Internacional

Así es la filosofía ‘lagom’ tras la estrategia sueca

La Constitución sueca no permite declarar el estado de emergencia en tiempo de paz, por lo que el confinamiento es difícilmente alcanzable por la vía legal.

Paseantes frente al castillo de Edsberg, al norte de Estocolmo. Unai Aranzadi

El mundo mira a Suecia, y la mira porque es el único país de la Unión Europea que no ha apostado por confinar a su población. ¿Se cree más lista la población sueca? Viene a ser la pregunta que se hacen en su interior aquellas personas y gobernantes que la juzgan desde el exterior.

Y aunque sigue siendo pronto para poder emitir un juicio definitivo sobre cómo de acertada o equivocada está siendo su forma de aplacar la epidemia –la investigadora jefa de la Organización Mundial de la Salud, Soumya Swaminathan, ha declarado al Financial Times que la crisis de la COVID-19 necesitará “cuatro o cinco años para ser controlada”–, lo que sí podemos ofrecer desde Suecia, aun a riesgo de ser lapidados por los amantes de las respuestas sencillas, es dar buena cuenta de la filosofía lagom que se esconde tras las decisiones tomadas por la Autoridad Nacional de la Salud Pública. Pero, ¿qué es eso de lagom

Dice la leyenda que cuando los campesinos compartían un puchero de guisado al terminar la faena, cada cual habría de servirse la cantidad apropiada. Ni mucho, ni poco, tan solo lo justo para así satisfacer las necesidades de quienes esperaban ser debidamente alimentados en torno a la mesa. En realidad, su origen etimológico nos dice que la palabra quiere decir algo así como “acorde a la ley”, algo que el común de la población sueca de hoy definiría como hacer “lo equilibrado”. Este es uno de los principios fundamentales que desde hace siglos se esconde tras la mentalidad sueca, aunque solo fue en la segunda mitad del XX cuando esta filosofía se convirtió en política de Estado a través de la socialdemocracia y sus leyes pro equidad en los más diversos ámbitos de la sociedad.

Siendo esta su forma de abordar las adversidades, quizás no debería sorprendernos que Suecia haya enfrentado la pandemia con una política a toda luces lagom. Acertada o no, es algo que no se ha entendido del todo en el resto de un mundo que señala las medidas tomadas por el Gobierno socialdemócrata de Stefan Löfven como laxas, insuficientes o incluso nulas. Tampoco se ha comprendido, o simplemente se ha ignorado, una cuestión fundamental y es que la Constitución sueca no permite declarar el estado de emergencia en tiempo de paz, por lo que el confinamiento no solo es algo contrario a la filosofía lagom que históricamente ha guiado al país, sino que resultaba difícil de alcanzar por la vía legal. Tanto es así que hasta la fecha ningún grupo parlamentario ha abogado por lanzar una propuesta que busque la forma de alterar nada de esto.

¿Y qué podríamos decir respecto a la teoría de que los ricos de Suecia no han querido confinamiento para seguir llenándose los bolsillos? Con un Gobierno socialdemócrata que cuenta con cinco ministros del Partido Verde, incluyendo los de finanzas, vivienda, igualdad y democracia, esta teoría del “no confinamiento para beneficio de los ricos” resulta algo dudosa y, de hecho, ni siquiera ha sido usada por los líderes del Partido de Izquierda en la oposición.

Desde que el primer caso de COVID-19 fuera diagnosticado el pasado 31 de enero (el mismo día que España reportó su primera infección) han fallecido 3.698 personas (de una población de 10.230.000 habitantes) Durante todo este tiempo, la práctica totalidad de los comercios, talleres, fábricas y oficinas han seguido activos, el principal aeropuerto de Estocolmo sigue recibiendo una media de 30 vuelos al día y lo que sí se ha pedido a empleados y autónomos es trabajar desde casa, lo cual ha sido sencillo porque Suecia es el segundo país del mundo donde más se practica el teletrabajo.

