Internacional

Cientos de refugiados sudaneses, que esperan ser trasladados a Europa, forzados violentamente a volver al desierto nigerino

Denuncian que la policía nigerina ha herido de bala a más de una decena de personas y acabado con la vida de una de ellas en la madrugada de este sábado.

Actualización 4 de enero de 2019

Tras 19 días acampados ante la sede de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados en Agadez, Níger, cientos de mujeres, hombres y niños, en su mayoría sudadeneses, han sido trasladados forzosamente en camiones por la policía nigerina al centro de emergencia del que huyeron para denunciar su situación desesperada. Según denuncian las personas que han grabado los siguientes vídeos, la policía les ha golpeado con las porras que se pueden ver en las imágenes para obligarles a subir a los camiones y han disparado, hiriendo a más de una decena de ellas y acabando con la vida de otra. Desconocen su paradero.

Cuando esta mañana han llegado al campamento situado en medio del desierto, a unos 18 kilómetros de Agadez, las tiendas en las que solían vivir ardían en llamas. Awel, un joven sudanés de 22 años que, como la mayoría de los sudaneses que esperan ser trasladados a un país europeo, llegó a Níger huyendo de la violencia que asola Libia, se pregunta, a través de los mensajes de voz que ha hecho llegar a La Marea qué va a ser ahora de ellos.

Fotografías de los heridos durante el traslado forzoso

En la noticia que publicamos en el momento en el que iniciaron la protesta puedes conocer su historia completa .


19 de diciembre de 2019

Empaquetaron con telas sus pocas pertenencias y se adentraron en el desierto. Una vez más. Entre 600 y 1000 personas abandonaron el lunes 16 de diciembre, el campo que el Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) construyó en julio de 2018 a las afueras de Agadez (Níger) para los sudaneses que llegaban hasta allí huyendo de Libia en su mayoría, pero también del propio Sudán y de Chad. Hombres, mujeres y niños que llevaban meses advirtiendo a cualquiera que quisiera escucharles que ya no aguantaban más, que llevaban meses, y en muchos casos hasta dos años, esperando en medio de la nada que se cumplieran las promesas de la ONU de que pronto podrían registrarse como solicitantes de protección internacional y ser trasladados a algún país europeo. Hasta el momento, Níger solo ha reconocido el estatuto de refugiado a seis sudaneses: 6 niños que viajaban solos.

La marcha del desierto

Como si de una imagen bíblica se tratase, centenares de sudaneses se adentran en el desierto mientras graban vídeos en los que relatan por qué abandonan el único techo que tienen, en el que ni siquiera cuentan con «servicios sanitarios, atención médica para las enfermedades crónicas o una escuela para los niños y niñas», como se escucha en una de las grabaciones. Se dirigen a la oficina central del ACNUR en Agadez, donde el lunes comenzaron una sentada para exigir una salida a su desesperada situación. Desde entonces, cuentan a La Marea por vía teléfonica varios de los participantes en la protesta, no tienen qué comer, beber ni aseos en los que hacer sus necesidades.  

Awel –nombre ficticio para preservar su identidad–, es uno de ellos. Tiene 22 años y decidió abandonar su país hace tres, temeroso de seguir la misma suerte que algunos de sus hermanos que murieron en la guerra de Sudán. Hasta entonces, vivía junto a su madre en un campo de desplazados internos al oeste de Darfur. Lo que vino después, el horror. Cuando llegó a Libia empezó a trabajar en lo que salía para poder pagarse el viaje a Europa en una de esas precarias embarcaciones que nos hemos acostumbrado a ver gracias al trabajo de organizaciones como ProActiva o Médicos Sin Fronteras. Tras seis meses ahorrando, fue detenido y encerrado, junto a otros compatriotas, en una putrefacta celda por una de las bandas criminales que desangran el país. Las torturas eran habituales, relata. El día que mataron de un disparo en la cabeza a uno de sus compañeros de cautiverio, explica por teléfono, él consiguió huir. Fue entonces cuando decidió refugiarse en Níger. 

Las fotos han sido enviadas por los mismos afectados

Con pequeñas variaciones, estas son las causas de su errar en busca de refugio que relatan a La Marea varios hombres y mujeres sudaneses que encontraron, tras el infierno en Libia, la desesperación en Níger. Empezaron a llegar por cientos a principios de 2017 al país más pobre del mundo. En muchos casos, por su propio pie. En otros, evacuados por las Naciones Unidas de los tristemente famosos centros de detención y mercados de esclavos, gracias a un acuerdo entre el gobierno de Níger y la Unión Europea. Según éste, el país africano aceptaba la instalación en su territorio de un Centro de Emergencia para la Evacuación y el Tránsito donde serían alojados los potenciales refugiados mientras eran reubicados en países europeos. Desde entonces, según cifras de la ONU, unas 2.900 personas habrían sido rescatadas y llevadas a Níger, pero hasta agosto de 2019, sólo 1.723 habían sido aceptadas en países europeos. 

