Opinión | Política

No dejemos la política en manos de los políticos

''La sociedad civil debe elegir su papel: empujar o contemplar. La pasividad es parte del problema. No es tiempo para equidistantes'', reflexiona el autor.

La representación de hoy en el Congreso cierra el capítulo piloto de la serie que empieza justo ahora. Hemos visto a los protagonistas presentarse con los aplausos y los gritos del público, como aquellos enlatados en una sitcom de los 80. Artículos de prensa con pretendidos spoilers, declaraciones, dramas, tramas y fechorías de sus protagonistas fuera del escenario. Un pastiche de géneros que promete.

Pero ahora empieza el trabajo de verdad. Muchas son las esperanzas, los cuchillos afilados y el escepticismo que aguardan entre bastidores, tras un año frenético en el que la izquierda ha acabado obligada a entenderse y la ultraderecha ha conseguido un papel protagonista. No solo por su proyección mediática, sino porque ha conseguido arrastrar al resto de derechas a su hedionda trinchera.

Hemos visto reproches y súplicas de la ciudadanía a los representantes públicos con más o menos agresividad, con escepticismo o con ánimos, como si el futuro de todo dependiera única y exclusivamente de ellos y ellas. Una parte, sin duda. Pero otra, de la que poco se habla y será decisiva, no. Esta responsabilidad en el devenir de los acontecimientos será compartida por políticos y ciudadanía. Porque todo es política. Porque más allá de las instituciones, olvidamos el papel que juega la sociedad civil a diario, en su entorno, con su actitud, su compromiso o su pasividad. Pensar que la política solo tiene lugar en las instituciones es el objetivo de quienes quieren que no te impliques y dejes hacer a los profesionales. No hay peor remedio que este, si se quiere una política que tenga como objetivo mejorar la vida de la mayoría de las personas y no proteger los privilegios de unas pocas.

Delegar la responsabilidad de lo político a quienes ocupan hoy las instituciones no es una opción, por muchas esperanzas que se depositen en estos. Abandonar los movimientos sociales porque gobierne o tenga representación alguien afín, o alguien que prometió ser su voz, mucho menos. Tanto en los 80 como tras el 15M, los movimientos sociales se usaron como caladero y algunos acabaron vacíos, institucionalizados. Y los que no, rebotados con razón ante quien prometía asaltar los cielos y se quedó en el segundo piso. Todo esto genera una profunda frustración a la vez que vacía las calles, para regocijo de la derecha y del establishment. Ganan sin combatir.

Hay quien piensa que este nuevo Gobierno no será todo lo progresista que promete. Es posible, no solo porque alguien se eche atrás y no se atreva, sino porque el verdadero poder, el de los que entre bastidores dirigen la función, va a oponerse por todos los medios posibles. Estos no necesitan presentarse a las elecciones. Tienen capacidad para torpedear cualquier avance social o cualquier intento de tocar sus privilegios. Tienen a la oposición, a la derecha y a la ultraderecha en bloque en primera línea de combate defendiendo su cortijo. Y a la mayor parte de los medios de comunicación, de los que son dueños. Y a la jerarquía de la Iglesia, empeñada siempre en salvarnos a todos de nuestras pecaminosas utopías.

Escribía Antonio Maestre el pasado 5 de enero que la izquierda gobernante debe ser valiente y no arrugarse ante la ofensiva de la derecha, que incluso antes de formase el Gobierno ya apela al Ejército y a usar todos los medios necesarios para impedir cualquier medida progresista. La tibieza del nuevo gobierno para no molestar a la derecha no moderará su agresividad ni su empeño por destruir el mandato popular. Por eso, al Gobierno hay que pedirle que sea valiente y aguante el embate.

Aquellos a quienes desde la izquierda no les dio ninguna confianza este nuevo ciclo comandado por Pedro Sánchez ni se la ha dado nunca el PSOE, por razones obvias conociendo sus antecedentes, deberían pensar ya en qué papel van a jugar. Todo aquel que tema la ofensiva derechista y que pretenda cambiar las políticas neoliberales, incluso aquellas que no se promete cambiar, debe ya ponerse manos a la obra. Ni confiar todo a lo que hagan los políticos ni contemplar cómo arde Roma desde el sofá. Es hora de tomar las riendas de la política de verdad: la de la calle, la del trabajo, la familia, el barrio. La de la vida.   

