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¿Al recomendar una serie de Movistar+ se está haciendo publicidad de una empresa del IBEX?

Irene González, suscriptora de 'La Marea', plantea el debate sobre la publicidad que puede hacerse insertando el nombre de empresas o marcas en el contenido de un texto, una sección, etc.

IRENE GONZÁLEZ* (TUS ARTÍCULOS) // Soy lectora y suscriptora de La Marea desde hace varios años y les escribo porque sé que este medio está abierto a la crítica constructiva. Me llama la atención cierto tipo de publicidad que aparece en sus páginas. Me parece que no se tiene en cuenta que la publicidad no se hace solamente poniendo un anuncio por el que se paga. También se puede hacer de forma natural, bien sea consciente o inconscientemente, insertando el nombre de empresas o marcas en el contenido de un texto, una sección, etc. Esto hace que se invisibilicen alternativas a las mencionadas, creando una normatividad respecto a ello.

Por ejemplo, la sección de menciones de Twitter. En primer lugar, no entiendo qué aporta esta sección a la revista. Entiendo que La Marea tiene cuenta de Twitter para tener más visibilidad y, por tanto, si alguien ya tiene la revista es que ya conoce La Marea. Creo que lo único que aporta es que lectoras que no tengan Twitter se sientan desplazadas o «que se pierden algo» y que si tienes cuenta en esa red social y escribes a La Marea, ¡puede que seleccionen tu mensaje para el próximo número! Si alguien ya tiene cuenta en Twitter, o bien ya sigue a La Marea (y lee todos los mensajes en directo), o bien no sigue a este medio pero supondrá que tiene cuenta, como muchos otros medios de comunicación. Creo que aunque Twitter no sea del IBEX 35, no es una empresa de la que sea deseable hacer publicidad.

En la misma línea (tecnología), aunque de forma distinta, se da publicidad a las empresas de mensajería instantánea WhatsApp y Telegram. Pongo un ejemplo reciente de cada:

«Gracias, Celia, por ese whatsapp inesperado mientras desayunaba una
mañana. Gracias, Txabela, por ese Telegram para decir ‘simplemente’ eso», en #LaMarea70.

«Más allá de las redes sociales de los propios grupos identitarios y sus afines, existen decenas de foros, canales privados de Telegram (…)», en #LaMarea72.

En los primeros casos se puede decir «mensaje» y en el último «mensajería instantánea». El único motivo para utilizar el nombre de la empresa en el último ejemplo es que dichos grupos fueran propios únicamente de Telegram. Es como decir «Me llegó un gmail» en lugar de decir «Me llegó un correo electrónico». Al usar el nombre de las empresas se las publicita al tiempo que se invisibilizan las alternativas.

Me preocupa la manera en la que se trata las redes sociales mayoritarias como si fueran servicios en lugar de empresas multinacionales. Parece que solo son negativas cuando se trata de un artículo sobre dicha tecnología (por ejemplo, sobre privacidad), mientras que el resto del tiempo fueran aplicaciones inocuas para el usuario. A ninguna redactora de La Marea se le ocurriría escribir «Cuando iba con mi amiga Marisa a ver al Juli en Las Ventas» para contextualizar o aderezar un artículo cuando quizá el último dossier fuera sobre maltrato animal.

Como tercer ejemplo, querría poner sobre la mesa el caso de las plataformas de contenido. No tengo información sobre algunas de estas empresas como para no desear su publicidad, pero sí de Movistar+. Me pregunto, ¿al recomendar una serie de Movistar+ se está haciendo publicidad del grupo Telefónica (del IBEX 35)? En mi opinión, sí: es una forma de hacerle ganar clientes o de fomentar su uso. Se me ocurre que tal vez se puede usar un criterio como el que se utiliza con los anuncios.