Además, se ha decretado el cese de las clases en las universidades y toda la educación secundaria (que siguen plenamente operativas en la esfera virtual); la prohibición de visitar residencias de ancianos; el cierre de todo local o actividad que reúna a más de cincuenta personas, así como la obligatoriedad de permanecer en casa si se tiene el más mínimo síntoma de gripe o resfriado.

Un supermercado de Estocolmo a finales de abril. U. A.

Contrariamente al retrato de libre albedrío y permisividad gubernamental propagado por gran parte de la prensa internacional, organizaciones de la sociedad civil sueca mantienen otro punto de vista y donde los medios extranjeros resaltan laxitud y libertinaje, ellos ven mujeres y niños víctimas de abuso distanciadas de sus agresores, derecho a la educación y el sustento, salud mental, diagnósticos diarios de enfermedades graves en estado avanzado y operaciones y tratamientos que no se han postergado ni un solo día entre otros beneficios de no imponer regímenes de excepción a la ciudadanía.

Esto, naturalmente es ampliamente discutido por otros países de Europa que sí lo han hecho, extremo que de puertas adentro no genera demasiada inquietud. En una encuesta realizada el pasado abril por Kantar Sifo para la ONG Vetenskap & Allmänhet, la sociedad sueca mostró una confianza del 83% en la información de su servicio de televisión pública frente a una confianza del 22% en las narrativas de los medios extranjeros. Por tanto, más allá de recurrir a las prohibiciones, Suecia ha apelado a la responsabilidad de su ciudadanía, valiéndose de una filosofía lagom que a pesar de los grandes cambios que afronta el país, sigue anidando en el alma escandinava. ¿Un ejemplo? Las vacunas para los niños. En Suecia son voluntarias, pero el 97% de la población sigue el consejo del Estado y vacuna a sus hijos.

En un ansia por encontrar respuestas rápidas a preguntas sobre las cuales ni las más prestigiosas instituciones del mundo científico tienen aún respuesta, la humanidad lee, repasa y busca artículos y reportes a diario, anhelando un hecho, cifra o dato concluyente que dé sentido a todo y ponga fin a su angustia. Frente a esto, lo suecos muestran una lógica reflexiva y desapasionada que se toma su tiempo antes de dar por concluido nada, lo cual redunda nuevamente en prejuicios sobre una frialdad que merecidamente o no, se les atribuye desde fuera, y quizás no sin razón: aquí las ruedas de prensa sobre el estado de la epidemia en el país no buscan complacer a la opinión pública ni esquivan la crudeza de los hechos.

El sueco, un pueblo que cree en unas instituciones que llevan más de medio siglo en los tres primeros puestos globales de transparencia y respeto a los derechos humanos, confía en un modelo que no solo lleva más de cien años librándolos de crisis y guerras mundiales, sino que en unas pocas décadas los elevó de la pobreza a ostentar los puestos más altos del bienestar. No en vano, si el primer ministro se dirige directamente a la ciudadanía (algo que ya de entrada no es frecuente en el país) para sugerirles una serie de medidas que contengan el avance de la pandemia, el sueco común las va a comprender como si de una orden se tratara.

Estos son aspectos fundamentales a la hora de explicar el funcionamiento de esta sociedad; sin embargo, son rasgos que en las primeras semanas de crisis los medios españoles no supieron interpretar. La prueba de fuego de cómo, no solo la sociedad, sino también sectores del mundo empresarial, son capaces de plegarse a las recomendaciones del Estado se produjo durante la pasada Semana Santa. Las estaciones de esquí cerraron de forma voluntaria, y los desplazamientos vacacionales se redujeron en un 96%. Es decir, apenas nadie se movió de casa.

Sin embargo, esta imagen idílica de un modelo casi perfecto, ha caído en desgracia cuando ha sido comparada con sus vecinos nórdicos, los cuales arrojan un saldo de muertes muchísimo menor, eso sí, menos muertes con la mitad de población que tiene Suecia, con un régimen de confinamiento que aún está por dar resultados tras su regreso a las calles y la posible llegada de nuevas olas, con sistemas de salud descentralizados, con una infección que llegó casi un mes más tarde (caso noruego y danés) y con poblaciones más cohesionadas que no aglutinan la composición social de la Suecia actual.

