Política

¿Qué tienen en común los países liderados por mujeres que están dando una mejor respuesta a la pandemia?

Algunos países cuyos gobiernos están encabezados por mujeres destacan en la gestión de la pandemia. Comparten factores como el nivel de calidad democrática o un índice muy alto de desarrollo humano.

Rueda de prensa del Gobierno finlandés durante la crisis de la COVID-19 con la Primera Ministra Sanna Marin, la Ministra de Educación, la de Finanzas, la de Interior y la de Justicia. Lehtikuva /Emmi Korhonen via REUTERS

¿Qué tienen en común los países que están dando una mejor respuesta frente a la pandemia? Es la pregunta que se hacía Avivah Wittenberg-Cox en un artículo publicado el 13 de abril en Forbes. Su respuesta: mujeres líderes. En concreto, la autora se refería a siete países: Alemania, Taiwan, Nueva Zelanda, Islandia, Finlandia, Noruega y Dinamarca. Días más tarde, amplió la lista con ocho más: Singapur, Hong Kong, Nepal, Etiopía, Bangladés, Namibia, Bolivia y Georgia.

De hecho, la primera ministra finlandesa, Sanna Marin, ha anunciado este viernes que su país ha frenado la propagación del virus «gracias a las medidas adoptadas desde una fase temprana y a la responsabilidad de la ciudadanía».

Nunca sería noticia que varios países cuyos gobiernos están encabezados por un hombre destaquen por su buena gestión de la crisis de la COVID-19. Lo sabemos porque también los hay. La diferencia es que estos no son agrupados como un colectivo, el de hombres líderes.

Las mujeres que ocupan el cargo de presidentas o primeras ministras son todavía una excepción en tanto que siguen infrarrepresentadas en el poder a nivel global. Eso también lo sabemos. Aunque esa excepcionalidad constituye una trampa: la de reforzar el argumento engañoso de que su forma de liderazgo, sus capacidades o la manera en que se comunican con la ciudadanía responden al hecho de que son mujeres.

«Parece que hay que seguir explicando que, si una mujer lleva a cabo prácticas políticas diferentes y más transformadoras, tiene que ver con una mirada feminista, no con una naturaleza femenina», escribe Laura Casielles en un artículo publicado en este medio.

Entre algunos de los países antes mencionados hay otros factores en común más allá de que las representantes de sus gobiernos sean mujeres. Noruega, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Nueva Zelanda, Alemania o Suiza –de los más mencionados en este sentido– están en la cabeza de los rankings sobre calidad democrática y bienestar social.

De la gestión de la crisis actual destaca su rápida actuación frente al virus con medidas de protección –el confinamiento, el rastreo de casos y el control de las fronteras, entre otras, desde el primer momento, cuando había pocos casos–. Además, se ha resaltado de ellas su manera de comunicarse: la constancia o el hecho de que hayan programado ruedas de prensa exclusivas para niños y niñas –algo que, no obstante, ha ocurrido en otros países, también en España–. Pero, más allá de esto, la disponibilidad de tests para una gran parte de la población y las detecciones tempranas ha sido un factor determinante.

Número de camas en hospital y acceso a Internet

Un indicador que sostiene el alto bienestar social de estos países es el número de camas de hospital por cada 10.000 habitantes. En este sentido, vuelven a destacar a nivel mundial países como Noruega, Suiza, Finlandia o Alemania. Según datos de 2010 a 2018 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo Humano, este último cuenta con 83 camas por cada 10.000 personas, una cifra que este organismo considera propia de un país con un desarrollo humano muy alto. Suiza tiene 47, Finlandia 44, Noruega 39 e Islandia 32. Y todos ellos entran en los niveles de lo que se considera un sistema de salud fortalecido.

Según los mismos datos de Naciones Unidas, este hecho, junto al amplio desarrollo de las tecnologías, son factores determinantes a la hora de dar una buena respuesta a la situación provocada por la pandemia. El acceso a Internet asegura una mayor facilidad para el teletrabajo, poder continuar con los estudios e interactuar con otras personas. Dentro de esta variable, destacan, de nuevo, países como Noruega, Suiza, Alemania, Hong Kong, Islandia, Singapur o Dinamarca, con sus respectivas mujeres presidentas o primeras ministras a la cabeza.

