Opinión

Docencia y evaluación en línea: ¿hacia un nuevo paradigma educativo?

"Necesitamos un paradigma educativo alejado de la obediencia, el control, el logro y las desigualdades. Y para ello, se requiere invertir abiertamente en la educación pública", reflexiona el autor.

Una profesora da clases 'online'. REUTERS

Recientemente y debido al confinamiento por la COVID-19, hemos asistido a importantes cambios en la educación al vernos obligados a implantar la docencia y evaluación en línea. Sin embargo, ¿podemos implantar este tipo de docencia y evaluación sin más? ¿O deberían implicar transformaciones profundas en la manera de entender la educación? Desde luego que pueden ponerse en práctica sin más, porque, se está haciendo así; pero al hacerlo se está vislumbrando más claramente que nunca nuestro paradigma educativo, que tiene importantes conexiones con el modelo organizativo empresarial preponderante, tal y como explica Ken Robinson en su video TED Cambiando los paradigmas educativos.

La mayoría de organizaciones, también los centros educativos, siguen modelos basados en la disciplina o el logro. En dichos modelos el control toma un valor esencial, el cual está ligado a la desconfianza. Queremos controlar porque no nos fiamos de las personas o de las situaciones. Por lo tanto, o bien controlamos físicamente, supervisando directamente, o lo hacemos fijando objetivos concretos, normalmente de índole cuantitativo. Dichos planteamientos organizativos están asociados también a la jerarquía, secretismo, recompensas y castigos, miedo, burnout, depresión, ansiedad, y a la prevalencia de objetivos cuantitativos sobre cualquier otro. En estas organizaciones se suele evaluar a los trabajadores a través de indicadores cuantitativos que miden, supuestamente, su rendimiento laboral. El problema es que la mayoría realizamos muchas tareas, y algunas apenas se pueden medir. Si no se pueden medir, no se evalúan, lo que finalmente hace que no les prestemos ninguna atención. A veces, estas tareas imposibles de evaluar son las más importantes

De forma similar a las organizaciones, la educación parece haber seguido planteamientos parecidos: control, logro, desconfianza, medición del rendimiento o evaluación sumativa, etc. Con este paradigma todo gira alrededor del profesorado: aprender es reproducir, para luego evaluar o controlar que se han memorizado determinados contenidos, logrado determinado objetivo de aprendizaje o internalizado una idea o concepto. 

Bajo esta filosofía educativa, la docencia y evaluación en línea suponen un importante desafío por el ansia de control y por el elevado peso del profesorado en el aprendizaje. Si bien el profesorado está intentando ofrecer con mayor o menor calidad o con mayor o menor éxito la posibilidad de enseñar por Internet, parece que la problemática se está localizando en la evaluación en línea. Dado que desde este paradigma resulta clave evitar que se copie en los exámenes, han surgido diversas estrategias de control, algunas rayando los límites de la privacidad. Por otro lado, la docencia digital está requiriendo un esfuerzo y estrés brutal en los docentes al tener que tutorizar a muchos estudiantes, algunos de los cuales no tienen ordenadores o acceso a Internet, preparar las clases en línea, corregir multitud de trabajos, coordinarse con otros profesores, planificar contenidos, aprender nuevas tecnologías, y por supuesto mejorar sus competencias digitales. De esta manera, parece que la docencia y evaluación digital están sacando los colores a nuestro modelo educativo, o al menos mostrando de forma más clara los valores o principios sobre los que se sustenta. 

Sin embargo, existe otro tipo de modelo organizativo empresarial, minoritario pero cada vez más importante: el consciente. Las organizaciones conscientes no controlan, porque confían; en ellas se fomenta el aprendizaje, la creatividad, la compasión, la cooperación, la auto-organización o autonomía, o la transparencia. De esta manera, las personas toman decisiones, experimentan y aprenden, de acuerdo con criterios o principios generales, sin tener que ser supervisados o controlados por otros, porque la autonomía y la confianza van de la mano y porque la jerarquía apenas existe. En estas organizaciones, las personas se autoevalúan o son evaluadas de forma constructiva y continua por parte de compañeros u otros trabajadores con los que se relacionan, de acuerdo con su aportación a la organización. 