Todo esto me llevó a reflexionar sobre si las recomendaciones son un
tipo de publicidad. Tal vez lo sean
. Personalmente, encontraría más
interesante esta sección si las recomendaciones estuvieran relacionadas
con contenidos del número (del dossier o de otra parte), que fueran libros, películas, música, exposiciones, series, etc., que trataran el tema. Esto serviría, además, para que la lectura se contextualice respecto a la narrativa de dicho tema.

Espero haberme expresado con el ánimo constructivo que me ha llevado a
escribiros, pues valoro mucho el trabajo que hacéis y las dificultades que entraña hacer periodismo actualmente y más cuando se tienen principios.

*Irene González es suscriptora de ‘La Marea’.

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Comentarios
  1. Hola Noe, hacer publicidad no es una conspiración y mucho menos hacer publicidad sin darse cuenta, como es el caso del que aquí se habla.

    Se que a veces, para defender una postura, es tentador tildar a la opuesta de estrambótica, paranoica o similar. Sin duda facilita las cosas, pero no es serio.

    La vida real, por desgracia, esta saturada de faltas de ortografía, pero esto es un periódico y esperamos que este bien escrito. Por supuesto, mucha gente seguirá escribiendo en sus chats y correos solo el símbolo de interrogación final en una pregunta (y ni les culpo por ello, ni pretendo que cambien, ni estoy haciendo un juicio de valor sobre ellos), pero estoy seguro que cuando vean en un periódico una pregunta con interrogaciones a ambos lados lo entenderán perfectamente y no les sonara raro.

    Se me hace muy difícil creer que alguien, que esta leyendo un periódico, dejara de entender un articulo porque ponga “refresco” en vez de “coca-cola”, pero si alguien no sabe que una “coca-cola” es un refresco no veo porque evitare la oportunidad de aprenderlo a través de la lectura. ¿Acaso no se recomienda leer para ampliar vocabulario?

    Si además tenemos en cuenta que en el presente articulo se esta hablando de cuando se cuela el nombre de una marca en un texto que ni siquiera va de la marca, ni de la tecnología en cuestión, si no que es comentario para “contextualizar o aderezar un artículo” tampoco veo que se pierda demasiado si alguien no es capaz entender una frase en la que pone “videollamada” en vez de “zoom” y no tiene ganas o tiempo de buscarlo en un diccionario. No seria la primera vez que leo un articulo en el que se usa una palabra que no entiendo y no por ello me quedo atascado.

    Estas pequeñísimas modificaciones (poner mail o correo electrónico en vez de gmail) no tienen nada de purismo. Incluso los que escribimos mal y salimos del paso diciendo “pero se me entiende” o “las tildes no son faltas de verdad” esperamos que un periódico no tenga faltas, o al menos no nos desorientamos porque no las tenga, mucho menos pensaremos que el periódico es un estirado por no escribir “como la gente”.

    No me cabe duda de que si La Marea sigue las recomendaciones que se han planteado aquí, sus lectoras y lectores no sufrirán perjuicio alguno.

  2. Se os pira un poco a veces. La vida real, por desgracia, está saturada de nombres de marcas, y es casi imposible referirse al mundo real sin hacer referencia a marcas. Sin ir más lejos, muchos grupos están organizando videollamadas usando software libre, como Jitsi, pero refiriéndose a ellas como «llamadas de Zoom», porque «videollamadas en grupo» no suena igual de bien. A mi tampoco me gusta, pero no creo que se trate de una conspiración ni que se pretenda hacer publicidad de nada. Si no podemos referirnos a las cosas como se refiere la gente a ellas, nadie entenderá de qué carajo estamos hablando. Y si, a veces habrá que decir que estábamos tomándonos una Coca-Cola, porque «refresco de cola» sigue sonando ridículo. Pues bueno. Tampoco creo que le descubramos nada nuevo a nadie. Dejémonos de purismos, que aquí todos sabemos lo que es WhatsApp.

    Por cierto, Telegram es en su mayor parte un proyecto de código abierto, y la empresa que mantiene los servidores es bastante pequeña. No pretendo defenderla ya que no es precisamente santo de mi devoción, pero precisamente no es publicidad de grandes empresas.

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