Economía
De Guindos: el lobezno de Wall Street que cuida de nuestra prima de riesgo
El sociólogo Andrés Villena repasa la trayectoria del ex ministro y actual vicepresidente del BCE Luis de Guindos
En lo peor de la crisis sanitaria, cuando la recesión –incluso una posible segunda Gran Depresión– espera pacientemente a que nos quitemos las mascarillas, la cadena de televisión La Sexta entrevistó este domingo 22 de marzo al exministro Luis de Guindos Jurado, actual vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), una de las entidades supranacionales decisivas para que la vida económica no desaparezca de la Zona Euro.
De Guindos, con ese severo semblante que siempre le acompaña, al menos desde que Mariano Rajoy, en 2012, lo nombrara liquidador público, ministro de la austeridad y primer mediador con la Comisión Europea, se expresó en los fríos términos de quien pretende que un discurso tecnocrático se solidifique en ciencia hablada. “Lo positivo es la temporalidad del golpe”; “va a producirse una recuperación en forma de ‘V’ en el segundo semestre”; “hay que adoptar todas las medidas posibles para no destruir tejido empresarial solvente”…
Una crisis que, podría haber añadido, saldrá en los libros de texto, como afirmó hace ya más de diez años en otro contexto infinitamente más relajado y vacacional. Era el 24 de mayo de 2008 y a Lehman Brothers, la entidad que De Guindos presidía con solera en Europa, le quedaban menos de cuatro meses de vida. Pese a ello, este banco de inversión había operado como bróker en la venta de unos 50.000 títulos de cuotas preferentes de la extinta Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM). En un acto privado celebrado en Valencia, De Guindos animó a los empleados de la caja y al público en general a comprar estos títulos: “Yo creo que las cuotas participativas serán algo que, cuando le demos un poquito de tiempo (…) será estudiado por las mejores escuelas de negocios del mundo (…) Estamos haciendo historia económica, que quedará en los libros de texto”. Poco después, Lehman quebró y la CAM fue adquirida al precio de un euro por el Banco Sabadell.
De Guindos no pagó sanción alguna, ni se fue al paro, sino todo lo contrario. La biografía profesional de un individuo tan representativo de la clase dominante sirve para describir cómo hemos vivido de unos años para ahora. En el año 2003, la figura de las cuotas participativas, clave para que las cajas pudieran seguir inflando la burbuja inmobiliaria que explotó en 2007, fue reflotada a España desde el paraíso fiscal de las Islas Caimán ante la persecución judicial que padecían. Como ocurrió en 2005 con las SICAV –gracias, Zapatero–, un ejecutivo amnistiaba en silencio las astutas y sofisticadas formas de burlar al fisco.
El número dos del ministerio de Hacienda, el del primer Cristóbal Montoro, era entonces Estanislao Rodríguez Ponga, un controvertido asesor fiscal que ha terminado en el sumario de las ‘tarjetas black’ de Bankia; el secretario de Estado de Economía, la mano derecha de Rodrigo Rato, era el ahora vicepresidente del BCE, que aquel año promulgó un decretazo para flexibilizar el mercado laboral, y que afirmó que las medidas para el alquiler suavizarían todo riesgo de burbuja inmobiliaria. Cuando fue ministro de Economía, De Guindos contó con una de las hermanas de Estanislao, María Flavia Rodríguez Ponga –entonces directiva de Mutua Madrileña–, como directora general de Fondos de Pensiones. Una red tecnocrática con numerosas ramificaciones familiares para que el conocimiento, y el poder, nunca se escapen.
La burbuja inmobiliaria que nos quitó una década de porvenir, el cadáver de Lehman Brothers, el pufo de las cuotas de la CAM, o el simbólico hecho de haber participado en el consejo de los sabios económicos de la Comunidad de Madrid bajo el designio de Esperanza Aguirre debería advertirnos de que quien adopta buena parte de las decisiones que determinan nuestro futuro no solo ha incurrido en tremendos errores, sino que padece un gran riesgo moral: el haber participado en actividades económicamente ruinosas ha hecho de nuestro ministro, paradójicamente, un dirigente sumamente deseable para los consejos de empresas como Endesa, Logista, El Mundo-Unedisa o PriceWaterHouseCoopers. La élite del poder no sufre –casi nunca– castigo alguno.
Esta larga relación de méritos convierte a De Guindos en un directivo público sumamente confiable para la estabilidad del sistema. Quizá por ello, sus declaraciones del pasado domingo en la televisión son un reflejo de cómo las circunstancias obligan a los ortodoxos de antaño a cambiar el discurso para que el orden prevalezca. En el año 2010, en plena crisis económica, De Guindos reivindicó, desde las páginas de El Mundo, la ‘Economía austríaca’ –una variante extrema del neoliberalismo– como el camino más recomendable para fortalecer una situación crítica en la que las reglas del déficit y la deuda pública estatal no debían cuestionarse en modo alguno.
El actual vicepresidente del BCE insiste ahora, sin embargo, en “gastar lo que haga falta”, priorizando la victoria en la crisis sanitaria, una pelea de la que De Guindos está bien enterado sobre España por sus contactos con la ministra económica Nadia Calviño. Ambos son Técnicos Comerciales Economistas del Estado (‘Teco’); los dos han estado adscritos a instituciones fundamentales de la denominada Troika; además, De Guindos ha trabajado con la también ‘teco’ Carmen Balsa, la directora de gabinete de Calviño; esta última mantiene como número dos del ministerio a Ana de la Cueva Fernández, ‘teco’ y sobrina del exgobernador del Banco de España Miguel Ángel Fernández Ordóñez, más conocido como MAFO.
Continuidad burocrática para garantizar la normalidad y la previsibilidad en las medidas del gobierno, no obstante amenazadas por lo novedoso de la actual crisis. Quizá por ello, y no sin cierto rechinar de dientes, De Guindos terminó refiriéndose a la necesidad de una “renta mínima temporal”, una ayuda de emergencia para evitar desórdenes sociales. La presentadora del espacio televisivo, Ana Pastor, creyó lograr una victoria dialéctica al transformar, al cierre del programa, el subsidio transitorio de De Guindos en lo que ella prefirió denominar “renta básica”.
De Guindos, ya sin derecho a réplica, se sonreía al despedirse: los medios dirán lo que quieran, pero será el BCE el que, en cualquier caso, haga posible las soluciones en última instancia. Su ‘tesoro’ –la facultad de crear dinero de la nada, la de comprar la deuda pública de los Estados, librándola de los buitres financieros–, es aquel del que depende el futuro de lo que queda de la ciudadanía europea. Que la prima de riesgo nos sea leve.
Te has quedado muy corto y te ha faltado sobretodo poner y denunciar el robo que realizó en 2017 con la #EstafaBancoPopular que ha dejado en la ruina a 305.000 familias y regalando el Popular al Santander
Un fallo para mí muy gordo