Internacional

Un manual para que no nos roben la democracia

La periodista turca Ece Temelkuran publica un ensayo en el que disecciona las estrategias globales de los populistas de extrema derecha y neofascistas para pasar de la democracia a la dictadura.

Ece Temelkuran (Álvaro Minguito)

Hay libros que llegan tarde, aunque nunca sea tarde si lo que nos jugamos es la propia vida, o lo que habíamos entendido por vida hasta entonces. Pero, como en la serie El cuento de la criada, cuesta creer que hayamos tardado tanto en identificar las señales que anunciaban la normalización del “fenómeno global del neofascismo y de los populismos de derecha”, como lo define la periodista y escritora turca Ece Temelkuran. Testigo y damnificada directa del proceso por el que Erdogan ha convertido a Turquía en un régimen totalitario desde que se alzó como primer ministro en 2003 hasta la actualidad, ha escrito Cómo perder un país. Los siete pasos de la democracia a la dictadura (Anagrama, 2019). Un libro en el que sistematiza las estrategias empleadas en todo el mundo por los populistas de extrema derecha que cada vez son menos anécdota y más definitorios de nuestro tiempo: Trump, Bolsonaro, Johnson, Le Pen, Orban, Salvini, Abascal… Su objetivo: que los que aún vivimos en países donde los populistas neofascistas no han implantado regímenes autoritarios, dejemos de frustrarnos con estériles esfuerzos intentando empatizar con sus partidarios desde la lógica, el debate racional “o con técnicas propias de la terapia de pareja como la empatía”. Y que dediquemos esas energías a organizarnos entre los que aún seguimos defendiendo la democracia “para formar un movimiento de solidaridad internacional contra esos fanáticos, que ya han tejido su propia red”. 

Las columnas de Ece Temelkuran (46 años) se pueden leer en los periódicos más importantes del mundo, y como una larga columna ensayística ha escrito su último libro: tanta precisión y lucidez dejan sin aliento. Escribe como vive, por eso no hay en ella rastro de derrota que visibilice el hecho de haber tenido que exiliarse de un país en el que, tras el supuesto golpe de Estado de julio de 2016, 150.000 funcionarios han sido despedidos acusados de tener vínculos con el fallido levantamiento o con grupos terroristas, más de 70.000 personas –muchas de ellas, académicas, periodistas y defensoras de derechos humanos– han sido encarceladas preventivamente por los mismos cargos y unos 130 medios de comunicación han sido censurados por el gobierno, según datos de 2018 de Human Rights Watch. Porque, como escribe Temelkuran “el auténtico dolor te hace desear realmente convertirte en un don nadie y mantenerte alejado del cenagal de admiración al que le encantan las historias de mujeres exiliadas”. 

Cenagal de admiración. Zas. En este libro hay para todos, especialmente para los los intelectuales y ciudadanos que ven en la irrupción de estos movimientos populistas una oportunidad para sacudir el sistema corrupto que después, esperan, será reconstruido. Cuando ya no haya vuelta atrás, lamentarán desde el exilio no haber visto venir al monstruo. 

Pero, sobre todo, Temelkuran sostiene que el verdadero peligro no son los líderes, sino “todos esos ciudadanos y ciudadanas normales que aceptan que la hipocresía y la incoherencia son técnicas del líder empleadas por el bien de su gente”. Y entonces, en un tiempo veloz, llegará un día en el que nos preguntemos “¿En qué momento se volvieron tan crueles?”, “¿Son los seres humanos malos por naturaleza. Esta pregunta representa la derrota final de la mente humana”, escribe. 

Porque son esas personas las que terminan agrediendo en la calle a aquellas mujeres que no se atienen a los nuevos códigos de conducta dominantes: ”La misoginia es es el compinche inseparable del populismo de derechas”, las que justificarán el desmantelamiento del sistema político y judicial de “un Estado de Derecho que los líderes presentan como un obstáculo” y que acabará considerando terrorista a cualquiera que no respete sus designios porque el líder se convierte en el Estado mismo; y las causas judiciales terminarán siendo tan numerosas e irregulares, que dejarán de resultar escandalosas. (Pensemos en España: ¿Cuántas personas han sido castigadas por la Ley Mordaza? Los primeros casos atrajeron la atención mediática por escandalosos. Hoy hemos perdido la cuenta).

Personas con las que, “cuanto antes se admita, menos tiempo se habrá perdido, no es posible el diálogo porque no creen en la lógica del debate político, y termina resultando agotador emocional e intelectualmente”, explica Temelkuran con un deje en su voz de agotamiento, el que le dejó intentarlo durante años en tertulias, artículos y conversaciones con vecinos y conocidos. El movimiento del neofascismo global, basado en “un provincianismo rencoroso”, sostiene, ha conseguido “convertir la ignorancia en un valor político”, ante quienes sus militantes suelen pedir respeto a los “sospechosos por ser cosmopolitas y cultos” y por tanto, “parte de esa élite y ese sistema al que estos movimientos han venido a sanear”. Pero, en realidad, “no es respeto lo que están pidiendo, aunque sea la palabra que más repiten los partidarios de Trump, del Brexit o de Erdogan: es silencio y obediencia absoluta”, sostiene. 

