades educativas deben abordar esta realidad debidamente, desde las más elementales hasta las universitarias. Los centros de salud, las comisarías, los tribunales, los ayuntamientos y sus servicios públicos, todos los agentes sociales en sus respectivos ámbitos han de abordar esta lacra social que asesina y perjudica a la mitad de la población.

    No más frivolidades con este asunto!!

    lalechuzaendiciembre.blogspot.com

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