La población local, asediada por la pobreza y la violencia que también azota su país, rechazó la llegada masiva de foráneos, a los que además, el gobierno nigerino acusó de milicianos y criminales. De hecho, en mayo de 2018, deportó a 135 sudaneses a la frontera libia, violando el principio del derecho internacional de no-devolución, por el que un Estado no puede “expulsar o devolver a una persona al territorio de cualquier país en el que su vida o su libertad se encuentren amenazadas, o en el que pudiera sufrir tortura, tratos inhumanos o degradantes u otras graves transgresiones de sus derechos humanos fundamentales”. Según declararon entonces otros sudaneses a los medios , diez de ellos murieron intentando cruzar el Mediterráneo y del resto se desconoce su paradero.

Esta expulsión caldeó los temores de los sudaneses a seguir su suerte, mientras la tensión con la población local crecía, en gran medida porque solo en 2018, Argelia deportó a Níger más de 25.000 personas del África subsahariana. Por ello, en julio de 2018 la Agencia para los Refugiados llegaba a otro acuerdo para construir un “centro de atención humanitaria” –un nuevo campo de refugiados en la práctica– para los sudaneses que habían llegado por sus propios medios a Agadez y que sobrevivían en las calles de la ciudad y hacinados en viviendas infectas. El gobierno nigerino cedió, pero emplazando el centro en medio del desierto y a 18 kilómetros de la urbe. 

Intentos de suicidio, desesperación y falta de libertad

Desde que el centro se puso en marcha, al menos tres personas han intentado suicidarse, según nos confirman desde la ONHCR. “Pero son muchas, muchísimas más las que tienen problemas de salud mental por la desesperación de pasar meses y hasta dos años sin poder hacer nada, solo esperar”, sostiene Awel. Añade que gracias a la protesta, portavoces de la ONU les han prometido que van a dedicar más recursos a la atención psicológica, oferta que rechaza: “No es eso lo que necesitamos. Queremos una solución y que nos documenten como solicitantes de asilo. Solo nos dan un número de caso que nos permite recibir comida. Nos entrevistan y luego dicen que nuestros informes se han perdido. Así llevamos hasta dos años”, asegura. 
Desde ACNUR en Níger, admiten que «la mayoría de los solicitantes de asilo de Agadez sufren severos traumas psicológicos» por sus vivencias en «Sudán y en Libia». Los casos más extremos, apuntan, como los de las personas que intentaron suicidarse, son trasladados al muy deficiente sistema nigerino de salud.

Según este mismo organismo, fueron 600 las personas –de las 1.400 registradas– las que abandonaron su centro el lunes, mientras que los protagonistas de la protesta suben la cifra hasta mil. Las fotos que nos llegan del día de hoy evidencian que permanece prácticamente vacío el «centro humanitario», un circunloquio empleado por las Naciones Unidas para evitar llamarlo por su nombre, campo de refugiados, y proteger así las difíciles relaciones con el gobierno nigerino. Teniendo en cuenta que la mayoría de sus pobladores proceden de Sudán, resulta obvio que un alto porcentaje cumplen con la mayoría de los requisitos para solicitar protección internacional.

Junto a Awel, escuchamos como Alaa –que también prefiere omitir su verdadero nombre– intenta calmar el llanto de uno de sus tres hijos. Con ellos viajó hasta Libia en 2016 para encontrarse con su marido, que había llegado un año antes a Bengasi. Allí, explica, el riesgo de acabar muertos, vendidos como esclavos o presos hacían la situación insostenible. Por ello, decidieron huir a Níger. Así terminaron viviendo en este campo en medio del desierto.

En mayo de este año, varios cientos de menores que viajaban sin adultos, decidieron emprender otra marcha en señal de protesta. Algunos de ellos, decidieron retornar a Libia para desde ahí, cruzar a Europa. Según Awel, algunos de ellos desaparecieron y nunca más se supo de su paradero.

“Yo pedí una visa para ir a Europa. Me la denegaron. ¿Qué quieren que hagamos? ¿Que nos quedemos aquí eternamente?”, pregunta con desesperación Awel. Una de las pancartas con las que recorrieron los 18 kilómetros de desierto que separa el centro de la ciudad rezaba “Vivir no se limita a comer y beber”. Por ahora, mientras mantienen la protesta, vivir ni siquiera incluye comer o beber.