Varias personas salen de un centro comercial. U. A.

No obstante, y aparte de los posibles errores derivados del no confinamiento, ¿se sabe qué es lo que ha fallado en Suecia? No con certeza, pero cada vez cobra más fuerza la idea de que la privatización de las residencias de ancianos iniciada en 1992 por la derecha ha resultado ser desastrosa, pues casi la mitad de las muertes vienen de estas. ¿Es esta la respuesta que explicaría todo? Es dudoso dado que tal y como se ha señalado desde la Autoridad Nacional para la Salud Pública, aunque más de la mitad de las muertes se han producido en residencias de ancianos, esto no significa que se hayan producido por su estrategia a la hora de enfrentar el virus. Y como prueba de ello señalan que otros países de Europa que sí han tenido confinamientos manu militari han tenido el mismo resultado de muertes en las residencias.

“Aún es pronto”, viene a ser la frase más repetida en las ruedas de prensa que aquí brindan unos inmunólogos que, dicho sea de paso, se han visto algo dolidos por los titulares que desde otros países tachan su estrategia de “experimento sueco”. A este respecto, ayer mismo, Johan Carlsson, director General de la Autoridad Nacional de Salud Pública, declaró al vespertino AFTONBLADET que, para él, “encerrar a las personas en sus casas a ver qué pasa es un experimento” y no lo que Suecia ha hecho. Acertadas o no, miradas como la de este cargo público y otros agentes de la sociedad civil sueca hubieran enriquecido las narrativas sobre qué pasa en Suecia. Pero por el motivo que sea no se han incluido en los medios españoles. 

Llegado este punto no sería exagerado decir que el apoyo de los suecos a la estrategia del Gobierno es masivo. Lo prueban las encuestas que le dan al primer ministro una popularidad de la que jamás ha gozado antes. Y lo prueban las escasas críticas que ha venido recibiendo del resto de partidos. A fin de cuentas, una vez más, Suecia se revela fiel a sí misma. En época de crisis: consenso y unidad frente a una apuesta que sus dirigentes definen como una solución integral que salvaguarde la salud pública, sostenga la economía y respete las libertades individualidades.

El jefe de Epidemiología, Anders Tegnell atiende a periodistas. U. A.

Un equilibrio difícil y sumamente ambicioso que tiene como cabeza visible al jefe de Epidemiología, Anders Tegnell, quien basa su estrategia sobre dos ejes: el primero, afirma que el virus se puede contener pero no hacer desaparecer (a su favor ha jugado el hecho de contar con unos excelentes servicios hospitalarios capaces de absorber las necesidades de todos los infectados sin generar sensación de crisis o alarma). Y el segundo defiende que el confinamiento y las medidas draconianas no son sostenibles en el tiempo (especialmente en un país de tradición  allemansrätten, que es el derecho constitucional de todo sueco a pasear, hacer ejercicio e incluso pernoctar en terrenos privados si es que estos se encuentran a cielo abierto).

En relación con su convicción de que las medidas han de ser sostenibles en el tiempo, Anders Tegnell afirmó el pasado lunes en el programa Hard Talk de BBC lo siguiente: “Si miras la historia de este tipo de enfermedades verás que nunca se han podido parar. Se han podido retrasar, como han hecho con éxito nuestros vecinos nórdicos, pero detenerlas para siempre no lo creo posible con la COVID-19, como tampoco ha sido posible antes con otros tipos de gripes y virus similares”. ¿Busca Suecia la inmunidad del rebaño? Anders Tegnell insiste en que no, pese a admitir que a ese estadio se iría llegando “de forma natural” a la par que augura “muy pocas probabilidades de que pueda haber un segundo pico de infecciones tras lo conseguido actualmente”.

Así las cosas, si para cuando la crisis se haya superado se pueden concluir resultados favorables gracias a su estrategia lagom, Suecia no solo renovaría su imagen de referente global en bienestar, salud pública y derechos humanos, sino además en sostenibilidad e innovación, que son actualmente los dos grandes proyectos a los que apuesta tanto el sector público como privado. Por el contrario, de fallar, la estrategia de Suecia y su Gobierno será juzgada como cruel y disparatada, todo lo contrario a esa filosofía lagom que el pueblo sueco lleva en su alma.

