Los socios/as escriben
Una economía criminal
"Para la economía criminal, la atención sanitaria es también un negocio", escribe el autor.
Si no queremos que la confusión y el engaño empiecen desde el principio, es necesario llamar a las cosas por su nombre. Un nombre que deje claro lo que está detrás. Hoy estamos hartos de oír que vivimos en una economía de mercado. ¿Qué quiere decir eso? ¿De qué mercado? ¿Del de barrio? ¿Quién ha hecho a los mercados señores absolutos de la vida humana? ¿No hay nadie detrás de los mercados?
Creo que sería mucho más claro y respondería mucho mejor a la realidad llamar a la economía capitalista economía criminal. Sobran las razones para hacerlo. El mismo Papa Francisco lo hace. En el primer documento escrito en su pontificado, La Alegría del Evangelio, no puede ser más claro: “Esta economía mata”.
Mata, en primer lugar, de hambre. Discutirán los organismos internacionales cuántos cientos de millones de personas están en una situación de pobreza extrema que les lleva al riesgo de morir por falta de alimentación. Después de un periodo en que el número de hambrientos tendía a reducirse, últimamente está volviendo a aumentar. En todo caso, cerca de mil millones de seres humanos hambrientos. Y eso no es porque la naturaleza no dé más. Es que la economía criminal ha convertido la alimentación en un negocio, se especula con los alimentos y se dedican grandes extensiones de terreno a los cultivos que produzcan más beneficios y no a los más necesarios para la alimentación humana.
Mata por falta de atención médica. Para la economía criminal, la atención sanitaria es también un negocio. Estamos experimentando ahora, con motivo de la pandemia, los efectos de los recortes que la derecha ha realizado en la sanidad pública en beneficio de la privada. En muchas regiones del mundo no pueden experimentar esos recortes porque no tienen servicios sanitarios. No los pueden pagar y la economía criminal tranquilamente los deja morir.
Mata por las guerras. Pequeñas e interminables guerras mortíferas que se libran, en gran parte para apropiarse de recursos naturales escasos. Apoyo a dictaduras crueles que machacan a sus pueblos pero favorecen a grandes empresas capitalistas. Y detrás de todo esto: el gran negocio de las armas, uno de los más rentables para empresas y países volcados en la economía criminal.
El cambio climático está detrás de grandes desplazamientos de población, de temporales, sequías y hambrunas que producen innumerables víctimas. Pues detrás del cambio climático también están las grandes empresas de la economía criminal. En primer lugar las de los combustibles fósiles, que se niegan abiertamente a cualquier medida que suponga una reducción de sus negocios, pero también todo el conjunto de la economía criminal que, por encima de todos sus esfuerzos por pintar de verde su actuación, quiere mantener una forma de vida, una civilización basada en el producir y consumir que les permita a ellos seguir con su acumulación de riqueza. Con todo esto, la economía criminal empuja a la humanidad a una hecatombe difícil de imaginar.
Este carácter criminal lo han dejado muy claro los políticos o empresarios que, con motivo de la pandemia, no han puesto en práctica las medidas radicales necesarias para salvar vidas, porque «hay que salvar la economía». Empecemos por llamar a las cosas por su nombre: lo de economía de mercado es un intento de ocultar la realidad, de trata de una economía que mata, de una economía criminal.
PRODUCIR Y CONSUMIR LOCAL. «AYER» HABLABAMOS DE LA ESPAÑA VACIADA.
Aumenta la presión social en apoyo a la pequeña producción agroalimentaria y la venta directa.
600 organizaciones siguen exigiendo, esta vez a los ministerios de Sanidad y Consumo, medidas para apoyar la producción y comercialización agroalimentaria de pequeña escala, el ámbito agroecológico y la economía local.
Esta nueva misiva se ha emitido tras la respuesta “poco clara y evasiva” que las organizaciones han recibido al envío de una carta dirigida al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, y ante la falta de medidas concretas.
Las organizaciones reclaman la reapertura de los mercados alimentarios, la apuesta por las producciones locales así como la implantación de medidas fiscales como la exención del pago de autónomos a las pequeñas granjas.
Las organizaciones denuncian los costes inasumibles a los que productoras y productores locales tienen que hacer frente por el cierre generalizado de los mercados alimentarios. Esto se debe a la interpretación excesivamente restrictiva que muchos gobiernos locales y autonómicos están haciendo de las prohibiciones decretadas por el estado de alarma ante la pandemia del COVID-19.
Con la campaña #SOSCampesinado, agricultoras, ganaderas y diversas productoras cuentan públicamente la situación de vulnerabilidad que vive este sector de nuestra economía local.
Los canales de venta directa facilitan el acceso a la ciudadanía de bienes de primera necesidad -cuya producción, circulación y abastecimiento están protegidas expresamente por el estado de alarma- en condiciones óptimas de seguridad e higiene que suelen ser superiores a las de cualquier supermercado. En concreto, las organizaciones citan la regulación que hizo de la venta directa de alimentos el Gobierno de las Islas Baleares; o de los desplazamientos a granjas, huertos y corrales de autoabastecimiento de alimentos que han hecho la Consejería de Medio Rural en Galicia y la Consejería de Agricultura en Cataluña.
Vale, Antonio. El papa, que no representante de Jesús, que empiece por exigir a la iglesia que no viva de lo ajeno. Que renuncien a los once mil millones de euros anuales que entre unas cosas y otras nos chorizan al pueblo sea creyente católico o de otra religión o seamos laicos.
Tambien debería exigir a su iglesia que no se meta en política pidiendo el voto para el brazo político del capital, es decir la derecha, acaso que lo pida para quienes quieren un mundo más justo y que se dediquen a predicar con el ejemplo de solidaridad universal y austeridad máxima que dió Jesús. Jesús sin duda que se metería con los ejércitos, con la OTAN, a quienes redoblamos cada año los abultados presupuestos para que defiendan los intereses de los más poderosos en lugar de destinar estos presupuestos a la cooperación internacional, a proyectos de desarrollo en los países más empobrecidos, y en sanidad, educación, dependencia y tantas otras cosas en este mismo país.
«Obras son amores más que buenas razones».
Por lo demás tu artículo, acertadísimo, como siempre.
Dicho ésto, no te preocupes por lo demás pues los ciudadanos vamos despertando, vamos aprendiendo y depositamos nuestro voto en buenas manos.
Mira si no:
EE.UU. El sistema político no permite ni a socialdemócratas; Sanders abandona.
La esperanza «progre», Bernie Sanders, acaba de arrojar la toalla. Fue ganar en algún estado y el aparato político, de los Demócratas y de las finanzas se puso en marcha y lo descabalgó con urgencia. No tenía Sanders un programa revolucionario, ni de izquierdas, apenas homologable con cualquier partido socialdemócrata europeo, esto es, reformas y parches dentro del sacrosanto mercado, dentro del sistema capitalista. Ni así, pudo. El eslógan mentiroso de los publicistas de Obama no funcionó. No se puede (al menos en el marco que el régimen establece).