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Mi sofá me enseña cosas
''Puedo sentarme y sentirme de mil maneras diferentes, y todas son aceptables. Mi sofá me acepta, tal y como venga. Me acepta, me siente de una manera u otra''.
Estar en cuarentena me está ayudando a descubrir lo maravilloso que es mi sofá.
Antes de estar confinada, no era consciente del potencial terapéutico que tenía. Lo ignoraba bastante, lo daba por hecho, y nunca puse intención en profundizar en las lecciones que me quería dar.
Pero me he dado cuenta de que mi sofá me enseña cosas.
Me enseña que puedo sentirme y sentarme de mil maneras diferentes. Nunca es de la misma manera, y cuando siento, me siento. Cuando me siento, siento. En mí misma y en mi sofá.
A veces es desde el descanso. De acallar la mente, tomarme un café y mirar por la ventana. Escuchar a los pájaros, quedarme ausente. Me siento relajada, me siento con la espalda curvada.
Otras veces, me siento en la distracción. En hundirme en los pliegues del sofá a ver series, pelis, o libros. Leer las noticias y preocuparme con los desastres. Sentarme cruzando las piernas.
Otras, me siento puramente social. Me siento a tomarme una copa de vino mientras charlo con mis amigas o me morreo con mi pareja. Me siento, entretenida, me tumbo, a gusto y acompañada.
Desde la productividad, también. Desde mi sofá, me siento concentrada, trabajo, hago videollamadas, escribo. Activa, me siento, con la espalda recta.
Mi sofá me enseña cosas.
A sentirme, a sentarme.
Me enseña a sentirme cuando pienso, cuando actúo. A reflexionar sobre cómo me atraviesa lo que digo cuando teorizo a lo grande y en abstracto. A sentir el impacto que genero, independientemente de las intenciones que me motivan.
Puedo sentarme y sentirme de mil maneras diferentes, y todas son aceptables. Mi sofá me acepta, tal y como venga. Me acepta, me siente de una manera u otra.
Mi sofá me enseña cosas.
A sentirme, a sentarme.
No sé qué me espera después y durante esta crisis.
Lo que sí sé es que con ayuda de mi sofá,
Puedo sentirme, puedo sentarme.
Viva.