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Declaración de ignorancia psicológica ante el coronavirus

"No existen evidencias científicas, guías de práctica clínica o manuales que aporten unas pautas claras ante una situación como esta. Principalmente porque nunca hemos vivido una situación como esta", escribe el psicólogo Alejandro Cobos

BRANIMIR BALOGOVIC / Licencia C00

Llevamos menos de una semana en esta situación de aislamiento y, seguramente, todos hayamos recibido o escuchado una buena lista de consejos psicológicos para afrontar lo que está sucediendo. Piensa en positivo, distrae tu mente, evita la sobreinformación, mantén tus rutinas, explora tu creatividad… Mantras que nos repetimos como recetas mágicas pero que en muchas ocasiones no son capaces de amortiguar la sensación de miedo y vértigo que provoca esta incertidumbre. 

Como psicólogo, no sé qué puedo decir para ayudar a una persona en una situación como esta. Me siento completamente ignorante ante la reiterada pregunta de amigos y familiares sobre qué podemos hacer para afrontar mejor el confinamiento.

No existen evidencias científicas, guías de práctica clínica o manuales que aporten unas pautas claras ante una situación como esta. Principalmente porque nunca hemos vivido una situación como esta. Podemos utilizar la experiencia en situaciones individuales de aislamiento, como la cárcel o secuestros prolongados en el tiempo, pero no se acercan ni de lejos a las condiciones que, como personas y como sociedad, estamos viviendo ahora mismo. 

Se trata de una experiencia excepcional, sí, pero también cotidiana. Esto supone que lo que sabemos los psicólogos sobre experiencias traumáticas no sirve en estos momentos, dado que no todo el mundo tiene por qué vivir el estado actual como un hecho traumático.  

Además, las últimas corrientes de psicología positiva –esas que inundan las redes y que han copado la divulgación en psicología de las últimas décadas a base de libros de letra gorda y portadas coloridas– han creado una imagen distorsionada de los psicólogos, donde se nos pinta como gurús hipersensibles, expertos en la vida, en la felicidad y el bienestar. Pero, por supuesto, no lo somos. No somos seres especiales que transmitimos paz y tranquilidad solo con nuestras palabras. No somos expertos en la cotidianidad humana, ni en los resquicios de la vida de todas y cada una de las personas que nos rodean. No somos guías espirituales a los que recurrir cuando la vida se vacía o pierde sentido. 

Como decía, la psicología positiva y la autoayuda de los últimos años, con la inestimable compañía del neoliberalismo que lo mercantiliza todo, ha psicologizado cada rincón de nuestra existencia. Ha convertido en trastornos, en problemas, aspectos del día a día que corresponden a la realidad material de nuestra sociedad, o al funcionamiento normal de nuestra psique. Los psicólogos nos hemos convertido en la herramienta multiusos a la que recurrir frente a una multitud de eventos vitales: malos resultados académicos, rupturas de pareja, pérdida del empleo, fallecimiento de seres queridos, desahucios, crisis sanitarias…

Las realidades materiales conllevan respuestas emocionales, pero no siempre tienen por qué suponer un sufrimiento o un obstáculo insalvable para la persona. No siempre tenemos que recurrir a un supuesto experto para que nos diga lo que tenemos que hacer. En este sentido, algunas orientaciones dentro de la psicología ya llevan décadas planteando que los verdaderos expertos en sí mismos somos cada uno de nosotros y nosotras. 

Desde ese planteamiento, lo que tenemos que preguntarnos –como individuos y como colectivos– es qué sabemos hacer para afrontar los momentos difíciles. Llevamos haciéndolo toda nuestra historia. Por supuesto no podemos hacerlo en solitario, necesitamos de los demás, del apoyo mutuo y la solidaridad que estos días se asoma a los balcones y a los patios de vecinos. Necesitamos saber que otros están ahí, pasando por lo mismo, y que cuando todo esto pase, la mayoría de ellos seguirán ahí. 