Por otra parte, un buen servidor público debería explicar por qué, quienes y cómo intentan impedir la ejecución de determinadas medidas que toquen algunos de los privilegios de las élites. Quien, con nombres y apellidos, levantó el teléfono para advertirles de que si hacían tal cosa iban a tener problemas. No es una película de la mafia, es que esto funciona así. Lo explicó David Jiménez, exdirector de El Mundo, en su libro ‘El director’, y esto no pasa solo en las redacciones de los grandes medios. Explicar esto debería ser obligatorio. Les va la credibilidad y la honestidad en ello. Y a más de uno, incluso la vida. Quizás un detalle así frenaría el chantaje mafioso de quienes demasiado a menudo tratan de decidir por encima del mandato popular, solo porque su pertenencia al selecto club de la élite le permite hacerlo. Hasta que alguien diga basta. Aunque teniendo a parte de la baronía ya inserta en los consejos de Administración o a sueldo de las grandes empresas no es precisamente una buena garantía. Las puertas giratorias también han acomodado a más de un miembro destacado del PSOE, por lo que su fidelidad está en duda si es hacia su bolsillo o hacia su partido. O si estas fidelidades son compatibles como hasta ahora, algo que debería empezar ya a cambiar.

Esto no sería posible sin una sociedad civil desmovilizada, apática y absolutamente resignada, que se limite a verter críticas desde su casa, que desconfía de todo, que nunca ve la oportunidad y espera cual creyente a que llegue el mesías o a que la clase obrera de repente tome conciencia sola y asalte el Palacio de Invierno. Porque ya hemos visto cómo a quien se llama progresista le cuesta bien poco aceptar el chantaje de las élites cuando hacen esa dichosa llamada. Cuando el progresista se pliega y traiciona, cuando asume la derrota -como hemos visto hacerlo demasiadas veces ya-, perdemos todos. Asumir esos errores y trabajar para que no se repitan debería ser uno de los objetivos de este nuevo ciclo. Y aquí es necesaria una sociedad civil bien organizada, intransigente ante esta aceptación de la derrota de antemano y ante el triunfo de las élites una vez más. Porque esta cobardía es el caldo perfecto para la frustración y el fascismo.

Tampoco lo será negándose de antemano a aprovechar cualquier grieta para intentar insertar por mínima que sea, una pequeña cuña. Se abre una oportunidad para intentarlo. Y no dependerá únicamente de lo que haga el Gobierno, sino de cómo se explique si fracasa y de si la sociedad civil asume esa cultura de la delegación, de esperar a que otros solucionen sus problemas. La sociedad civil debe ya elegir su papel: empujar o contemplar. La pasividad es parte del problema. No es tiempo para equidistantes. Nunca lo fue, pero quizás ahora debemos recordarlo de nuevo cada día, y no esperar a que sean la clase política la protagonista de los acontecimientos. No dejemos la política solo en manos de los políticos. Como decían los zapatistas, que el pueblo mande y el gobierno obedezca.

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Comentarios
  1. ¿Primeras medidas del gobierno progresista?
    B.O.E., 10 enero 2020:
    El Ministerio del Interior subvenciona la asistencia religiosa católica e islámica con 608.000 y 21.000 euros y a Cáritas con 54.000.
    Las personas que veo pidiendo en la calle ¿no necesitan asistencia?
    El estado quiere contentar a las religiones por su poder y sus huestes de votantes y las religiones están muy ocupadas en obtener el máximo de beneficios como para acordarse de los más pobres. ¡Que tendrá que ver Jesús con éllos!

  2. CARLOS TAIBO:
    …hubo muchas gentes que sobre el papel eran de izquierdas, se abstenían de votar y, pese a esa «insolidaria» conducta, consiguieron la jornada de ocho horas, plantaron cara al fascismo en las calles, colectivizaron campos y ciudades, y dieron su vida en la larga noche franquista….
    … Sentirse orgulloso de votar y alardear de no haberlo hecho me parecen conductas poco afortunadas. Siempre que me topo con ellas procuro echar mano de un viejo artículo de Ricardo Mella publicado en 1909. En mi interpretación, discutible, tras decirnos Mella que le parecía respetable votar, y que se le antojaba saludable abstenerse, LO IMPORTANTE ERA AL CABO LO QUE HACIAMOS LOS 364 DIAS RESTANTES DEL AÑO….
    https://insurgente.org/carlos-taibo-de-votos-y-sonrisas/

