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“La gente no sabe que sabe”
"Muchos lo descubrieron tarde pero a tiempo, allá por los inicios de la crisis de 2008. Vimos en él a un sabio. Conocimos a una persona que hacía política no desde el sillón privilegiado de las instituciones, que tantos sinsabores le dejó, sino desde la organización del movimiento popular", escribe Manuel Villarejo.
MANUEL VILLAREJO FERNÁNDEZ // A Julio Anguita.
Fallece mi referente político, el profesor de Historia, alcalde de Córdoba y líder comunista que ya ha pasado a la historia de España. Nos quedamos huérfanos de sus ideas, lucidez y capacidad de análisis.
En los 90’s lo trataron de Quijote, por apuntar los problemas que iban a ocurrir si España firmaba el Tratado de Maastricht. Felipe González lo intentó hundir con esa historia falsa de «la pinza». Nunca pudieron. Su inteligencia, honestidad, honradez, saber estar, y categoría como persona y político le acababan siempre dando la razón, aunque en España se necesitaron décadas para darse cuenta de que no era un visionario, sino un estudioso de la política como ciencia social y movimiento, analizando siempre la Historia para entender los acontecimientos del contexto actual.
Muchos lo descubrieron tarde pero a tiempo, allá por los inicios de la crisis de 2008. Vimos en él a un sabio. Conocimos a una persona que hacía política no desde el sillón privilegiado de las instituciones, que tantos sinsabores le dejó, sino desde la organización del movimiento popular; primero con el Frente Cívico, después con las marchas por la dignidad. Siempre activo en el día a día, siempre organizando, escribiendo, pensando, y aportando ideas para el presente y futuro de la sociedad española. Siempre, rebelde con causa.
Analizó el capitalismo y lo intentó combatir desde el pensamiento, tarea difícil. Los poderes económicos y mediáticos lo admiraban por su preparación y talla intelectual, los demás no estuvieron a la altura de él.
Con un estilo reposado, sosegado, reflexivo, a la manera de los sabios filósofos de la antigua Grecia, tomando a Sócrates como inspiración para construir un contrapoder, cuyo mejor arma es el pensamiento y el estudio. Nada más poderoso que un «la gente no sabe que sabe» era suficiente, más allá de utilizar siglas, símbolos, banderas o proclamas del partido.
España se perdió al que, a mi juicio, hubiera sido el mejor presidente que hubiéramos tenido, se hubiera convertido en un referente de la izquierda a nivel mundial. Un humanista cuyo programa se basaba en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Sin ningún interés personal, tan sólo, el de transformar la sociedad hacia un horizonte mejor que el presente.
Hasta siempre, Julio.