No nos agobiemos con hacer cosas, con estar ocupados, con ser creativos o con evadirnos de toda información. Cada cual deberá explorar qué le ayuda en esta nueva situación, a quién necesita recurrir y qué pasos puede dar para mantener lo cotidiano más o menos en su sitio. Cuando todo pase, la vida seguirá, vendrán más pérdidas, más crisis; también más oportunidades e ilusiones. Quizás hayamos aprendido algo de esta pandemia, o quizás no. La única certeza es que seguirán sucediendo cosas en nuestras vidas, y tendremos que hacer frente a ellas con lo que tengamos a mano. 

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Comentarios
  1. Buenas tardes a todos. En este tema podrían enseñarnos mucho, personas que durante su vida diaria, han vivido, viven y vivirán después de que pase el coronavirus, confinados en sus casas. Personas mayores que viven solas, enfermos, discapacitados que hay barreras arquitectónicas en la comunidad donde viven, etc. Pregúnteles a ellos cómo sobreviven. Ya les adelanto una buena medicina para ello, EMPATÍA.

  2. La crisis del coronavirus y la crisis climática: ¿tan distintas son?
    A problemas globales, soluciones colaborativas.
    Estas crisis globales que tienen consecuencias directas sobre nuestro sistema no se pueden ni deben abordar exclusivamente de forma individual y/o doméstica, sino que requieren de medidas igualmente globales, gestionadas desde la cooperación internacional, el multilateralismo y con políticas preventivas que nazcan del consenso político y social. Lo que decida cada país afecta a los demás y la solución que apliquen todos debería ir en la misma dirección.
    La seguridad humana debe estar garantizada en modelos de progreso y convivencia que respeten los límites planetarios. No hay seguridad posible en un mundo que se siga calentando más allá de 1,5ºC y traspasando la capacidad biofísica del planeta.

    No parece pues que, en el ámbito global, la crisis climática y la pandemia actual sean tan distintas entre sí. Hay demasiadas similitudes y pocas diferencias. Sin embargo, mientras la respuesta al coronavirus está siendo contundente, con medidas drásticas que afectan a toda la sociedad, la respuesta al cambio climático, aunque también es urgente, se sigue postergando o condicionando a intereses económicos o políticos cortoplacistas.

    Exige al Gobierno que legisle ya contra el cambio climático. ¡Firma la petición!
    https://es.greenpeace.org/es/noticias/la-crisis-del-coronavirus-y-la-crisis-climatica-tan-distintas-son/?utm_campaign=&utm_source=newsletter-socios&utm_medium=email&utm_term=MAILLINK&utm_content=coronavirus%20socios%20esperanza

  3. En lo que difiero es que hay mucha investigación realizada sobre el estrés negativo que pueden sustentar la explicación sobre lo acontecido. El hecho de que no haya nada escrito no significa que se carezca de evidencia en estudios con animales, grupos de personas, eventos estresantes y otros que pueden consolidar al menos una parte importante para interpretar lo que hemos experimentando. Charles T. Hall, Robert Salpolsky entre otros han contribuido en gran medida el conocimiento sobre el estrés negativo, en especial en el conocimiento sobre el estres de tipo crónico. Negar algo que es demasiado obvio puede cuestionar en gran medida todo lo que escribirte

