Análisis
Balance de Navidad: Enferma
"La 'pompa introitus' de las ultraderechas consiste en exacerbar su idiotez, es decir, en desentenderse de lo común, en romper vínculos, en sembrar la desconfianza", escribe la autora a raíz del debate de investidura.
Introitus
Se está enferma cuando se padece una enfermedad. Según el diccionario de la RAE una enfermedad es: una alteración leve o grave del funcionamiento normal de un organismo o de alguna de sus partes debida a una causa interna o externa; o una “cosa” (sic) que perturba o daña a una persona en lo moral o en lo espiritual y que es difícil de combatir o eliminar.
Pompa
En estos días de tanta pompa y fiesta para todas y todos el ruido ambiental es de muy alto voltaje. La Navidad es una época de mucha agitación, no solo para aquellas de nosotras que no tenemos un espíritu muy navideño, sino también -estoy segura- para quienes disfrutan a conciencia de estas semanas que hoy terminan. El calendario de eventos, encuentros y emociones de intensidades variables se ha acelerado en los últimos días, y seguro que no somos pocas a las que se nos ha atorado, literalmente, un momento concreto por la acumulación de recuerdos, carencias, ausencias, dolores y hasta presencias.
Todo lo sucedido, para quienes nos sentimos concernidas de una manera intensa y consciente por la política (también institucional), ha resultado especialmente inmanejable, porque lidiar con estas tres semanas y, al mismo tiempo, con los sobresaltos reales y fingidos de una investidura que nunca era mañana, ha sido estimulante y aletargante. Y no hay contradicción entre una cosa y otra, creedme; la solución de continuidad la da la irritación.
Irrita tanta pompa, o sea, tanta puesta en escena. Irrita tanto protocolo; irrita que el protocolo se protocolice. Un ejemplo de esto: un diputado de la derecha, cuyo mérito supuesto y contrastado, hasta la fecha, es ser hijo de un presidente de la UCD, protocolizando su protocolar descontento con que en España haya ciudadanos y ciudadanas que voten a un partido de la izquierda abertzale. Porque no es lo mismo no dar la mano a un representante político de la ultraderecha, como hizo Aitor Esteban en un debate televisivo, que fingir que no se escucha a una diputada de Bildu en sede parlamentaria, donde el principal trabajo que hay que hacer es escuchar. Lo primero pertenece al fuero íntimo de quien toma esa decisión y al equipo de comunicación que decide transmitir un mensaje que, de tan democrático, es ejemplarizante: te voy a escuchar y voy a debatir contigo, pero me reservo un gesto, puntual, concreto y muy íntimo; un gesto con el que quiero expresarte a ti, mi adversario, que no te tengo ninguna simpatía.
Lo del diputado de las derechas hijo del presidente de la UCD, con su por lo demás particular -ridícula- expresividad, es todo lo contrario. El mensaje que lanza al girarse haciendo ver que no escucha («habla chucho, que no te escucho», decíamos de niñas) es: el Parlamento es una escena y yo he decidido o me han asignado este papel; aquí no hemos venido a escuchar sino a que nos vean. Hemos venido a mostrar; las derechas dirían a (de)mostrar.
Pompa Introitus
Eso exactamente es una pompa introitus: una demostración de fuerza, un ejercicio barroco de marketing político que en una época bélica trata de anticiparse a la guerra, pues no es sino una forma de guerra psicológica . La pompa introitus ritualiza el poder de una dinastía y/o de un monarca concreto en el momento de su llegada al trono. Es un evento hiperbólico, una demostración de grandeza antes Dios y ante las personas.
Superado hace mucho el barroco, supuesta la instalación del parlamentarismo y la democracia en esta España posconstitucional, parece que emerge una cultura política de un tradicionalismo new age dispuesta a recuperarlo. Al no poseer los medios inmensos para su despliegue, y en una fórmula adaptada a un siglo XXI que lucha por hacer políticas sostenibles -recordemos, conseguir mucho con poco; las derechas entienden la sostenibilidad a su manera, pero la entienden- se trata de hacer, literalmente, el idiota. La pompa introitus de las ultraderechas consiste en exacerbar su idiotez, es decir, en desentenderse de lo común, en romper vínculos, en sembrar la desconfianza.