  3. ¡Implícate!
    PARAR A LAS MULTINACIONALES ES NECESARIO
    [Ciberacción] Paremos a las multinacionales.
    “Stop ISDS: Paremos a las multinacionales” Esta iniciativa, apoyada por las organizaciones adheridas a la “Campaña No a los Tratados de Comercio e Inversión” y la “Campaña Global Desmantelando el Poder Corporativo” tiene como objetivo terminar con el poder y la impunidad de las multinacionales, para lo cual reclama a las instituciones europeas y los Estados miembros:
    Poner fin a la expansión del sistema de controversias inversor-estado (ISDS) basado en tribunales comerciales de arbitraje privados y que limita seriamente la capacidad de las instituciones democráticas para introducir nueva legislación a favor del bien común, paralizando la firma de nuevos tratados que lo contengan.
    La cancelación de los acuerdos de inversión existentes que contengan el sistema ISDS.
    La retirada de la propuesta de Corte Multilateral de Inversiones.
    Apoyo al establecimiento del tratado vinculante de Naciones Unidas sobre empresas transnacionales y derechos humanos.
    Apoyo a las iniciativas legislativas estatales sobre empresas y derechos humanos, así como a iniciativas en los parlamentos autonómicos y ayuntamientos.
    Pide a nuestros representantes en la Unión Europea que pongan límites al poder de las multinacionales.
    https://www.ecologistasenaccion.org/113425/ciberaccion-paremos-a-las-multinacionales/

  4. La ley mordaza también ha contribuido a vaciar las calles. La gente tiene miedo. Tanto a la ley mordaza como a las represalias en su trabajo. Al empresarix generalmente no le gusta que sus empleadxs se impliquen en la lucha por un mundo más justo y hoy hay trabajadorxs de sobras y es más fácil despedir que nunca.
    Y «esta cobardía es el caldo perfecto para la frustración y el fascismo».
    Estuve en las Marchas de la Dignidad que confluyeron en Madrid el 22M del 2014.
    Lxs madrileñxs decían que no recordaban haber visto nunca a tanta gente. Banderas republicanas y pancartas de bienvenida en los balcones, lágrimas en los ojos de muchxs madrileñxs, se sumaba gente en silla de ruedas, gente con muletas que se le hacía difícil andar, gremios como bomberos y otros que se sumaban a la Marcha o salían a la calle a darle ánimos.
    Quien estuvo en esa Marcha sabe que transcurrió desde el principio hasta el fín en el más absoluto orden, éso no lo podía tolerar el poder y su gobierno, ya que era como si el pueblo tomara el mando como así debería ser así que, yo misma fuí testigo, nada más leer el comunicado final, la policía, con empujones y malos modos empezó a liarla. Con seguridad debió recibir la orden. Pretendía que quienes ocupábamos calles enteras en las que no cabía un alfiler nos subiéramos todos a las aceras y dejáramos la calle libre. Al ser empujados de malos modos, cómo provocándonos, es fácil que alguien respondiera a la provocación y a los empujones. Era lo que querían para criminalizar aquella más que cívica y multitudinaria Marcha.
    » Es hora de (volver a) tomar las riendas de la política de verdad: la de la calle, la del trabajo, la familia, el barrio. La de la vida».
    La fuerza es el quid de la cuestión. Hoy la tiene la dictadura del capital porque el pueblo desmovilizado, apático y absolutamente resignado y totalmente manipulado se la hemos dado. Luego está la droga de la tecnología, la última droga. Ves a todo el mundo y en todas partes conectado, pero ¿a qué? si estamos yendo para atrás, cultural, social, económicamente, si nos están sacando los derechos que se consiguieron con lucha y sangre y nadie se entera. ¿Cómo no van a ser arrastrados los políticos por el poder del capital si el pueblo es el primer arrastrado?. Cuando hagamos valer nuestra fuerza, será el pueblo el que arrastre a los políticos.
    QUE EL PUEBLO MANDE Y EL GOBIERNO OBEDEZCA, así debe ser.
    Hay artículos, como éste, especialmente acertados y oportunos.

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