Opinión
Van ganando
"El objetivo de los intoxicadores es sembrar el caos y el miedo, que son los prefijos del odio, invalidando para ello el trabajo de cualquier medio o fuente solvente de información".
Cuando leí aquella frase, pensé: “Van ganando”. Varias periodistas debatían en Twitter sobre la ‘corrección’ de un teletipo difundido por la agencia EFE. Una plataforma de fact check había señalado como ‘bulo’ una de sus notas, alegando que, según su metodología, el titular era “un error” que, al hacerse viral, se había convertido en digno de otro nombre: bulo. Si lo repites tres veces frente al espejo se te aparece Ángel Acebes, ministro del Interior en 2004, diciendo aquello de que “ETA buscaba una masacre en España y en esta ocasión ha conseguido su objetivo”.
El titular en cuestión era este: “La diputada de Unidas Podemos en la Asamblea de Madrid Isa Serra, condenada a 19 meses de cárcel por intentar frenar un desahucio”. La explicación de los verificadores era la siguiente: “No ha sido condenada ‘por intentar frenar un desahucio’, sino por varios delitos mientras lo hacía: atentado, lesiones leves y daños”. Al margen de la justificación de la sentencia, que no se sustenta en ninguna prueba objetiva, sino en testimonios contradictorios de la Policía, el disparate se explica bien con un tuit de Miquel Ramos: “No, Nelson Mandela no fue condenado por ‘defender los derechos de los negros en Sudáfrica’, sino por varios delitos”. La hiperliteralidad es enemiga de la complejidad, del pensamiento abstracto y la metáfora.
“Si todo es un bulo, nada lo es”, lamentaba una periodista en Twitter, y fue en ese instante cuando lo pensé. Van ganado quienes llevan un año vertiendo residuos radioactivos en el estanque de la opinión pública y ven ahora cómo los emisarios de la verdad –una gran agencia de noticias y los cazafantasmas que han venido a salvar el periodismo; a salvarlo de sí mismo, supongo– pierden el tiempo y la credibilidad discutiendo sobre la pureza del agua del grifo.
El objetivo de los intoxicadores es sembrar el caos y el miedo, que son los prefijos del odio, invalidando para ello el trabajo de cualquier medio o fuente solvente de información. La discusión a cuenta del titular lo demuestra. Y otro ejemplo: la semana pasada, la periodista Eva Belmonte, que revisa el BOE cada día desde hace más de siete años, se daba de cabezazos contra la pared porque había cometido un error en una noticia y había tardado una hora en detectarlo y corregirlo públicamente. ¿Por qué era tan importante? Porque en plena tormenta de mierda un borrón puede poner en cuarentena toda tu cobertura sobre las medidas adoptadas por el Gobierno durante la crisis del coronavirus.
Los fact checkers son víctimas y cómplices involuntarios de esta situación. Por un lado reciben los ataques de los fabricantes de bulos, especialmente en las últimas semanas. Por otro, alimentan el clima de sospecha generalizada. Cuando una noticia falsa se hace viral, aplican la misma metodología en todos los casos, independientemente de quién propague la información. Así que la solvencia de una gran agencia no le daría ventaja en términos de credibilidad frente al tuitero dopado que, cerrando el círculo, orquestará las campañas de acoso selectivo contra periodistas de Newtral y Maldita.
“Si todo es un bulo, nada lo es”. Los mentirosos profesionales no esperan que creamos que ellos son las únicas fuentes fiables de información, lo que quieren es anular el concepto de verdad. Si todo el mundo es sospechoso de mentir en honor a la verdad, una acorde a sus intereses, conocidos o encubiertos, lo único que nos queda es el derecho a elegir quién preferimos que nos mienta. Si no hay dios, cada uno rinde culto a sí mismo y a sus hijos de puta. Leí en alguna parte que no es tener razón lo que nos coloca en el lado bueno de la historia, sino que situarnos en el lado bueno de la historia es lo que nos hace creer que tenemos razón. La verdad, entonces, no es una certeza, sino una posición.
No conozco las Tablas de la Ley del fact checking, pero en mi cabeza las diferencias entre un error y un bulo son las mismas que entre un accidente y un asesinato, aunque el resultado sea el mismo: la muerte de algo, del rigor o de un cuerpo. Importan las circunstancias en las que se produce el daño, y no el daño exento de contexto. Importa si fue un crimen “con alevosía; por precio, recompensa o promesa; con ensañamiento, aumentando deliberada e inhumanamente el dolor del ofendido; para facilitar la comisión de otro delito o para evitar que se descubra”. Importan los antecedentes y la intención. Importa si fue un desliz o forma parte de una campaña de intoxicación heredera de las campañas electorales de 2019, que se ha intensificado en el último mes y que usa técnicas aplicadas con éxito en Reino Unido, Estados Unidos y Brasil desde 2016.