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Comentarios
  1. Por más de 500 vacas, tres autos de último modelo y 10 mil dólares, Kok Alat, empresario del país africano Sudán del Sur, compró mediante una subasta a una niña de 16 años con quien contrajo matrimonio los primeros días de noviembre en la ciudad capitalina de Juba.
    Un cruel retrato de la bestializada situación del país y cómo el capital y la guerra permean toda la esfera humana.
    La subasta se realizó mediante Facebook, plataforma que utilizan millones de personas para comunicarse diariamente.
    El tiempo de los barcos negreros y mercados de esclavos de los imperios europeos coloniales realmente no está tan lejos como nos hizo creer la modernidad y el sistema internacional basado en los derechos humanos.
    La situación post intervención de Libia, con sus mercados de esclavos a cielo abierto, es otra prueba de ello.
    El capitalismo todavía mantiene mucho del pillaje y despojo de toda condición humana con el cual sentó sus bases.
    Vender niñas vírgenes, a medida que ha aumentado la precariedad y el conflicto en el país, se ha transformado en una vía rápida para conseguir dinero para una cada vez mayor cantidad de familias sudsudanesas.
    La expansión de los derechos liberales (como por ejemplo el acceso a la información mediante Facebook) en sociedades con grandes desigualdades exacerba la desesperación del consumo y generaliza sus traumas y vicisitudes a niveles impensables; las hace viral, para hablar en términos de la neolengua actual.
    La subasta de Jalang es un retrato de la naturaleza globalizante del capitalismo que lleva consigo toda guerra. La vida humana como recurso y su inclusión forzada en un mercado mundial que poca dignidad humana le queda ya por absorber.
    https://insurgente.org/sudan-del-sur-esclavismo-y-terror-la-historia-de-una-nina-subastada-en-facebook/

  2. Las causas de los conflictos siempre esconden intereses económicos.
    Cuando la codicia manda los pobres estorban.
    La ciudadanía occidental en relación con los conflictos y guerras que asolan el mundo en los que tenemos gran parte de responsabilidad tenemos la obligación moral de desmarcarnos de la genocida dictadura del capitalismo y de su ejército exterminador la OTAN. Tenemos la obligación moral de informarnos por medios comprometidos, que no sean los del sistema, del por qué de los conflictos y exigir a nuestros gobiernos que denuncien las injusticias que siempre vienen de los poderosos y se impliquen en erradicarlas. Difícil, sí, que los gobiernos se impliquen, pero es que ni siquiera intentamos que lo hagan.
    Ir a las causas. La mejor solución no es acoger, es tratar de corregir los motivos por los que tienen que huir.
    Lamentablemente los gobiernos del mundo, no digo que no haya alguna excepción, son sirvientes de la dictadura del capital. Tiene mucha fuerza y los hijos del pueblo ninguna porque no la ejercemos así que es la dictadura del capital la que se los lleva a su campo.

    Cuando el pueblo se moviliza las cosas suelen cambiar:
    El gobierno indio descarta la ley forestal «peligrosa» después de la protesta.
    El gobierno indio ha descartado un plan para militarizar sus bosques y abrirlos a la explotación comercial, luego de una protesta nacional e internacional.
    Según el plan, los guardias forestales habrían estado armados y tendrían una inmunidad virtual contra el enjuiciamiento; cualquier bosque podría haber sido entregado a intereses privados después de que los habitantes originales hubieran sido desalojados; y millones de personas tribales que habitan en los bosques habrían encontrado sus vidas imposibilitadas.
    https://survivalinternational.org/news/12265

  3. Me parece muy interesante que desde este medio se intenten sacar noticias que muestren la realidad de los refugiados más allá de lo que concierne a las fronteras europeas. Sin embargo me preocupa la fiabilidad de una noticia de una «reportera transfronteriza especializada en ddhh» que utiliza mal las siglas ACNUR (UNHCR) siendo esta la mayor organización de ayuda humanitaria a refugiados. Además la noticia está tremendamente mal estructurada y mezcla infinidad de situaciones sin contextualizar, dando una imagen muy vaga de la situación concreta que encabeza la noticia.

  4. Mira, en honor a la verdad, CUANDO TÚ CONSIGAS QUE TODO LO QUE HAGAS SEA MORAL, ¡todo!, NO FAVOCERÁS AL MAL.
    Así es. Lamentablemente en muchos hechos que tú haces NO HAY MORAL (ni siquiera ética) porque :

    -se triunfa o se coge un beneficio a través de una mentira o de una sinrazón (de usuras, de desahucios, de cortar árboles… hasta llegar a miles de sinrazones)

    -se juega sucio estando tú en una SITUACIÓN DE PODER frente a otro (también hay situación de poder en miles de casos en donde uno está respaldado por una ventaja o poder y el otro no)

    -se veta de alguna manera a alguien (quitándole espacio social, manteniendo tú siempre un NEGACIONISMO sobre su dignidad siempre negada, silenciándolo, potenciando el valorar que le perjudica sólo a él t a ti jamás etc)

    -se hace pasar un mal por un bien para una inevitable finalidad de fanatismo, alineación, telebasura, corporación cerrada, costumbre injusta, extremismo, etc; es decir, se hace pasar algo inmoral por moral usando sutiles modos de enseñanza, de adoctrinamiento, de disciplina INTERESADA o bien de un establecimiento de un PENSAMIENTO ÚNICO o de un MODO DE VALORAR SECTARIO (pero nunca racional) que se impone usando todos los recursos-presiones públicas.
    Pero, en resumen de todo esto… lamentablemente
    ¡el que ama la verdad o el bueno ES EL QUE PIERDE! JOSÉ REPISO MOYANO

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