Los socios/as escriben

‘Las tres revoluciones que viví’. Capítulo 6.

Sexta entrega de la serie distópica de Alejandro Gaita 'Las tres revoluciones que viví'

Departamento Freire de la Universidad Libre, Nuevo Tecpatán, primavera de 2059. PIXABAY / Licencia CC0

Pues esta noche tampoco me duermo. Sudor, aparto las sábanas, me araño. Pongo la radio, cantan «El barzón». La quito. No sé ya cómo ponerme, ni qué leer, así que voy a intentar escribir. Mejor eso que seguir arañándome. Esta gente es maja: aunque no me entienden, se preocupan por mí. Hasta Ixchel, que va bastante a la suya, me mencionó lo de mis ojeras. A Esmeralda le conté mis ideas, pero dice que este tema le queda muy lejos. Rosario me mira sin decir nada.

Las ojeras es lo que se ve, pero no es lo más grave. Llevo varios días peor de los nervios, arañándome las pantorrillas hasta hacerme sangre. Y ya empecé a arrancarme las costras. Me mancho de sangre los dedos y luego lo pongo todo perdido. Tanta preocupación que he tenido siempre por la higiene, y a este paso acabaré palmándola de cualquier infección.

Llevo varias noches volviendo a pensar en la computación cuántica. Me quita el sueño que solamente la Supremacía use computadoras cuánticas. No es cosa menor. La capacidad de cálculo da a la Humanidad la capacidad de hacer ciencia, y sin ciencia no tenemos futuro. Quien posee hoy la capacidad de cálculo va a poseer mañana el futuro. Además: y si finalmente cayera el capitalismo desarrollista de la Supremacía, ¿qué? ¿La Humanidad se queda sin computación cuántica?

La mecánica cuántica, como ciencia, hace décadas que no es sorprendente. Las funciones de ondas como ecuaciones físicas que ponen sobre papel todo lo que sabemos sobre un fotón que viaja por el espacio, o sobre una molécula de glucosa, o sobre un átomo de nitrógeno enterrado en el centro de un diamante. Incluso el entrelazamiento entre sistemas cuánticos hace tiempo dejó de ser enigmático. Todo esto hoy es prácticamente trivial. En cambio la computación cuántica, como tecnología, es otra cosa. Cuando mi mamá era una niña, a principios de siglo, era poco más que un sueño que el mundo entero se dedicaba a investigar. Bueno, el mundo entero. El mundo rico, más bien: USA, Europa, China, Australia… superconductores, trampas de iones, fotones entrelazados, silicio dopado con fósforo. Probaron un montón de sistemas como qubits, pero todas esas tecnologías se apoyaban en el mismo descubrimiento revolucionario de que las leyes de la mecánica cuántica permiten algunas operaciones lógicas que con computadoras clásicas son imposibles. La raiz cuadrada del inversor, por ejemplo: si aplicas un inversor a un 0 obtienes un 1, si lo aplicas otra vez recuperas el 0. Pero ¿qué operación puedes aplicar dos veces seguidas a un 0 para obtener un 1, y dos veces más para recuperar el 0? Pues no es posible una operación lógica así con bits, pero con qubits la solución es «la raiz cuadrada del inversor». Al encontrarse nuevas operaciones lógicas fue posible diseñar nuevos algoritmos, como con ingredientes nuevos se pueden idear recetas nuevas, y algunos de esos algoritmos nos permitieron resolver de forma eficiente muchos problemas de interés comercial. Los problemas importantes quedaron sin resolver, claro. El clima y la política siguieron a peor a paso acelerado, de hecho, gracias al despegue cuántico del poder computacional.

Saltamos 40 años hacia el presente, y ahorita solamente en la Supremacía se investiga en computación cuántica. Todas las tecnologías cuánticas que se conocen tienen una huella de carbono terrible, principalmente porque están basadas en temperaturas cercanas al cero absoluto. La computación cuántica trabaja en frío, que es como decir que trabaja con helio. El helio antes parecía asequible porque no había más que sacarlo de los depósitos de gas natural en los que venía disuelto. Un despropósito cortoplacista, claro, una tecnología fósil. El helio que obteníamos de esos depósitos fósiles se nos acabó hace décadas y en estos tiempos el coste energético de obtenerlo y preservarlo es tremendo. Ya no se tira todo a la atmósfera como se hacía hace 50 años, pero los compresores para recuperarlo consumen muchisima electricidad, y siempre hay pérdidas. Ni los eco-anarquistas ni los eco-fascistas nos vamos a meter en esa locura ecocida. Socialmente no tenemos nada en común, pero coincidimos en saber que no tenemos un planeta B. Cualquier apetencia, cualquier necesidad va por detrás de la necesidad de tener un planeta en el que podamos seguir viviendo. Así que prácticamente todo el mundo renunció a la computación de alta capacidad, y hoy vivimos con computadoras de caca. De hecho, en algunos casos son literalmente computadoras de caca, porque van con la energía del metano que nos dan las bacterias anaerobias que viven en algunos casos, de nuestra propia caca.