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Comentarios
  1. Si lo que buscamos es intentar acercarnos lo más posible a comprender la realidad sin sesgos apriorísticos, pienso que lo más sensato, dentro de la dificultad que el empeño entraña, es comparar territorios con las mismas características geográficas, de niveles de renta, de protección social, y de costumbres de sus poblaciones. Esas características, creo, las comparten los tres países que rodean Suecia.

    Si comprobamos entonces que Suecia es el único de esos países que no apostó por el confinamiento y la distancia social, y los datos nos indican que es justo allí donde se han disparado extraordinariamente el número de contagios y de muertes por COVID 19 en relación a sus vecinos fronterizos, puede que estemos más cerca de encontrar explicaciones que si adecuáramos a conveniencia otras comparaciones para ver confirmadas nuestras ideas.

    Claro que si vd. piensa que obtendrá conclusiones más objetivas comparando realidades tan distintas –en todos los aspectos- como las de Suecia y España, no seré yo quien intente hacerle cambiar de opinión.

    COVID19, muertos por millón de habitantes a 3/6/2020:
    -Suecia: 443,98
    -Dinamarca: 99,90
    -Finlandia: 58,17
    -Noruega: 44,98
    https://datosmacro.expansion.com/otros/coronavirus

  2. A usted nadie le niega que Suecia tenga más muertes que nuestros vecinos. Lo que le digo es que Espana ha tenido muhos mas muertes que Suecia y ademas encerrando a las gentes (eso es ciencia) Por tanto, el systema de encierro no es garantia de salvar vidas.

  3. Pero ese dato que usted da sobre la Suecia es solo en base a las dos últimas semanas. En el total España tiene muchísimos más muertes que Suecia. No hay discusión posible.

  4. Gobierno y Tegnell han hecho autocrítica, pero no han renunciado a su estrategia de no lockdown. Hay que leer las prensas suecas para saber lo que verdaderamente dijo Tegnell el miercoles: Creemos que esta es la estrategia correcta para Suecia.

  5. 03 jun 2020. Suecia admite fallos en su estrategia contra la pandemia.
    El Gobierno socialdemócrata de Stefan Löfven abrirá una comisión de investigación sobre la gestión de la crisis antes del verano.

    «Tegnell, que hasta ahora había defendido la laxitud de medidas para precisamente hacerlas sostenibles a largo plazo, ha admitido públicamente por primera vez que el país debería haber adoptado restricciones más duras para reducir la tasa de mortalidad, que está a día de hoy entre las mayores per cápita de todo el mundo. El homólogo de Fernando Simón reconoce que ha muerto demasiada gente demasiado pronto y ahora cree que lo mejor hubiera sido encontrar una estrategia a medio camino entre el aperturismo sueco y las limitaciones de movimientos y otras libertades como en Dinamarca, Noruega, Italia, Francia, España y el Reino Unido, que al principio coqueteó con la misma estrategia del país escandinavo.»

    https://elpais.com/sociedad/2020-06-03/suecia-admite-fallos-en-su-estrategia-contra-la-pandemia.html?ssm=TW_CC

  6. Aún hay países de Europa de los que aprender.
    Suecia sigue siendo uno de ellos. Son ciudadanxs cívicxs, cultxs, liberales…
    Cuanto daría por poder vivir entre gente así…
    «Lagom»= Hacer lo equilibrado. La sabiduría es equilibrio.
    Posiblemente el tiempo le dé la razón a la sensatez sueca.

  7. Reconozco que, tomando como precedente su comentario, se trata quizás de una remota y quimérica posibilidad pero, ¿podría afinar un poquito más su profundo análisis aportando algún dato o noticia contrastada que lo sustente? De lo contrario, podríamos pensar que vd. escribe lo que escribe porque le beneficia personalmente la «estrategia» de desconfinamiento masivo basada en ese lagom sueco que, al menos en este escenario, tantas similitudes comparte con el neoliberalismo más rampante (en la tercera acepción de la RAE).

