Sociedad
Violencia machista: un aislamiento sobre otro
Una realidad que ya existía, y que ya está de por sí ligada al aislamiento social, se ha agravado y ha adquirido riesgos extra
Este artículo forma parte de #LaMarea76, un monográfico dedicado a la libertad. Puedes conseguir la revista, correspondiente a los meses de mayo y junio, aquí.
En los juzgados de violencia sobre la mujer, los días que han pasado desde que se declaró el estado de alarma “no son reales”. Son atípicos. “Una situación provocada por las circunstancias”. Así lo explica Cira García Domínguez, alguien que conoce bien lo cotidiano de estos tribunales. “No es real que hayamos pasado de tener asuntos todos los días a contar dos o tres a la semana”, puntualiza la magistrada titular del único juzgado exclusivo de violencia de género de Castilla-La Mancha, ubicado en Albacete.
No es real porque, como casi todo, lo habitual aquí también se ha alterado. Sin embargo, eso no significa que la violencia haya disminuido. De hecho, en el último mes de abril, las llamadas al 016 –el servicio de atención y asesoramiento en situaciones de violencia machista– aumentaron un 60% respecto al mismo periodo del año pasado. Como casi todo, una realidad que ya existía –y que ya está, de por sí, ligada al aislamiento social–, se ha agravado y ha adquirido riesgos extra. El principal, en palabras de Carla Vall: “Estar en tu casa encerrada con tu torturador”. Esta abogada penalista que trabaja con víctimas de violencia machista explica que le “están llegando casos con una violencia mucho más intensa”.
Según explica, esto tiene relación con el hecho de que los agresores puedan estar a solas con la víctima y con la falta de control por parte de terceros. “Normalmente, las mujeres pueden contar con las compañeras de trabajo, las vecinas y demás personas, pero durante el confinamiento ese contacto no es tan fluido”, señala. Una vez puedan salir bajo unas condiciones más amplias, Vall cree que retomar ese apoyo social –”muy importante para romper con este tipo de situaciones”– puede ayudarlas.
Este momento engañoso también conlleva algo positivo: la reducción de los asuntos que llegan a los juzgados se explica, en parte, porque “las posibilidades de que se quebrante una orden de alejamiento son muy pequeñas durante el estado de alarma y estos delitos acarrean bastante volumen de trabajo en los juzgados de violencia”, dice García Domínguez. La magistrada no descarta, aun así, que muchas mujeres pasen el confinamiento con sus parejas a pesar de contar con este tipo de medida de protección. Sobre todo, si los agresores no tenían otro sitio al que ir cuando comenzó el confinamiento.
En este sentido, Carla Vall augura que “habrá mujeres que estén soportando esta situación, pensando en salir con vida de ella y esperando a que se levante el confinamiento para huir”. Cuando eso ocurra, las expertas alertan de que habrá que estar especialmente vigilantes. Volverán a darse situaciones de violencia que el confinamiento ha dificultado. Los momentos de recogida de los menores para exparejas que ya no viven juntas o las separaciones y rupturas de la convivencia son dos de las situaciones que repuntan las agresiones machistas.
Esa normalidad también volverá. Y cuando vuelva, “el colapso de los juzgados es más que probable”, advierte Carla Vall. Sobre todo, si se tiene en cuenta que “a nivel judicial ya hay un colapso de antes”, añade la abogada. “Hacen falta más juzgados, una plantilla mucho más amplia y mayor rapidez a la hora de atender los casos”, sostiene Vall.
Las diferencias territoriales y generacionales en situaciones de violencia machista, que ya existían, se verán también dimensionadas. A la hora de denunciar, “las mayores dificultades están en las mujeres mayores y las mujeres que viven en núcleos rurales”, apunta García Domínguez. “Este problema ya existía sin confinamiento, pero ahora, en la zonas rurales puede que sufran un aislamiento mayor: las mujeres de los pueblos que no cuentan con un centro de la mujer tienen que desplazarse a las ciudades. Los recursos están más lejos, por lo que están más aisladas”, detalla.
Más difícil pedir ayuda
Para otras, la posibilidad de pedir ayuda se verá paralizada por las consecuencias que deja la crisis. “Los maltratadores utilizan el confinamiento para aislar a las mujeres todavía más. Esto es una secuela, es echar una piedra sobre otra piedra”, explica García Domínguez. A este doble aislamiento, se suman otros factores: “Problemas económicos, reducciones de jornadas, personas despedidas… la violencia de género y las crisis económicas siempre van de la mano”, continúa la magistrada.
En esta línea, algo que ya está ocurriendo, según García Domínguez, es el impago de las pensiones de alimentos: “Las ejecuciones judiciales por esto se van a triplicar, va a ser un boom”. “En ocasiones será por la merma económica de muchas personas, pero también hay casos en los que será voluntad del progenitor no pagar y justificarse en cómo está la situación. Y, ¿quién va a sufrir eso? Pues las mujeres”, reitera.
Por el mismo motivo –la precariedad–, habrá mujeres que no lleguen a denunciar la situación que viven. Algo que no solo va a impactar en relaciones de maltrato. Dice García Domínguez que “habrá que ver el impacto del confinamiento en demandas de separación y divorcio como consecuencia de la convivencia”. “El hecho de estar conviviendo con alguien –sea o no un maltratador– con quien existe una crisis familiar permanente va a hacer que mucha gente quiera poner fin a los vínculos matrimoniales”, añade.
«Sales del confinamiento pero estás todavía más aislada porque la propia situación del entorno es todavía más hostil»
Si su situación económica ha empeorado, “esa vulnerabilidad económica les va a hacer aguantar”. Similar a lo que ocurrirá a muchas mujeres víctimas porque, además, tal y como explica la magistrada de Albacete, “la soledad a la que se enfrentan las mujeres al denunciar es complicada”. “Sales del confinamiento pero estás todavía más aislada porque la propia situación del entorno es todavía más hostil, también de cara a recibir ayudas”, continúa. La magistrada, ante la preocupación sobre el aumento de los casos de violencia machista, se pregunta: “¿En qué posición van a quedar las políticas de violencia hacia las mujeres? ¿Qué va a pasar con los recursos económicos? Si no se protege a esas víctimas –y no hablo solo de protección jurídica o policial, sino asistencial–, ¿en qué situación las dejas? Todo eso habrá que ir viéndolo”.
Los datos sobre llamadas al 016 han sido actualizados por última vez el 6 de mayo respecto a los publicados en #LaMarea76.