Opinión

Una historia de fantasmas

'La mirada' de Edurne Portela: "La cuestión de los presos de ETA es uno de los cabos sueltos que nadie se atreve a amarrar".

Foto: Edurne Portela

Incongruente, desubicada, improcedente, anacrónica, fantasmal, pensé la primera vez que la vi. También pensé que la historia me había perseguido hasta aquí, donde menos lo esperaba, una carretera comarcal de Ávila por la que ni siquiera en la era prepandémica transitaban coches. Me imagino a un par de chavales montañeros de estética borroka (puede ser 1988 o 2001, no importa), con sus botes de spray en la mochila y dibujando con torpeza este «AMNISTIA OSOA» que llenó las paredes de mi pueblo, ese sí, en Euskadi, durante décadas. La primera vez que vi la pintada fue hace meses, cuando la vida era otra y Cataluña o el Brexit ocupaban los titulares diarios. 

Si en el momento pensé que esa pintada no tenía ningún sentido, que casi parecía estar ahí solo para que yo no me olvidara de donde vengo, que era anacrónica y estaba fuera de lugar, que era, al fin y al cabo, un fantasma del pasado, ahora entiendo que, por eso mismo, por ser fantasmal tiene un sentido en nuestro presente. Al fin y al cabo, qué son los fantasmas más que presencias en nuestro ahora de un pasado que no está resuelto todavía, un pasado que vuelve, repetidamente, a llamarnos la atención, a señalarnos las cuentas que tenemos pendientes.

Esta semana el fantasma de ETA nos ha hecho unas cuantas visitas y así, el sentido de esta pintada se ha renovado. Patxi Ruiz, un preso de la organización que rechazó en su momento a la vía política y que forma parte del núcleo duro, ha entrado en huelga de hambre y sed. La reacción del mismo núcleo duro fuera de la prisión ha sido la de antaño: pintadas en favor de la amnistía, insultos y amenazas a los grupos políticos (PNV, Podemos PSE), también el señalamiento de la casa de la dirigente del PSE, Idoia Mendia.

Tanto los políticos de todos los partidos como la prensa vasca y española han señalado que estos ataques están fuera de contexto, que pertenecen a una pasado al que no queremos volver, que son consignas sin sentido, obra de los exaltados, los nostálgicos de la violencia.

Lo que creo que se deja fuera del debate y de la condena es que estas acciones –quede claro que yo también las repudio– responden a un signo fantasmal: problemas del pasado irresuelto que no desaparecerán hasta que se afronten. La cuestión de los presos de ETA, que siguen sometidos a las mismas medidas de excepción de cuando la banda estaba activa, es uno de los cabos sueltos que nadie se atreve a amarrar

Cuando el fantasma aparece no podemos interpretarlo solo atendiendo al pasado que representa porque entonces pensaremos erróneamente que es una presencia incongruente, que no tiene nada que ver con nuestro presente. Estos días leo con preocupación las noticias sobre el rebrote de kale borroka (la de verdad, no piensen, por favor en el facherío de Núñez de Balboa) y la falta de atención al origen de la huelga de hambre y sed que está llevando a cabo Patxi Ruiz.

Entiendo que se necesita hacer un esfuerzo para sentir un mínimo de empatía por este preso: núcleo duro de ETA, no acepta la vía política, es el asesino de Tomás Caballero. Pero, ¿alguien se ha parado a pensar por qué está haciendo esta huelga? Él, junto a sus compañeros de módulo de prisión en Murcia, pedía la excarcelación de presos enfermos y mayores de 65 años para evitar contraer la COVID-19 y protestaban por la falta de medidas sanitarias para proteger a los reclusos.

Es decir, Patxi Ruiz está en huelga de hambre y sed por un motivo que trasciende la problemática de ETA, que afecta a miles de hombres y mujeres: la población reclusa de este país, uno de los colectivos olvidados durante esta crisis. Cuando ETA está de por medio, y en esto la sociedad, los políticos y las instituciones españolas poco han avanzado, el matiz desaparece. También desaparece para los nostálgicos de la violencia, que enseguida se apropian del drama humano para justificar su fanatismo.

Las pintadas en las sedes de los políticos no claman justicia para todos los presos y las presas que dentro del Estado español están sufriendo por la crisis del COVID, no. Tampoco lo han hecho EH-Bildu ni Sortu en sus comunicados, en los que despliegan una explicación de los hechos realmente insolidaria con el resto de la población reclusa. Para ellos solo existe el Estado Español y su represión de los presos políticos vascos. 

Y mientras tanto, Pablo Casado, ese niño pijo sin oficio ni beneficio que no tiene memoria del dolor que supuso ETA ni posibilidad de empatía que le acerque a lo que sufren las víctimas, invoca a su fantasma tres veces ante el espejo. Nada nuevo que decir sobre su utilización del dolor de los demás: las víctimas del coronavirus no le están siendo suficientemente rentables, por qué no volver a las de siempre.

Seguiremos viendo fantasmas, las viejas pintadas en la pared continuarán interpelándonos mientras no resolvamos todas las cuentas pendientes. Esto solo se consigue encarando el pasado con honestidad y valentía política. Es necesario condenar los rebrotes de violencia cuando ocurren, pero también se necesita hacer una labor constante de deslegitimación de todas las violencias y los relatos que la justifican. Y dentro de esa violencia no solo está la del tiro en la nuca, la de la tortura, la de grupos parapoliciales, la de los secuestros, también está ese otro tipo de violencia más sutil, que se sigue ejerciendo contra la población reclusa de este país, entre la que se encuentran los presos y presas de ETA. 

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Comentarios
  1. Me alegro que haya otras personas que coinciden con lo que he expuesto.
    Estamos en tiempos muy especiales.

  2. ETA hace tiempo que se disolvió, así lo leí en su momento. O así creo recordarlo. Las pintadas no creo que están firmadas. El preso en huelga de hambre y sed no menciona a ETA.
    Porqué se está formando este tótem resolute?
    Quien gana?
    Quién pierde?

  3. Me gustaría saber si usted hubiera escrito este artículo en favor de las mejoras de las condiciones de la población reclusa en esta pandemia si no hubiese saltado a los medios la huelga de hambre de este recluso

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