Un profesor me enseñó que las imágenes de cámara oculta resultan más atractivas al público medio que otras que muestren exactamente lo mismo y hayan sido obtenidas con permiso, por aquello de estar viendo algo que se supone “prohibido” y por lo que el reportero se está “arriesgando”. Es la estrategia de los que escriben TODA LA VERDAD SOBRE o LO QUE NADIE TE CONTARÁ DE o NO NOS CALLARÁN, y efectivamente no los callan, porque desde hace un mes y medio perpetran trending topics diarios contra el Gobierno, demostrando lo mal que funciona la supuesta censura que los amordaza. Hay pocas cosas que me den más pavor que cierta gente reivindicando su libertad de expresión, porque en su lado bueno de la historia yo acabo con la cabeza rapada y un triángulo negro en el pecho, reverso tenebroso del ‘pin parental’.
El engranaje de basura conecta las redes, los medios y el Congreso de los Diputados, que está hecho un lodazal. La ventaja de los teóricos de la conspiración es que nunca tendrán que demostrar que ellos lo habrían hecho mejor. A fuerza de exponernos a lo inconcebible, cada vez toleramos niveles más altos de falsedad y violencia, no sólo verbal. Estamos desarrollando una peligrosa forma de inmunidad al sufrimiento y a los hechos. Por eso van ganando.
Reconocerlo es el primer paso para dejar de perder.
POR UN PERIODISMO INDEPENDIENTE Y COMPROMETIDO CON UN MUNDO MAS JUSTO.
JULIAN ASSANGE: SIN CARGOS.
EEUU: RETIREN LOS CARGOS CONTRA JULIAN ASSANGE
Decimos no a la extradición de Julian Assange a EEUU, donde estaría seriamente expuesto a sufrir violaciones de los derechos humanos, y pedimos la retirada de los cargos de espionaje y otros cargos conexos contra Assange derivados de sus actividades periodísticas y de investigación.
https://www.es.amnesty.org/actua/acciones/eeuu-assange-libertad-feb20/?utm_source=Google&utm_medium=ppc&utm_content=firmas_display_pai_assange_abril20&utm_campaign=display_pai_assange_abril20&gclid=EAIaIQobChMIr-f-4-yP6QIVb6hRCh38iwqJEAEYASAAEgLTQPD_BwE
A mi esta crisis me está sirviendo para aprender muchas cosas. Entre otras que existen virus para los que no estamos preparados, que nos pueden destruir física y moralmente. Virus que se contagian en silencio y cuando «dan la cara» ya es demasiado tarde. Virus que atacan nuestros órganos desprevenidos sin mascarillas ni guantes, sin vacunas. Virus que atacan nuestra mente desprevenida, sin sentido común, sentido crítico, sin profundo sentimiento democrático.
Virus que finalmente nos matan física y moralmente. Como individuos y como sociedad.
Unos producen fiebre, otros odio.
Una vez contagiados ya no podemos luchar, nuestro cuerpo falla nuestra razón se pierde. Nuestro cuerpo, nuestra Democracia muere.
Distraidos en la ficción mágica de que estamos por encima de la naturaleza, que la dominamos y explotamos; nuestra ciencia nuestra tecnología. Distraídos por los que se consideran por encima nuestro, dominandonos, explotandonos; nuestra telebasura, nuestro consumismo.
Esta crisis me está enseñando que debemos respetar a la naturaleza no destruirla, ni contaminarla ni subvestimarla y estar prevenidos con una gran reserva de mascarillas, guantes, etc., gracias a políticas de responsabilidad social.
Esta crisis me está enseñando que debemos respetarnos unos a otros, no destruirnos, ni contaminarnos ni suvbestimarnos, con grandes reservas de principios democráticos gracias a políticas de pedagogía social y educación democrática.
Cargados con estas poderosas fuerzas podremos aplicar los necesarios tratamientos de prevención y aislamiento de los agentes contaminantes con higiene individual y social que impidan que ningún virus proliferen libremente.
Totalmente de acuerdo, pavor me dan las redes sociales y el caldo de cultivo que se está gestando…
Confundimos el derecho de opinión con el derecho a decir lo que sea…
Según la Constitución, la información debe ser veraz, y hace tiempo que eso no es importante, que lo único que importa es hacer ruido.
Pedagógico artículo, gracias.
Excelente reflexión. Sólo una anotación, no era necesario utilizar lenguaje soez y despectivo hacia las prostitutas para darle fuerza. Una lástima que tengamos ese lenguaje despectivo y denigrante tan integrado. Saludos