Cultura política que favorece el acceso de las mujeres a la presidencia

En uno de los múltiples artículos que se han publicado estos días analizando la gestión de las mujeres líderes durante la pandemia, este en The Guardian, la profesora de Sociología de la Universidad de Nueva York Kathleen Gerson aporta una clave: existen más probabilidades de que una mujer salga elegida en un contexto cuya cultura política recibe un relativo apoyo por parte de la ciudadanía y existe confianza en el gobierno.

El índice de democracia que elabora cada año la Unidad de Inteligencia de The Economist tiene en cuenta cinco factores para elaborar su clasificación: los procesos electorales y el pluralismo, el funcionamiento del gobierno, la participación política, la cultura política del país y las libertades civiles. Así, en sus resultados de 2019 concluyen que algunos de los países ya mencionados, y que están gobernados por mujeres, son también aquellos que tienen una democracia plena. La lista la encabeza Noruega, seguido de Islandia. Entre los diez primeros también se encuentran Nueva Zelanda, Dinamarca y Suiza. Alemania ocupa el decimotercer puesto de un total de 22 países con este distintivo entre los 180 analizados.

Los mismos países vuelven a coincidir en la cabeza de lista de otro índice: el de la percepción de la corrupción que elabora la organización Transparency International. Según su último informe, correspondiente al año pasado, Dinamarca, Nueva Zelanda, Finlandia, Singapur, Suiza, Noruega y Alemania están entre los 10 países del mundo considerados menos corruptos. Todos ellos con una posición de entre 80 y 87 puntos, siendo 100 el nivel de corrupción más limpio.

En algunos países, la actual presidenta o primera ministra no es la primera mujer en ostentar este cargo de su historia. En Dinamarca, la primera mujer al frente del gobierno fue Helle Thorning-Schmidt, líder del Partido Socialdemócrata elegida en 2011. Ahora, en este país gobierna Mette Frederiksen, de la misma formación.

En Finlandia, Anneli Tuulikki Jäätteenmäki y Tarja Halonen fueron primera ministra y presidenta respectivamente entre abril y junio de 2003. Era la primera vez que las máximas jefaturas de Estado eran ocupadas por mujeres de forma simultánea. Entre 2010 y 2011 ocupó el cargo de primera ministra Mari Kiviniemi, por lo que Sanna Marin –elegida en diciembre de 2019–, la primera ministra actual, sería la tercera mujer en el cargo de la historia del país.

En Islandia, Katrín Jakobsdóttir –que ocupa el puesto desde 2017–, tampoco es la primera. Ya lo fue, en 2009, Jóhanna Sigurðardóttir. En Noruega ocurre algo parecido: Erna Solberg es la segunda mujer elegida jefa de Estado en la historia del país. Gro Harlem, del Partido Laborista, ya ocupó el cargo en tres ocasiones distintas entre los años 1981 y 1996.

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Comentarios
  1. Un factor importante en mi opinión es que a las mujeres, como personajes públicos, no se les consiente la misma libertad para el autoritarismo y el «por que sí» que a los hombres. Trump o Bolsonaro pueden pasarse el consenso científico por los cataplines, deshacer y rehacer su cabinete hasta que todos pasen por el aro y digan que el virus es de un laboratorio chino o que no existe.

    La opinión de una presidenta que dijese «el virus no existe» no se toleraría de la forma que se tolera para Bolsonaro: de repente todo el mundo querría saber qué opinan los científicos. Una mujer en un puesto de poder tiende al consenso porque imponer su punto de vista no suele ser una opción. Hay excepciones, claro: un comentario anterior mencionaba precisamente a Aguirre y a Thatcher.

  2. Exactamente igual que la comunidad de Madrid, gobernada primero por Esperanza Aguirre y ahora por su sucesora Díaz Ayuso, excelentes gestoras de la sanidad privada y el negocio particular y especialistas en la destrucción de los servicios públicos. La autora de este artículo echará también de menos a Margaret Thatcher, supongo. No es una cuestión de género, sino de clase y de calidad democrática.

  3. No se puede mencionar, como líder, a la golpeadora de Bolivia. No fue votada por la población. Se impuso por el golpe de Estado a la voluntad popular que eligió a Evo Morales.

  4. tienen en comun la capacidad de prevencion y empatia humana
    para evitar males mayores a la sociedad y tener menos perdidas
    …la excepcion es : ayuso , cifuentes, aguirre
    qe no saben gobernar ni una d las ms importantes regiones

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