Sociedad
#PorTodas, una aproximación visual a la violencia machista
¿Cómo representar un asesinato machista años después de que haya ocurrido y sus consecuencias en su entorno cercano? Así trabaja el equipo de fotoperiodistas de #PorTodas.
En 1980, la fotoperiodista Dona Ferrato se mudó a vivir con una pareja de clase alta, residente en Nueva York, como parte de un encargo de la revista Playboy que pretendía documentar el intercambio de parejas entre las personas con «éxito social». En esa casa fue testigo de una brutal agresión por parte de Gary hacia Lisa en una noche en la que, asustada por los gritos de ella –y con la cámara en mano–, captó la paliza sin que él se inmutara al ver que estaba siendo fotografiado. Quizá había normalizado la situación, junto a los excesos y las fiestas. Este trabajo, en un blanco y negro sin concesiones al sentimentalismo, ha marcado la carrera de la fotoperiodista, que desde entonces enfocó su mirada a denunciar la violencia machista. Este mismo año ha recibido el premio Photoespaña.
Cuando abordamos el planteamiento visual del proyecto #PorTodas –la investigación impulsada por La Marea que analiza caso a caso los asesinatos machistas de 2014 y que fue financiada por 2.800 personas en una campaña de micromecenazgo–, recordamos este trabajo y otros similares, como el de Sara Naomi Lewkowicz. También la denuncia de Walter Astrada sobre la violencia de género en distintas partes del mundo. Supimos, sin embargo, que no iba a ser el camino que tomaríamos. El motivo fundamental es que teníamos que acompañar con nuestro relato hechos sucedidos hacía cinco años.
El proyecto pretende analizar qué ha pasado después con esas víctimas, sus familiares y el asesino, para saber qué ha pasado antes, para detectar qué es lo que falló, qué responsabilidad tienen las administraciones y exigir respuestas. ¿Cómo plasmar entonces la violencia pasada? Se establecía así un frágil paralelismo con otros trabajos que conocíamos e incluso realizamos, como el de la documentación de la memoria histórica y las exhumaciones en España. ¿Cómo plasmar el dolor, el silencio, la imposibilidad del olvido, 80 años después? Clemente Bernard, fotógrafo documentalista, suele resumirlo con una idea: “Enseñar lo que se nos quiso ocultar”.
Con estas premisas, cuando desde el proyecto planteamos la importancia de las imágenes para la realización del mismo, nos vimos obligadas necesariamente a pensar en un enfoque distinto al habitual en nuestro trabajo como fotoperiodistas. Para empezar, partimos de un desarrollo colectivo, con un equipo de profesionales que trabajamos desde unas ideas que hemos discutido en común. Cada historia es distinta y, sin embargo, se entrelaza con las demás y va tejiendo un cuerpo visual que abarca todo el proyecto, que dibuja una serie de ideas que son transversales en todos los casos y que tienen la dificultad de tratarse de conceptos no tangibles sobre hechos ya ocurridos, pero que suelen ser comunes: soledad, violencia estructural, vulnerabilidad, abandono…
Sin embargo, desde el principio, aunque no contábamos con conclusiones a priori, sí sabíamos caminos que no íbamos a tomar, como caer en el sentimentalismo o el morbo, o tratar cada caso como algo aislado. Y, por supuesto, siempre respetar en primer lugar la intimidad de las personas afectadas, por encima de los datos y las pruebas.
Insisitimos: ¿cómo representar un asesinato machista años después de que haya ocurrido y sus consecuencias en su entorno cercano? Sabemos de la dificultad de retratar la ausencia, y nos planteamos que ese había de ser uno de los pilares sobre los que descansara toda la narración visual que acompañaría a los textos.
Otra dificultad: retratar la violencia, sin excusas, del hombre contra la mujer. Cómo plasmarla cuando es algo que ocurrió en el pasado. Quisimos e intentamos hacer un giro en el enfoque habitual, que se contara la historia a partir de reflejos de lo que fue, preservando la intimidad y la dignidad de las asesinadas y sus familiares, sin que por ello el resultado visual perdiera fuerza.
Álvaro Minguito y Elvira Megías son fotoperiodistas del equipo de #PorTodas.
Dónde hay valores por ámbas partes, dónde hay ideales, poco pueden hacer allí los bajos instintos, las bajas pasiones. Cuando hay generosidad, cuando se mira por una causa noble, por un bien común, creo yo que es difícil que se cuele la violencia de género.
Esas parejas de éxito social creo que carecían de todo ello, simplemente satisfacían su parte egoista.
En la mayoría de los casos «suelen ser comunes: soledad, violencia estructural, vulnerabilidad, abandono»…
Creo que así es y todo éllo es fruto de los sistemas capitalistas preocupados sólamente en enriquecerse los grandes capos mientras tienen al pueblo dormido, aborregado, «educándole» en el individualismo y la insolidaridad. Así mientras ellos expolian con total libertad e impunidad.