Y por ello, recomienda a los medios que, en lugar de reproducir sus discursos acríticamente en un “irresponsable ejercicio de negar que son un actor político y un pilar de la democracia y que, como tal, han de defenderla”, se dediquen a contar lo que estos autócratas hacen, en lugar de lo que dicen. Temelkuran apunta al error de numerosos analistas de reducir el problema a los líderes, como si el hecho de que estos desaparecieran resolviese el problema. “Estos discursos son absolutamente inútiles porque omiten el motor del incremento de injusticia en el mundo generado por un sistema insostenible: el neoliberalismo, que es el origen de estos movimientos populistas de extrema derecha y neofascistas. El neoliberalismo y sus instituciones financieras han vaciado de sentido y justicia social a las democracias representativas, dejándolas reducidas a una sucesión de ceremonias institucionales”. Y sigue: “El vacío ético del neoliberalismo, su negación del hecho de que la naturaleza humana necesita sentido y busca desesperadamente razones para vivir, crea un terreno abonado para la invención de causas”. Y zanja, con una perspectiva filosófica muy presente en su ensayo: “El neofascismo le ha dado esa causa que le faltaba al neoliberalismo”.

Ece Temelkuran (Álvaro Minguito)

Para ello, han sido necesarias cuatro décadas de desmoronamiento de los estándares morales, en los que “la gigantesca cuestión filosófica de cómo ser una buena persona se vio arrastrada por la fuerza a los ámbitos de la religión y la conciencia individual”. El neoliberalismo redujo a la familia “el lugar en el que se podía satisfacer la necesidad de fraternidad y solidaridad”. Por ello, “el laicismo está bajo ataque de estos movimientos”, explica, porque la cuestión de ser buena persona en lo público es una cuestión de “moralidad laica”. Pero advierte que estos movimientos también vampirizan “las versiones más conservadoras de la religión. Mucha gente cree que lo que está ocurriendo en Turquía es porque es un país musulmán. El populismo ha utilizado el islam no por cuestiones religiosas, sino para crear obediencia en la sociedad”. Como lo está haciendo Trump o Bolsonaro con los evangelistas u Orban con el catolicismo. 
Como cuenta la autora, sus numerosas conferencias alrededor del mundo sobre esta cuestión suelen terminar en un derrotado silencio que siempre termina rompiendo alguien con la pregunta de si no queda esperanza. Ella, a sabiendas de que surgirá esta natural necesidad, tiene su respuesta preparada: “Esperanza es una palabra frágil. Prefiero creer en la determinación, la determinación de crear belleza, belleza política”. Y añade: “la encontrarán entre las mujeres jóvenes”. Esas mujeres jóvenes con las que Temelkuran compartió en 2013 noches y días durante las protestas de Taksim Gezi, y a las que vuelve en su memoria cuando necesita recordar el sabor de “la risa rebelde de las masas”, esa “resistencia carnavalesca” en la que el valor dominante y casi olvidado era “la confianza absoluta los unos en los otros”. La misma que se vivió en las Primaveras Árabes, en el 15M, en Occupy Wall Street… y en cuya experiencia, imborrable para los que los vivieron, Temelkuran sitúa la semilla de la que puede surgir “ese movimiento internacional de solidaridad frente a los neofascistas”. Por y para el que ha escrito este imprescindible libro.

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Comentarios
  1. No hace falta escribir un libro para distinguir lo que es democracia. Basta con fijarse en si los pederastas tienen derechos políticos.

  2. Hay artículos de lectura obligada, como éste.
    Temelkuran lo ha experimentado y todos deberíamos saber que la razón de los cavernícolas es la fuerza. No admiten otra.
    Ya lo gritó Millán Astray: Muera la inteligencia.
    No quieren razonar, ellos van a aplastar a todo quien no piense como ellos. Así que no perdamos ni un minuto de tiempo en intentar que razonen, y defendamos nuestro espacio con determinación.
    Estamos en plena guerra, fría, pero es una guerra. Luchemos, no perdamos tiempo en hacer razonar al adversario que él sólo quiere avasallar.

  3. Que no nos pase como en Bolivia. Aquí se va más paso a paso, más sutilmente, aquí entre los medios de comunicación del sistema neoliberal y la iglesia han aborregado, como anestesiado, al pueblo y hacen lo que quieren de él. Otra forma de hacer un golpe.
    DENUNCIA INTERNACIONAL. GOLPE DE ESTADO EN BOLIVIA:
    https://www.youtube.com/watch?v=eEBKHLkGD34

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