Cultura
¿Para qué quieres un ‘podcast’, más allá de porque ‘esté de moda’?
"Los 'podcasts', como cualquier cosa bien hecha, llevan tiempo. Es decir: cuestan dinero", reflexiona Isabel Cadenas Cañón.
Todo el mundo habla del boom del podcast. En inglés, todo el mundo hablaba del boom del podcast hace no tanto. Parece algo bastante establecido: en 2014, se estrena Serial y sucede, además, otra cosa que indica que lo que parecía tendencia había llegado para quedarse: Apple incluye, por primera, la app para bajar y escuchar podcasts de manera nativa en sus iPhones. Es decir, que a partir de 2014, cuando te compras un iPhone –o un iPad–, el cacharro te llega con una app dedicada exclusivamente a bajar podcasts (Podcasts, se llama, para que no genere dudas). Cuando el mercado acoge la novedad, ya no hay marcha atrás.
En castellano, llevamos hablando de boom desde hace tiempo también. 2018 iba a ser el año del boom del podcast en castellano. 2019 iba a ser el año del boom del podcast en castellano. Estamos en 2020 y este año no es menos en cuanto a predicciones. Quizá el boom no llegue. Quizá el boom ya haya llegado. No lo sabremos hasta que miremos atrás, dentro de unos años, y hagamos balance de qué se produjo, y cómo, y si eso cambió, o no, nuestra manera de escuchar y de pensar el audio. Eso, supongo, será lo que defina si lo que está pasando es un boom o una burbuja. Lo que es evidente es que, aquí también, el mercado está abrazando el podcast como si fuera el nuevo maná.
Hablo mucho con gente que hace podcasts, y hablo mucho, también, con gente que quiere encargarlos. Podría crear una especie de Tinder para que se conocieran entre ellas. A veces serían encuentros felices. Otras, me temo, habría un escollo insalvable. Y me explico. Lo que veo –y lo que vivo– por el lado de las personas que creamos, es casi siempre el mismo: los podcasts, como cualquier cosa bien hecha, llevan tiempo. Es decir: cuestan dinero. Desde los micros que usamos hasta el tiempo que pasamos editando un audio hasta las rondas de edición y de premontaje, y de montaje, y de mezcla final.
Lo que veo por el lado de algunas personas que no vienen del mundo del audio y quieren encargarlos es que muchas veces no se paran a pensar en eso. No tanto en el dinero que pueda costar, sino en algo mucho más profundo que lleva acarreado eso: por qué eligen el formato audio y no otro, y qué quieren contar, y por qué. Y para qué. En mi futuro Tinder de los podcasts, les haría una sola pregunta a las personas que quieren encargar uno nuevo: ¿para qué quieres un podcast, más allá de porque “esté de moda”?
Supongo que esto es algo que sucede en toda forma que nace. Pero, si bien el formato podcast es nuevo, contar historias con audio no lo es: antes, siempre antes, estaba la radio. Y allí, como siempre también, las buenas historias eran buenas por eso: porque alguien había invertido en ellas tiempo, y dinero, y trabajo. Lo mismo, con los podcasts. Aunque el supuesto boom quiera imponernos las prisas y los precios del mercado.
Todo distracciones con tal de no escucharnos a nosotros mismos,, consciente o inconscientemente, todo son huídas de nosotros mismos.