Hoy, la Supremacía Estadounidense (económica, política, militar, medioambiental) se basa, también, en su superioridad computacional, en su Supremacía Cuántica. Son los únicos en manejar supercomputadoras clásicas de alta capacidad, porque esos también tienen una huella de carbono insostenible. El resto del mundo nos arreglamos con sus primas pequeñas. Pero ni las pequeñas ni las grandes pueden hacer gran cosa frente a las familias de problemas en matemáticas, en ciencia y en ingeniería que solamente se pueden resolver eficientemente con hardware cuántico. Hoy se conocen multitud de trucos cuánticos para resolver, al menos aproximadamente, muchos tipos de problemas que escapan de la capacidad de los mayores computadoras clásicas.

Me parece una humillación absurda estar en el bando racional del mundo, estar en el bando que trabaja por la supervivencia de lo mejor de la civilización humana, y a la vez estar en el lado condenado a la ignorancia, en el bando sin computadoras cuánticas.

¿Acaso son incompatibles computadoras cuánticas y anarquía? ¿No son los algoritmos cuánticos, al fin y al cabo, sofisticadas asambleas de qubits? Ahora que por fin conseguimos sociedades fuertes y estables basadas en un sistema de organización anarquista, resulta que las computadoras cuánticas las tienen en exclusiva los capitalistas que están cociendo el planeta. 

Esto no puede ser. Y mientras lo escribo estoy dándome cuenta de que voy a hacer algo para cambiar las cosas. 

Si te gusta este artículo, apóyanos con una donación.

¿Sabes lo que cuesta este artículo?

Publicar esta pieza ha requerido la participación de varias personas. Un artículo es siempre un trabajo de equipo en el que participan periodistas, responsables de edición de texto e imágenes, programación, redes sociales… Según la complejidad del tema, sobre todo si es un reportaje de investigación, el coste será más o menos elevado. La principal fuente de financiación de lamarea.com son las suscripciones. Si crees en el periodismo independiente, colabora.

Comentarios
  1. La humanidad y los ecosistemas, de los que dependemos, se enfrentan a una grave e irreversible crisis climática que puede acarrear dificultades de supervivencia y de vida digna a la mayor parte de la humanidad. En este contexto, Ecologistas en Acción ha denunciado que el sistema educativo y el sistema cultural dominante no están adaptados a los tiempos que se avecinan y a los cambios que se necesitan. Es más, la organización ecologista considera que el sistema educativo tal y como está organizado contribuye a esta crisis ambiental y climática.
    Por ello, desde Ecologistas en Acción se ha lanzado el ‘Manifiesto por una educación que afronte el estado de emergencia climática y planetaria’. Lo han publicado coincidiendo con la celebración ’Foro de Educación para la emergencia climática y planetaria’, una actividad organizada por esta organización en la Cumbre Social del Clima que se desarrolla estos días de manera paralela a la COP25.
    El manifiesto incluye ocho cambios profundos que el sistema educativo debe desarrollar para dar respuesta a esta situación porque “tenemos poco tiempo y no hay planeta B”:
    La organización ecologista ha invitado a ciudadanía, ONG, organizaciones sociales y educativas a adherirse al manifiesto.
    https://www.ecologistasenaccion.org/132103/por-una-educacion-que-afronte-el-estado-de-emergencia-climatica-y-planetaria/

  2. Tan positivo que sería vivir con sencillez y, en lugar de tanta tecnología, desarrollar sabiduría o conciencia. Este exceso de tecnología no sólo nos ha extraviado de nosotros mismos sino que nos ha idiotizado. Los capos amos del mundo se frotan las manos de contentos. Ellos pueden comprar los últimos inventos; pero nosotros podemos ser más sabios que ellos en cuyo caso de nada les van a servir sus «armas».
    Más que nunca necesitamos seguir los consejos de los grandes sabios de la antigüedad:
    hombre, conócete, acéptate, supérate.
    Lao Tse: Sin salir de su patio la persona sabia llega a conocer el mundo.
    LA IDIOTIZACION DE LA SOCIEDAD COMO ESTRATEGIA DE DOMINACION:
    https://www.tercerainformacion.es/opinion/opinion/2018/08/20/la-idiotizacion-de-la-sociedad-como-estrategia-de-dominacion

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.