  8. Cuanda envidia de paleto bovino Covidiano veo en algunos de esos comentarios. Quien ha fracasado ha sido la «estrategia española» de la Junta Covidiana de Sánchez. Que ni es estrategia, ni es española ni es nada de nada. Vds. sigan siguiendo a esa eminencia de Don Simón que ni siquiera tiene el MIR y que la única profesión que ha tenido es ser «yerno de » un Ministro del PP que lo puso ahí a dedo porque se casó con su hija.

  9. Dada la magnitud de la pandemia, parecía de sentido común tomar medidas de confinamiento y distancia social por mucho lagom que queramos enarbolar. Optar por otro camino es priorizar los intereses económicos de algunos sobre el bien común, y los resultados en Suecia, como era de esperar, a la vista están: andan instalados en el rango más alto a nivel mundial en cuanto a número de contagios por 100.000 habitantes en los últimos 14 días (datos a 22/5, https://datosmacro.expansion.com/otros/coronavirus).

    Más información sobre el asunto en este reportaje de Arte-tv.
    «Suecia contra el coronavirus.
    Los países europeos han tomado medidas drásticas para combatir la pandemia de Covid-19. Entre ellos, el Gobierno español ha restringido seriamente las libertades de sus ciudadanos. En las antípodas de esta estrategia, Suecia prefiere no prohibir y responsabilizar a los ciudadanos para lograr la inmunidad de grupo. La vida en el país nórdico sigue su curso con normalidad. No obstante, algunas voces disidentes alertan de consecuencias catastróficas de esta decisión a contracorriente.»
    https://www.arte.tv/es/videos/092187-004-A/suecia-contra-el-coronavirus/

  10. Se agradece otra mirada a la sociedad sueca, que adquiere mayor valor al emitirla desde allí.
    Aire limpio en el relato de Unai Aranzadi, a quien da gusto leer por la libertad con que se percibe que lo hace.

  11. Muy de acuerdo. Las condiciones sociales, culturales, políticas, económicas, demográficas,…, que hay en cada país hacen muy arriesgada una generalización/traslación de la filosofía lagom fuera de Suecia. Con ser, o parecerlo al menos, una filosofía muy razonable, coherente, democrática,…, diría casi que envidiable por lo que supone de «madurez» socio-político-cultural, estamos muy lejos de poder asumirla, y mucho me temo que de intentar algo así en España, por ejemplo, el impacto/rechazo social habría sido mucho mayor, sin que se garantice, según parece, un menor impacto económico y de coste de salud.

  12. Exelente articulo trasmitiendo una realidad. El lagom sueco hasta hoy en dia no puede ser explicado. Como dice el articulo pero segun los suecos, es lo correcto, no tiene medida,ni mas ni menos…..

  13. Enhorabuena por el artículo Unai. El mejor que he leído en español, y uno de los pocos internacionales que no se empeña en poner palabras en boca de Tegnell (la inmunidad de rebaño que él nunca menciona entre sus objetivos). Vivo en Suecia y creo que has plasmado perfectamente cómo ven aquí las cosas.

  14. Un experimento social fracasado, que ha provocado muertes evitables, para proteger los intereses económicos con la excusa de la libertad.

  15. Omite el artículo dos datos muy importantes:
    1. A pesar de que todo pueda estar abierto, las consecuencias económicas están siendo parecidas a los países de su alrededor.
    2. Noruega lleva 43 muertos por millón de habitantes, Suecia 308 muertos por millón habitantes. Son 7 veces más. O lo que es lo mismo, 27.000 personas seguirían vivas con el modelo noruego. Cuando llegue la vacuna el balance criminal de esta decisión política puede que ascienda a 100.000 suecos muertos innecesariamente.

    Dicho esto, debo añadir que este modelo no es aplicable a España porque la responsabilidad individual dista mucho de ese 96% por ciento, la protección del gobierno que te permita cerrar voluntariamente tu negocio es mucho menor, la capacidad de nuestro sistema sanitario es menor, nuestra densidad de población en las ciudades es mayor, convivimos con personas mayores con más frecuencia, hay menos teletrabajo y no hay consenso político en absolutamente nada.

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