  4. Hola Alejandro de acuerdo contigo psicologizar la vida misma con ayuda de nuestra profesión ha contribuido a la ceguera al cambio en nuestra sociedad. El énfasis hacia la dimensión cognitiva a la que le han apostado para confundir el verdadero sentido de la psicología ha dejado de lado otras dimensiones que integran la esencia de nuestra persona, sin menospreciar el trabajo de algunos colegas que se han enfocado a la psicología como los guías de grupos, empresas, corporaciones con la buena intención de hacer un cambio, hoy requerimos de una perspectiva más integral para dejas de parcializar los alcances de nuestra profesión. Con la contingencia que estamos viviendo han bombardeado las redes con más de lo mismo, desde mi percepción considero importante que desde el lugar en que nos encontramos podemos alzar la voz para decir al mundo en qué nos hemos equivocado, me refiero en particular a lo que ha sucedido con los científicos de la salud en esta pandemia. La incapacidad para la elaboración diagnóstica de un virus que desconocen y la falta de pruebas los llevó a dejar de lado los criterios de exclusión tan importantes en la elaboración de criterios diagnósticos. Me gustaría enviarte por correo electrónico una pequeña conclusión que para mi gusto explica el error en el que aún siguen cayendo los profesionales que han focalizado su tarea hacia síntomas que corresponden a otro fenómeno que se corelaciona con la evolución e impacto negativo de esta pandemia.La información de la verdad que existe detrás de la pandemia podría ser usada para alimentar resentimientos en personas muy afectadas. Por esta razón me gustaría compartirtela para que con tu experiencia puedas decidir qué hacer con ella. Agradezco me mandes el correo al que pueda enviarte el escrito.Gracias

  5. Vengo ayudando a mis pacientes desde el siguiente del día de alarma y he de decir, que aún realizando sesiones telefónicas, estoy manteniendo a toda mi consulta más menos afectivamente controlada con flexibilidad y buscando la perspectiva más adecuada a cada situación. Habrá que ver lo que está pasando con el personal sanitario, que por definición es un colectivo muy resiliente y que a mi juicio todo lo que necesitan en lineas generales son recursos técnicos, logísticos y humanos en abundancia. Ningún profesional va a elegir usar psicoterapia antes que un buen equipo de protección que le garantize o le de la seguridad que está protegido ante la contaminación vírica. La población general por mi experiencia está muy tranquila, y el coronavirus no está creando más allá de una adaptación positiva al confinamiento. La disparidad de casos, me está ofreciendo la impresión o sensación de que hay mucho de todo. La gestión en estos asuntos, se va a basar en una escucha pausada, y en un intentar comprender que es lo que puede estar afectando a cada profesional, y aquí hay muchas y muy variadas vidas que hay que analizar individualmente, pero a buen seguro el factor principal sea ;
    1. El miedo a fallecer por ser infectado y estar en un estado inmune muy frágil debido a la sobrecarga de trabajo.
    2. Las consecuencias derivadas del agotamiento y la sobre- estimulación afectiva por el exceso de muertes a su alrededor.
    3. La inquietud por el panorama económico y la incertidumbre por el contexto socio-político que esta situación genera
    4. la ira contenida por la falta de prevision ante la pandemia, y el cachondeo generalizado promovido por los medios de comunicación y entes gubernamentales

    Un elemento de desahogo una o dos veces a la semana seguro resultaría útil, pero si hablas y escuchas a los sanitarios, apostaría mucho a que lo que te van a remitir es que lo que necesitan es apoyo, medios y poco más. Es un colectivo muy duro, y muy acostumbrado a los dramas, la muerte, el sufrimiento y el trato con todo tipo de familiares, muchos de ellos absolutamente insufribles y suelen ser muy hábiles en el manejo de todo este tipo de situaciones.
    De cualquier modo y por concluír, ofrecer desde las instituciones un servicio de psicoterapia y psiquiatría profesional, para todos los profesionales que así lo deseen si podría ser una herramienta útil. Después los profesionales sabremos manejarnos, siempre y cuando se selecciones a los profesionales más expertos, y no se tire de amateurs, que no van a estar preparados para tratar este tipo de situaciones
    Un poco a bote pronto lo que se me ha podido ocurrir. Desde luego lo de esperar a que haya investigaciones que demuestren eficacia y bla bla…., es poco más que una imprudencia temeraria si lo que se pretende es ser útil.