Este modelo organizativo tendría una evidente conexión con un paradigma educativo centrado en el estudiantado, donde el profesorado guía, y en el que se valora la autonomía y construcción de conocimiento por parte del alumnado, el cual se habitúa a cuestionar o mejorar, en lugar de solo internalizar. La evaluación suele ser continua y formativa. Si bien llevamos años hablando e intentando implantar este modelo educativo, para hacerlo, se requeriría, desde mi punto de vista, invertir claramente en educación, especialmente en recursos humanos, para poder trabajar con grupos pequeños, bajando las ratios y con profesorado de apoyo, formar al profesorado, crear espacios adecuados, etc. Y lo que se ha hecho en los últimos años es justamente lo contrario: recortar en educación pública.

Esto dificulta dicha evolución, por mucho que el profesorado lo intente o utilice las últimas tecnologías. Con este nuevo planteamiento educativo, que es fundamentalmente presencial, tanto la docencia como la evaluación en línea serían menos traumáticas, dada la importancia de la autonomía del estudiantado y de la evaluación continua. Además, formar a personas autónomas, críticas, o que sepan pensar, aprender o cuestionar permitirá que luego esas personas trabajen de la misma manera en las organizaciones o ejerzan un rol más valioso en nuestra sociedad. En esa línea, el filósofo Emilio Lledó nos recuerda que para usar la libertad de expresión antes debemos ser libres de pensamiento, saber pensar o tener sentido crítico.  

Por lo tanto, es el momento de que nuestra educación evolucione y camine junto a las organizaciones conscientes. Si queremos una sociedad solidaria con ciudadanos responsables, necesitamos, no solo este tipo de organizaciones, sino un paradigma educativo alejado de la obediencia, el control, el logro y las desigualdades. Y para ello, se requiere invertir abiertamente en la educación pública.

Ricardo Chiva Gómez. Catedrático de Organización de Empresas, Universitat Jaume I

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Comentarios
  1. El proyecto del gobierno de reforma educativa que se ha presentado para su trámite parlamentario es, desgraciadamente, un proyecto que no va a cambiar demasiado el sistema educativo. En realidad, un sistema educativo no se reforma per se por ninguna ley ya que son muchos los factores que influye en la evolución del mismo. Pero nuestro sistema educativo es mediocre, segrega socialmente y no promueve la igualdad de las personas. Revertir esa situación es luchar hoy contra corriente y el gobierno ha preferido hacer lo que los gobiernos vienen haciendo desde décadas: mantener un sistema cada año más segregado socialmente.
    Ha sido Emilio Lledó quien lo ha advertido desde diversas tribunas:
    “El permitir que el poder económico pueda determinar la calidad de la enseñanza o, lo que es más sarcástico, que el Estado subvencione con dinero público ciertos intereses ideológicos de un buena parte de colegios más o menos elitistas parece, en principio, no solo una aberración pedagógica sino una clamorosa injusticia (…)
    EL PRINCIPIO ESENCIAL DEL SUEÑO IGUALITARIO ES LA EDUCACION.
    Su más equitativo y generoso instrumento es la educación pública, con la pedagogía de la justicia y la solidaridad.
    El mal más terrible que puede instalarse en la consciencia democrática es, por el contrario, el cultivo solapado e hipócrita de la diferencia y la desigualdad”. Así de claro lo ha dicho, pero nadie quiere escuchar a los filósofos….
    https://laicismo.org/gobierno-psoe-unidas-podemos-ninguna-ambicion-por-la-escuela-laica/?utm_source=mailpoet&utm_medium=email&utm_campaign=boletin-diario-de-laicismo-org-5-mar-2020_867

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