Sociedad

Abogadas feministas: “Queremos ejercer el derecho desde una perspectiva crítica, y vivir de esto”

Rocío Mendoza, Pastora Filigrana y Noelia Rodríguez se han unido en una cooperativa, con sede en Sevilla.

Las abogadas Noelia Román, Rocío Mendoza y Pastora Filigrana, en su despacho. O. C.

En la fachada del edificio brillan varias placas doradas, grabadas con nombres de abogados. En pequeñito, en el telefonillo, se puede leer sobre un fondo morado: abogadas (todo en minúsculas). Abre la puerta Noelia Rodríguez, asturiana, embarazada de 35 semanas. Se aproxima Rocío Mendoza, que tiene a Marx, a Lenin y a Engels sobre la pared de su escritorio, y una foto en recuerdo de los abogados de Atocha. Ella proviene de la Sierra Sur de Sevilla, de La Puebla de los Infantes. Al fondo, saliendo de un contraluz originado por unos amplios ventanales, camina Pastora Filigrana, trianera. Ha defendido a las feministas del coño insumiso. “El otro día me escribió un compañero abogado y me dijo: ‘Mi Esperanza de Triana va a ayudar a tus defendidas a que no las condenen’. Eso es Sevilla. Quienes acusaron a estas mujeres de ofensa a los sentimientos religiosos no son cristianos de base. Son gente peligrosa», tercia. Como saben, han sido absueltas.

Las tres, especializadas en la defensa de la vulneración de derechos fundamentales, acaban de constituir una cooperativa de abogadas. Feministas. Se sientan alrededor de una mesa redonda, en un pequeño despacho contiguo. Junto a la puerta cuelga un cuadro de una mujer con una balanza y una leyenda: 1931, República Española. «Espera, que pongo debajo un papel», dice Rocío, que no soporta que la mesa cojee. Nada las sostiene ahí fuera. «Todo esto lo hemos arreglado nosotras», cuentan mirando a las paredes. Y de eso se trata, de arreglarlo, de nosotras. «Las tres hemos estudiado Derecho para ponerlo al servicio de las causas que consideramos justas. Y tenemos compromiso en espacios políticos, culturales y sociales. Queremos ejercer el derecho dentro de esa lógica, y eso es muy difícil –relata Pastora–. Porque es un instrumento que está en manos del poder. Funciona muy bien para los bancos, para los desahucios, para los despidos improcedentes… Lo que queremos, por tanto, es ejercerlo desde una perspectiva crítica y, además, vivir de esto, con las dificultades que supone hacer un trabajo con ética en tiempos oscuros».

Por eso asociarse en una cooperativa forma parte también de una decisión filosófica-política: «Es la única forma empresarial con ética. En nuestros estatutos, por ejemplo, queda claro que no vamos a defender a empresas frente a trabajadores. Y realmente cooperamos. No competimos. Sin la cooperación, nadie sobrevive en estos tiempos tan horribles», consideran. «Y siendo mujer, siendo mujer», añade Rocío, especializada en menores, odio y trata, con una rotunda conciencia de clase. «Yo estaba en una cooperativa de abogados y, como estaba harta de abogados, he hecho una de abogadas», prosigue Pastora con sorna. Porque hay diferencias. Noelia, que comenzó por laboral y ahora está en el turno de oficio de violencia de género, recuerda historias de compañeras a las que tener un hijo prácticamente las anuló en los despachos donde trabajaban. «Si Noelia se tiene que ir ahora de permiso por maternidad, aquí es posible», analiza Pastora, más enfocada a los temas hipotecarios y cláusulas abusivas.

Ahora mismo están inmersas en una campaña para la devolución de gastos hipotecarios en toda Andalucía. Si no estuvieran asociadas, argumentan, no podrían dedicar tanto tiempo a ayudar a las personas que no saben o no tienen recursos para hacerlo. «La gente cree que no le va a compensar. Pero ese dinero es de la gente y se lo van a quedar los bancos si no actuamos. Tú eso lo propones en un despacho y te dicen que es una tontería», señala Noelia. Y en eso andan estas mujeres, en las ‘tonterías’, detrás del membrete pequeñito morado y un ventanal gigante de luz. En minúsculas, sin brillos.

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Comentarios
  1. He sufrido malos tratos desde, el principio d mi matrimonio, físicos y psicológicos, estos últimos los más devastadores.
    La sentencia d divorcio m deja con 500€, cuando mi exmarido ha contado siempre alrededor d 4.000€ anuales.
    Tenemos una casa en alquiler, un garaje y la vivienda, dnd todavía habito, con mis dos hijos mayores d edad pero no llegan al mínimo interprofesional. La sentencia m obliga, sí mi ex está d acuerdo a vender la vivienda q habito. Y m gustaría recurrir.
    Saludos Isabel Gámiz

  2. Les envié un correo a primeros de año exponiendo mi caso y aún no me han respondido. Y en el número de teléfono que aparece en la página nunca contesta nadie

  3. Estas son las feministas que yo amo.
    Mujeres comprometidas que luchan por erradicar las injusticias, mujeres que se afanan en construir un mundo más justo.

    DIOS NO TIENE RELIGION, Miguel Santiago Losada.
    En Nueva Delhi encontré una camiseta con el lema: Dios no tiene religión. Tal vez, una buena definición para las personas que se manifiestan creyentes. Quizá fue algo más allá mi buen amigo Enrique de Castro, popularmente conocido como el cura rojo de Vallecas, cuando tituló a uno de sus libros: “Dios es ateo”. Con este título manifestaba que el poder, en el sentido peyorativo de la palabra, había decidido comprar la fe y adulterarla para sus propios intereses, a fin de construir un dios garante del orden establecido que garantiza los pactos de religión con el poder de los Estados, las inquisiciones medievales y actuales. El lema de la camiseta india libraba a Dios de la falsa de las religiones, negando al dios creado a imagen y semejanza de las jerarquías eclesiásticas o religiosas.

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