  6. Estimado Alejandro:
    Comparto las críticas al lugar que pretende ocupar y se le asigna a la Psicología. Desde la Psicología Crítica entre otras corrientes, existe un fuerte cuestionamiento a este rol, funcional al status quo neoliberal, a través de la psicologízación y psicopatologización de lo cotidiano. También es compartible la apreciación que en términos generales nunca se había vivido una situación de la dimensión global generada por esta pandemia y de las medidas adoptadas por muchos gobiernos, y por tanto, poco se puede afirmar con total certeza cuáles serían las mejores prácticas. Y menos aún universalizarlas, sin contemplar dimensiones sociales y culturales.
    No obstante, tampoco se puede describir la situación como absoluta ignorancia. Como bien ya han comentado, el trabajo psicológico antes crisis y desastres tiene varias décadas, sosteniendo intervenciones, realizando investigaciones y formación de personal sanitario. En particular respecto al impacto psicológico de las medidas de confinanamiento, un artículo publicado recientemente en The Lancet, hace una revisión de trabajos previos, ante similares medidas en epidemias anteriores. Obviamente aún es muy pronto para contar con investigaciones respecto al COVID-19, pero esos estudios y las coincidencias que pueden observarse, empiezan a ser muy buenas referencias a tener en cuenta.
    El link es: https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(20)30460-8/fulltext
    Tenemos el gran desafío de estudiar y aprender sobre todo lo que está pasando. Que nuestros desconocimientos no sirvan como excusa para resignarnos. Qué sean estímulos para ser mejores profesionales al servicio de la población.

  7. La verdad no estoy de acuerdo. Nuestra tarea es escuchar y desde la subjetividad de cada consultante se construye una escucha operativa. Habiendo trabajado 7 años con pacientes que iban a morir y lo sabían, me ha dado la posibilidad de saber cómo escuchar positivamente. Ésta situación no es tan grave como una muerte inminente. Creo que es salirse de un lugar de «saber» y ponerse en uno de empatía. Y el resto se construye. Ahora si uno personalmente está muy movilizado por la situación y siente que no sabe ni puede, que busque ayuda y no haga.

  8. En cierta medida estoy de acuerdo, en principio con el hecho de que no somos virus, ni guías espirituales; sin embargo discrepo en el hecho de que, si bien no hemos vivido situaciones como estás antes, no quiere decir que no tengamos los recursos y sobre todo las calidades profesionales para enfrentarla. Considero que el apoyo psicológico es esencial en estos momentos, incluyendo el reconocimiento de la espiritualidad humana y teniéndolo en cuenta al momento de abordar a las personas que se han visto afectadas emocionalmente por esta situación

  9. Hola Alejandro:

    De acuerdo contingo en que los psicólogos/as no somos gurús, ni guías espirituales, ni tenemos las respuestas exactas a la situación excepcional que estamos viviendo. Pero eso no quita que haya experiencias previas de apoyo de la psicología en catástrofes y situaciones dramáticas ocurridas con anterioridad, donde se han sacado algunas directrices sobre apoyo emocional, prevención de estrés prostraumático, tratamiento del duelo, etc.

    El hecho de que haya una sección del COP dedicada a la intervención en situaciones de catástrofes y emergencias sociales, y de que también haya másteres especializados en diverdas universidades sobre esta temática, implica que sí hay datos y conocimientos sobre cómo actuar por acontecimientos previos.

    Otra cuestión diferente, es que haya situaciones de confinamiento prolongado y mundial como el de ahora, donde los psicólogos/as no tengan experiencias previas. Pero, también, los estudios sobre conducta en aislamiento y del funcionamiento de grupos en aislamiento como en las misiones espaciales, ofrecen algunas indicaciones de cómo actuar: mantener una rutina, estar ocupado, actividad física, y actividades incompatibles con ansiedad y estrés (p.ej., el humor). Solo algunos artículos de estas investigaciones:

    https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3968121/
    https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6530432/
    https://journals.physiology.org/doi/full/10.1152/japplphysiol.00928.2015

    O el confinamiento y restricción en las cárceles:
    https://www.ncjrs.gov/pdffiles1/nij/250315.pdf#page=217 (libro completo)

    Un saludo,
    Luis Valero

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