Enfermedad
La diputada Aina Vidal de En Comú Podem ha anunciado estos días que se ausentaría de una de las votaciones de investidura porque está enferma: padece un cáncer “raro, extendido y agresivo”. No conozco a Aina Vidal, pero quiero expresarle mi apoyo y mi cariño. Lo hago desde lo más profundo de mi ser. Esto no es gran cosa, pero por experiencia sé también que es algo y que, en contextos de enfermedad del primer tipo, la que requiere cuidados, acompañamiento y atención, algo es a veces un poco.
Aina Vidal tiene la forma de enfermedad -como dos de mis amigas más queridas- a la que la RAE le da el significado primero. Padece una alteración sobrevenida del funcionamiento normal de su organismo. A menudo, esta situación es reversible. Una sociedad empática, que reconoce que sus miembros son vulnerables, que se organiza para sostenerse orgánicamente desde la vulnerabilidad, que fomenta el afecto y lo traduce en políticas públicas, es condición indispensable para la curación. Este tipo de sociedad apuesta por la curación porque confía.
Un concejal del partido Ciudadanos, llamado Miguel Ángel Ibáñez, ha acusado a Aina Vidal de vaga. Esta afirmación solo puede haber sido proferida por quien padece el segundo tipo de enfermedad que la RAE enuncia: recordemos: una “cosa” (sic) que perturba o daña a una persona en lo moral o en lo espiritual y que es difícil de combatir o eliminar. Para este tipo de enfermedad, felizmente, una sociedad basada en el reconocimiento de la vulnerabilidad de sus miembros, y en la necesidad de que esa vulnerabilidad sea equilibrada con una cultura de los derechos humanos, también tiene cura. Pero toda cura demanda, en primer lugar, un diagnóstico. Tenemos por delante al menos una década para trabajar contra la falta de empatía, la deshumanización, la idiotez y la pérdida de confianza, todas ellas situaciones que causan o tienen como efecto la enfermedad.
¡Salud!
¿Qué esperáis de los herederos de los golpistas del 36, de los impunes genocidas de la generación más idealista y generosa que nunca dió un país, acostumbrados cómo están a someter?; si no quieres por las buenas, por las malas, golpe y dictadura mediante.
La única ventaja de estar en la Europa del capital, algo menos caciquil dentro de la falta de escrúpulos de todo capitalismo, es que quedaría muy feo que dieran otro golpe mediante las armas. Así que la oligarquía de este país y su brazo político, la derecha, junto con la iglesia, como en el 36, ahora lo dan paso a paso y persistentemente mediante el juego sucio, la manipulación, el engaño, la zancadilla constante y el adoctrinamiento.
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José M. Castillo: «Hay obispos que nos piden que recemos, porque ven amenazados sus privilegios y beneficios económicos»
«Con motivo de las elecciones para designar al presidente del gobierno en España, estamos asistiendo a la demostración más patente de lo que es (y cómo funciona) una religiosidad falsificada»
«Un cristianismo, que siembra y propaga la división y el odio, eso podrá ser un “buen fariseísmo”. Pero, de cristiano, ahí no hay nada»
«Los mismos obispos que no han pedido oraciones cuando nos hemos enterado de los abusos que se han cometido en el trato que se les ha dado a los niños, a las mujeres, a los inmigrantes y a tanta gente que sufre indefensa»
Como bien ha dicho el profesor de la Universidad de Dortmund, Thomas Ruster, “la experiencia religiosa de todos nosotros ya no es de fiar, porque nos remite a la falsa religión” .
El citado profesor Ruster, refiriéndose a lo que sucedió en la Alemania nazi de la última guerra mundial, dejó escrito esto: “El holocausto se produjo dentro de una cultura conformada por el cristianismo. No solo los campos de concentración estaban ubicados cerca de los museos, auditorios y bibliotecas…, sino que la mayoría de aquellos facinerosos habían recibido durante años clases de religión cristiana, asistían con frecuencia al culto divino y escuchaban sermones e instrucciones morales. Existió un cristianismo que hizo posible Aushwitz, o al menos no lo impidió”. Por eso “hay que preguntarse ya en qué difieren la “providencia” de Hitler y su “Todopoderoso”, por una parte, y Dios por otra”.
https://www.religiondigital.org/teologia_sin_censura/Jose-Maria-Castillo-amenazados-privilegios-iglesia-religion-gobierno-obispos_7_2192850698.html