Sociedad
Violencia obstétrica | “Se malinterpreta el estado de alarma pensando que se pueden limitar los derechos de las mujeres”
Profesionales y expertas señalan la mala praxis en algunos partos durante el estado de alarma, con consecuencias directas para las mujeres y sus bebés.
Aunque ahora todo parece extraordinario, con algunas realidades que ya estaban ahí lo único que ocurre es que se ven amplificadas por la crisis del coronavirus. La semana en la que el Gobierno decretó el estado de alarma comenzaba con la denuncia del Comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) a España por un caso de violencia obstétrica al considerar que una mujer fue sometida a una inducción al parto «sin aparente justificación» en 2011.
Bajo esta situación de alerta sanitaria, profesionales y expertas en la materia vuelven a señalar lo que tantas veces han puesto sobre la mesa: la mala praxis en algunos partos, que tiene consecuencias directas para las mujeres y sus bebés. «Una realidad que se está agravando por la situación frente a la COVID-19», en palabras de Emilia de Sousa, abogada especializada en negligencias sanitarias y derechos en el parto.
De Sousa está articulando, junto a El Parto es Nuestro, una forma de dar salida a las quejas de familias y profesionales de la sanidad que esta organización sin ánimo de lucro ha recibido durante las últimas semanas. Este lunes, señalaban en un comunicado algunas de las prácticas relatadas y que pueden resultar perjudiciales. Entre ellas, el acortamiento de partos normales con instrumentalización –como fórceps o ventosas–, las cesáreas e inducciones innecesarias o la prohibición de acompañantes durante el parto.
Estas praxis, apuntan desde El Parto es Nuestro, contradicen tanto las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) –basadas en la última evidencia científica disponible– como el documento técnico que el Ministerio de Sanidad presentó el 17 de marzo para el Manejo de la mujer embarazada y el recién nacido con Covid-19. Además, «olvidan los derechos fundamentales establecidos en la Ley de Autonomía del Paciente, que han de ser respetados en la medida de lo posible aun en estado de alarma», añaden.
Los protocolos varían
A pesar de la existencia de estos documentos provenientes de organismos referentes en este ámbito, el problema que señalan las matronas consultadas para este reportaje es la disparidad en los protocolos, que varían según el hospital –tanto públicos como privados– y el territorio. Este lunes, por ejemplo, la Conselleria de Sanidad de la Comunidad Valenciana anunciaba que las mujeres embarazadas, tengan o no coronavirus, no podrán estar acompañadas por sus parejas durante el parto hasta nueva orden. Una decisión que finalmente fue revocada este martes después de que algunas asociaciones de personal sanitario –como el CECOVA, el Consejo de Enfermería de la Comunidad Valenciana– pidieran que no se prohíba en estos momentos el acompañamiento «para no incrementar el estrés en las gestantes».
«Cada hospital crea su propio consenso; no son protocolos hechos en equipo sino que son los ginecólogos quienes los elaboran unilateralmente. Algunos son estupendos, pero otros se basan en opiniones, miedos o prejuicios, y lo que suele pasar es que se restan derechos de las mujeres», argumenta S., una matrona que prefiere no revelar su nombre –»recibimos mucho acoso por denunciar estas situaciones», explica–. Y, en este sentido, concluye que «muchos sanitarios han malinterpretado el estado de alarma y piensan que da el poder de limitar los derechos de las mujeres». S. destaca también la coyuntura a la que se enfrentan muchas mujeres que estos días van a dar a luz: «Se sienten presionadas, inseguras; es una situación muy violenta: muchas aceptan lo que se les dice por miedo, quieren entender que lo que se les propone es lo mejor para ellas».
En la misma línea, Beatriz Aller, presidenta de El Parto es Nuestro, explica a La Marea que al principio recibían fotos de los protocolos enviadas por las matronas, pero «ahora muchas órdenes han pasado a ser verbales». Aller tiene claro que «el fin no justifica los medios». Para Emilia de Sousa, con esta forma de actuar –que califica de violencia obstétrica– «se introduce un discurso del miedo y paternalista» en aquellos partos que tienen lugar bajo prácticas que estas expertas consideran contraproducentes. Lo que se suma, según de Sousa, «al miedo que ya de por sí se tiene durante una pandemia, una situación que no hemos vivido antes».
Críticas
Sobre la posibilidad de acompañamiento para las mujeres que van a dar a luz, Isabel Abel, presidenta de la Asociación Galega de Matronas, señala que «en pos de la seguridad no se puede restringir el acompañamiento». Este «no sirve para hacer del parto un momento más bonito sino también más seguro», recuerda. Por otra parte, sí recomienda que si las mujeres van, por ejemplo, a realizar una monitorización, vayan solas para minimizar el riesgo de que su acompañante se contagie. No obstante, «durante el parto sí consideramos que es un derecho fundamental», insiste. Sobre todo para aquellas mujeres que no han dado positivo en una prueba de coronavirus ni tienen síntomas.
Beatriz Aller señala otra práctica denunciada por pacientes y personal sanitario y que también ha generado controversia: las inducciones del parto y las cesáreas. Sobre esto, Abel señala una incongruencia: «Si lo que se intenta es que las altas de las mujeres sean lo más precoces posible –para así permanecer en un hospital el menor tiempo posible y reducir la posibilidad de contagio–, cualquier manipulación del parto favorece que las mujeres se queden allí más horas ingresadas«.
Tanto Abel como Aller hablan también de la necesidad, incluso en estado de alarma, de favorecer la lactancia materna, tal y como recoge también, en su punto número 8, el documento del Ministerio de Sanidad antes mencionado. Y recoge ahí lo dictado por la OMS, que «recomienda mantener el amamantamiento tanto para casos de madres confirmadas como probables, siempre y cuando se mantengan medidas para la prevención de infección por microorganismos transmitidos por gotas y por contacto». Para los casos en los que las madres tengan un estado grave de la enfermedad, y según la OMS, se recurrirá a la extracción de leche.
No obstante y a pesar de estas recomendaciones, Abel señala que «sí se está haciendo separación con mujeres sospechosas: hay hospitales que sistemáticamente están separando a las madres y a sus bebés». «Aquellas mujeres con positivo pero con síntomas leves sí pueden cuidar del bebé y además esto va a ser lo mejor para su salud mental y emocional«, concluye esta matrona.
Señora Araceli. Los derechos de hace 40 años afortunadamente no son los mismos que en la actualidad. Si usted paso por eso sola no se lo desee a los demás. Claramente le dejo secuelas pues su amargura del comentario dando palos a unos y a otros lo demuestra.
Vergüenza me da que haya mujeres que habiendo parido no sepan lo que eso supone. Para los médicos es un rato de su trabajo, para nosotras las horas más importantes de nuestra vida
araceli si quieres sufrir y que te violenten allá tu deja que la gente y las mujeres que parimos decidamos , espero que no seas de esas que quieren que todo el mundo haga lo que tu para que de repente el parto se convierta en una pesadilla fascista en vez de una elección y una cosa en la que los fascismos vengan de donde vengan no tiene cabida!!!
harta de ejemplos de mierda
Yo parí sola en 1983 y 1984. No me pasó nada. Fue parto natural no inducido como muchas madres piden ahora para que no les coincida con las vacaciones. No sé muy bien qué puñetas pedís ahora en medio de una crisis sanitaria agravada por un «gobierno» de pandereta. No veo violencia por ningún lado. Como diría mi abuela «ajo y agua». Estáis muy mal acostumbradas.